CUADERNO DE FORMACIÓN N°6 AUTONOMÍA DE CLASE Y ACCION DIRECTA EDITA: SECRETARIA DE FORMACIÓN CNT CATALUNYA AUTONOMÍA DE CLASE Y ACCIÓN DIRECTA LA CRISIS: ARMA DEL CAPITAL Expedientes de crisis, paro en aumento, congelación salarial, y los precios subiendo como siempre... La crisis ha venido y nadie sabe como ha sido. Lo único que sabemos perfectamente, es que el capital pretende que seamos nosotros, los trabajadores, quienes carguemos con ella. Para convencernos, nos dicen que la lucha contra la crisis es una obligación de todos, que cada uno debe poner su granito de arena, contra este «gran mal» que se abate feroz sobre nuestra recién estrenada «democracia». Esto es falso, la crisis no es como un fenómeno natural, una inundación por ejemplo, que viene del cielo y afecta a todo el mundo. La crisis es un arma del capital contra la clase obrera, que convenientemente utilizada, sirve para reforzar el control y la explotación sobre los trabajadores. Sin embargo es uno de sus últimos recursos. Durante el período 1955-1967, la relación salario/beneficios, no estaba «deteriorada», pues la burguesía pudo limitar las alzas de salario. Lo hizo extendiendo la explotación a una fuerza de tra-bajo más barata (mujeres, inmigrados, etc.). Ante las luchas de 1968-69 que tienen lugar en la ma-yoría de los países capitalistas avanzados, el capital cede y da elevados aumentos salariales. Para recuperarse intensifica la explotación variando la organización del trabajo (reestructuraciones in-dustriales, aumento de los ritmos, etc.). La resistencia de los trabajadores por un lado y por otro la necesidad imperiosa de acumular y hacer frente a la competencia interimperialista, obligan al capi-tal a utilizar la inflación, es decir, la subida de los precios continuada, como forma de mantener sus ganacias. Pero el remedio es peor que la enfermedad. Aunque con la inflación el capital desplaza a su favor la correlación de fuerzas obligando a los trabajadores a producir para poder subsistir, también les empuja a la lucha para defenderse ante el ataque del salario. La inflación se hace galo-pante y la crisis se hará completamente necesaria por la insuficiencia y la pérdida de control sobre ella. Si el capital quiere reconstruir bajo formas más seguras su dominación sobre la clase trabaja-dora, debe conseguir que sea esta quien cargue con la crisis, o dicho con otras palabras, debe planificar la crisis contra el proletariado. Esto supone en la práctica, entre otras cosas: - ataque al salario. - aumento del paro. Con una triple finalidad: imponer una resignación general, frenar las posibles luchas y dividir a la clase obrera. - reestructuraciones de empresas, secciones de empresas, etc. y envío de los trabajadores más luchadores a sectores móviles de la economía donde la lucha reivindicativa es menor. Y muchas más encaminadas a incrementar el poder y el control capitalistas. LOS PARTIDOS POLÍTICOS: LA NUEVA CARA DEL ESTADO DEMOCRÁTICO Pero este ataque a la autonomía de la clase, para doblegarla a las necesidades inmediatas del desarrollo capitalista, no podía ser conducido por el Estado franquista. La Dictadura no sabía inte-grar, sino tan sólo reprimir. Reprimir a la clase obrera de los años 75, no era fácil, si no se quería recurrir a formas represivas al estilo argentino, que además a la larga no resuelven nada. Por esto el capital internacional optó por cambiar el Estado. La burguesía apoyó el único Estado capaz de poder llevar a cabo este ataque: el Estado democrático, el Estado de los partidos políticos. 1 Pensar que los partidos políticos son tan sólo payasos para entretener al personal en período electoral es cierto. Pero quedarse con esto es peligroso, porque es olvidar que hoy los partidos po-líticos son la cara visible del nuevo Estado. Para hacer frente a la clase trabajadora y recomponer la tasa de ganancia, el capital obliga a los partidos a unirse a someterse y a comprometerse en la sal-vación del sistema capitalista. Evidentemente, no es un problema de traiciones ni de direcciones políticas burocráticas. La crisis es tal, que la supervivencia misma de los partidos está ligada a la del propio sistema de explotación. En la Moncloa,.al firmar el pacto,se da la señal de salida para que los partidos políticos penetren en todo lugar donde la acción directa puede hacer peligrar el dominio burgués. En la fábrica, en el barrio, en la escuela... los partidos introducen el parlamentarismo de la mano de las elecciones sindicales, de las comisiones de control, con el fin de destruir todo protagonismo y germen de au-toorganización. Hay que desbrozar el camino para que la imposición de la austeridad sea un éxito. Nunca como en los momentos actuales había existido tanta compenetración entre los partidos políticos y el sistema capitalista. Nunca como hasta ahora los partidos habían sido aparatos del Es-tado y portadores de tanta opresión y de tanta miseria. LOS SINDICATOS-CORREA FRENTE A LA CRISIS Los partidos políticos, en cuanto cara del Estado democrático, serían incapaces de salirse con la suya si no contaran con los medios necesarios para controlar política, económica e ideológica-mente a la clase obrera. Estos medios son los sindicatos-correa: UGT para el PSOE, CC.OO. para el PCE y los unitarios para los partidos pro-chinos, aunque estos últimos, al no ser aceptados en la Moncloa por ineficaces, tienen que hacer creer que están más a la izquierda. Los sindicatos-correa, independientemente de la ideología que tengan detrás, poseen unas ca-racterísticas comunes. Son mediatizadores y pactistas. Es decir, niegan todo protagonismo a los trabajadores que se quedan reducidos a base manipulable por profesionales de la negociación; y pactan con la burguesía defendiendo sus intereses frente a los grandes monopolios. Su tarea esencial es hacer cumplir lo que el partido previamente ha decidido, y en la actualidad consiste en que nos traguemos la crisis sin rechistar, a cambio de que comamos democracia. Sus líneas de in-tervención en este sentido son las siguientes: encuadramiento sindical: afiliar al máximo número de trabajadores como mejor garantía para hacer pasar la necesidad de que nos apretemos el cinturón. CC.OO., que va mucho más allá que UGT, pretende aprovechar las mismas estructuras de autoorganización (asambleas, comités de delegados, etc.) burocratizándolas como medio de imponerse, pues sabe perfectamente que la afiliación es baja y que el control sindical debe hacerse desde la misma empresa. canalización de las luchas: terminar con las luchas de tal o cual fábrica, y sustituirlas por jornadas generales de protesta, de apoyo, etc., mucho menos costosas, y además útiles para afianzar el predominio y el lucimiento de la burocracia sindical. Jornadas evidentemente tan espaciadas y dosificadas que tardaremos en ver alguna de ellas. presión ideológica: introducir, mediante una fuerte propaganda, la necesidad de aumentar la producción. Para ello, los sindicatos-correa recurren a viejas ideologías: «hay que ser un buen profesional», «trabajando consolidamos la democracia», «el absentismo es un crimen social», etc. Y propaganda de otro signo, dirigida a aislar a la CNT y asimilarla a los grupos minoritarios y vio- lentos. represión directa: y si falla todo lo anterior, recurrir a la denuncia, a la provocación, a los servicios del orden. Si hiciéramos un repaso del post-franquismo, todo lo anterior quedaría muchísimo más explicado. Comprenderíamos como CC.OO lleva intentando conseguir el pacto social desde la muerte del Dictador, y simultáneamente forzando la constitución de un sindicato único en una 2 maniobra semejante a la del PC portugués. Como la COS fue su mayor conquista, en este sentido proyecto, aunque el abandono de la UGT y la decidida postura de la CNT, lo echaron por los sue-los. Como el Pacto de la Moncloa, en definitiva, no es más que la acumulación de una estrategia emprendida desde hace tiempo. LA CNT Y LA CRISIS CAPITALISTA La CNT sindicato autónomo por su tradición histórica, no podía ser un instrumento del nuevo Estado Democrático. Hubo ciertos intentos de promocionar a verticalistas con el fin de conseguir una CNT «pacífica y civilizada» oponente a CC.OO. por su anticomunismo primario. No fue posi-ble. Además no hubiese sido CNT. CNT no tiene nada que ver con un sindicato-correa. Contra la mediatización defiende la acción directa, es decir, la acción ejercida directamente por los interesados por encima de especialistas y burócratas. Contra los pactos de la burguesía defiende en todo momento la autonomía de la cíase. La CNT a pesar de los muchos errores que haya podido cometer, ha mantenido en el transcurso del post-franquismo una postura diferenciada, bastante coherente y sobre todo de cla-se. Sin miedo a quedar aislada, denunció la COS como la imposición por arriba de la unidad sindi-cal, cuando ya UGT había caído en la trampa que le tendió CC.OO. Ha denunciado las elecciones sindicales como reproducción de un nuevo verticalismo... Todo ello ¿cómo ha sido posible? Ha sido así porque CNT, por su intuición de clase, sobre todo, ha sabido ser fiel a unos principios o ejes rectores fruto de un legado histórico que recoge la práctica revolucionaria de centenares de miles de trabajadores. Su defensa de la lucha obrera por encima de todo y de todos, de la acción directa como forma de mantener el protagonismo de los trabajadores, su apoliticismo, única manera de levantar una línea de clase, y en última instancia, la afirmación de que los fines vienen prefigurados en los medios, es lo que explica esta trayectoria. La CNT, al reafirmarse cada vez más en su práctica, se alejaba de todo posible colaboracio-nismo en la resolución de la crisis. Sin embargo, la ausencia de alternativas concretas a la crisis del capital, adecuadas a la clase trabajadora de hoy y a la fase actual de desarrollo capitalista, permitió el florecimiento de opciones contraculturales que daban a la CNT una imagen que no era realmen-te la suya. POR UNA INTERVENCIÓN ANARCOSINDICALISTA El papel de los anarcosindicalistas dentro de la CNT, como impulsores de la acción directa y de la autonomía de clase, no puede quedarse en palabras vacías. Por supuesto no tenemos que ela-borar ningún programa, ya que éste es y será el comunismo libertario, sino unos objetivos, unas lí-neas generales de intervención encaminadas a sentar las bases para una salida proletaria a la crisis del capital. Concretar nuestros principios, fruto de años y años de lucha obrera, en la realidad ac-tual, es el gran desafío al que debemos hacer frente. En este línea avancemos algunas reflexiones. • No a la lógica contractual Tenemos que evitar a todo precio que la CNT, como sindicato revolucionario que es, perma-nezca encerrado dentro de la lógica contractual. CNT no debe colaborar en la planificación de la lucha obrera para el bien del capital. Es decir, corno anarcosindicalistas, tenemos que negarnos a que se encierre la lucha obrera en convenios, en pactos, en mecanismos automáticos que impidan la acción directa... o que se llegue hasta anularla, porque al capital no le interesa. Tenemos que sacar la lucha obrera del cauce por donde quieren que pase tanto los burgueses como los sindica-listas reformistas: pacifismo, manipulación de los trabajadores, y negociación con pacto. CNT tie-ne que quedarse siempre con las manos libres; es la única manera de que no se traicionen las aspi-raciones e intereses que los trabajadores expresan en sus formas de autoorganización. 3 CNT tampoco debe caer en la lógica contractual en la que participan los sindicatos de «nuevo tipo», por ejemplo CC.OO., y que consiste en pactar con el capital reconversiones de sec-tores industriales, reestructuraciones, etc., en la perspectiva de una progresiva transformación del Estado. Frente a esta lógica de pacto, mucho más sofisticada que la referente al salario, los anarcosindicalistas tenemos que sotener que el Estado no puede transformarse, y que su destruc-ción pasa por impedir las reestructuraciones contra la clase trabajadora, pasa por profundizar la crisis del capital. • No a la lucha sindical «radicalizada» Salir de la lógica contractual no significa llevar al extremo las reivindicaciones. Una intervención en una lucha no es más revolucionaria porque se pida más dinero o menos horas. Esta es la prácti-ca de izquierda sindical de tantos y tantos partidillos. Como anarcosindicalistas, debemos comprender que moverse a estos niveles es caer en el seguidismo más patente con respecto al re-formismo. Nuestra intervención debe ir por superar los límites de la lucha reivindicativa, por romper la pla-nificación capitalista, que hoy pasa por ej pacto social. Lucha contra el pacto, sí. Contra los topes que impone la burguesía, pero sin olvidar en ningún momento que lo esencial de toda lucha sigue siendo: - la voluntad de ruptura: De aquí la necesidad de la lucha contra la ideología burguesa para ir más lejos de la lucha meramente reivindicativa - las formas de decisión: De manera que sean los trabajadores los que directamente gestio-nen y protagonicen el proceso de lucha - las formas de lucha: Impulsar métodos de lucha radicales basados en la acción directa, desbordando siempre que sea posible el marco jurídico del capitalismo • Si a la lucha autónoma Siguiendo con un planteamiento también general, podemos decir que una alternativa de clase hoy pasa por impulsar toda lucha portadora de ruptura, en cuanto obstaculiza la resolución de las necesidades más inmediatas de la burguesía. La lucha, para que realmente sea autónoma, debe reproducir en su interior relaciones en las que pueda vivir la libertad, la democracia directa, y el protagonismo de los trabajadores. Por su-puesto, la lucha autónoma debe permitir la recomposición de la clase trabajadora, avanzando progresivamente hacía su unificación; es el único camino raudo hacía ella. LA LUCHA AUTÓNOMA HOY Podríamos decir que son tres los ejes principales de la lucha autónoma, dirigida contra toda opresión y por la libertad. • Lucha contra el Estado En el moderno capitalismo,el Estado tiene cada vez funciones más importantes y determinantes para que el proceso de explotación y acumulación pueda seguir dándose con éxito. El Estado no sólo es Estado-policía, sino un instrumento general encargado de poner en práctica una política global (económica, educativa, cultural, ideológica, etc.) contra la clase trabajadora. No hay que creer sin embargo, como hacen los reformistas, que el Estado moderno está al servicio de los mo-nopolios, y que por lo tanto basta tomarlo poco a poco para ponerlo al servicio de los trabajadores. Las antiguas concepciones anarcosindicalistas se confirman hoy con fuerza. No hay fronteras entre el Estado y los monopolios sino fusión entre el capital y el Estado, de tal manera, que cada vez más el Estado es el instrumento legal de dominación del capital monopolista internacional (las multinacionales). Sólo pues la acción directa que reúne en un único organismo de clase la lucha económica contra el capital y la lucha política contra el Estado resulta coherente con esta situa-ción. 4 Luchar contra la política económica, la política ideológica, etc., impuesta por el Estado del ca-pital , es hacer entrar en crisis al Estado, y, por lo tanto al capital mismo. Como este trabajo no es un recetario de objetivos, sino unas líneas generales para ayudar a empezar una reflexión teórica y práctica, trataremos únicamente dos aspectos: la política económica y la política social del Estado. El punto central, sin el cual la burguesía no puede tirar hacía adelante es el del pacto social. Imponerlo ahora, con la colaboración de los sindicatos-correa, es sentar las bases de una futura política de rentas. Política que consiste en regular previamente la distribución de la renta entre salarios y beneficios de acuerdo con los incrementos de la productividad, o en otras palabras, im-pedir que los aumentos salariales superen la productividad. Además los sindicatos-correa deben fa-cilitar la movilidad de la mano de obra, para adaptarla a las necesidades capitalistas. Luchar por fuertes aumentos salariales, por la disminución de las horas de trabajo, por un puesto de trabajo para todos, es luchar contra el Pacto de la Moncloa, verdadera antesala de una política de rentas contra la clase trabajadora orquestada por el Estado moderno. Rompiendo este pacto en la lucha diaria, impidiendo que se lleve a la práctica, conseguiremos que la clase obrera no se sitúe a la defensiva y la correlación de fuerzas con respecto al capital le sea tan adversa. El futuro del movimiento obrero se juega por muchos años en un corto espacio de tiempo. Otro aspecto menos importante, pero también parte de una lucha global contra el Estado de-mocrático, es el hacer frente a la política de marginalización y de criminalización social. El capital trata de aislar a los presos sociales, a los parados, a las mujeres... presentando sus reivindicacio-nes y sus luchas, como minoritarias y contrarias a los «intereses generales». Aislarlos, meter en un mismo saco a terroristas, delincuentes y revolucionarios, para reducir sus actos a hechos «crimina-les» enfrentándolos brutalmente a la sociedad. Nuestra intervención debe consistir en la defensa de todos los oprimido por el capital, denun-ciando la política de marginalización, como fase anterior a la criminalización de sus protagonistas. Es tarea de todos analizar profundamente las distintas «políticas» del capital contra la clase tra-bajadora, para inventar en cada ocasión la mejor forma de hacerle frente, avanzando así en el camino de la destrucción del Estado. * Lucha por las necesidades obreras Como anarcosindicalistas, tenemos que impulsar las luchas no en base a un programa político exterior a la clase trabajadora, sino en función de las necesidades obreras reales. Objetivos como aumento salarial, reducción de ritmos, contra la movilidad, contra las reestructuraciones, etc., tie-nen que servir para promoverla autogestión de las luchas, y la práctica de la acción directa. Damos algunas indicaciones a título de ejemplo, que no son más que momentos distintos del desarrollo práctico de la acción directa. La resistencia ante el trabajo (mediante la autoreducción de los ritmos, el sabotaje, la insubor-dinación, el absentismo). Frente al lock-out y expedientes de crisis, dirigidos por la patronal, la ocupación de la empresa. Frente a las reestructuraciones, llevar la lucha a la nueva empresa montada por la patronal, o a filiales, sin encerrarse en el marco jurídico de descapitalización y sin futuro de la propia fábrica. Frente a reestructuraciones en sectores donde la huelga es impopular (por ejemplo, hospitales), utilizar la autogestión como forma de coacción en defensa del puesto de trabajo, contra las jerarquías, etc. A otro nivel es útil recordar el «label», que consiste en que el sindicato tiene que dar el visto bueno a la producción, y de no hacerlo, se reserva una campaña en contra del producto. De esta manera sería posible defender los intereses de los trabajadores, denunciando los productos adulterados o en malas condiciones, conectando de esta forma la lucha obrera y sindical con la lucha ecológica. Por supuesto, hay qué decir que se trata tan sólo de indicaciones generales. La imaginación de los trabajadores y su intuición de clase, una vez más, deben ser la fuente inagotable para impulsar y desarrollar creativamente la acción directa. 5 • Por la cultura obrera Las propuestas anteriores permiten impulsar luchas autónomas, ya que son realizables sin me-diación alguna y por toda la clase trabajadora, porque en definitiva, promueven la autonomía de clase y la acción directa. Pero esto es insuficiente si no va acompañado de un largo trabajo de formación y de lucha ideológica. En este sentido, CNT debe ser junto con los ateneos libertarios el marco insustituible de autoformación, el lugar donde vaya forjándose con unos valores de solidari-dad y apoyo mutuo al nuevo hombre y la futura sociedad comunista libertaria. UNAS PROPUESTAS DE TRABAJO Evidentemente plantearse llevar a la práctica estas líneas de intervención, no tiene sentido si no es de forma organizada y en la CNT. Por esta razón vamos a enunciar brevemente algunas tareas inmediatas, que como anarcosindicalistas, vemos imprescindibles y urgentes. 1) Reconstruir CNT. Avanzar en la coordinación, la «vivificación» de tantas y tantas asam-bleas, juntas sindicales, etc. Avanzar en una progresiva responsabilización por parte de todos los militantes, poniendo en un primer plano la exigencia libremente asumida, y el sentido de la organi-zación. 2) Entrar en la fábrica. La CNT debe entrar en la fábrica, es decir, considerar que la clase trabajadora sigue siendo central en el capitalismo moderno, tanto como grupo social explotado, como protagonista del cambio revolucionario. Evidentemente, la clase trabajadora actual, no se reduce al obrero del mono azul, sino que es mucho más compleja y con múltiples articulaciones y fracciones internas. Entrar en la fábrica significa, pues, centralidad de la clase trabajadora. Los sectores margi-nales (homosexuales, minusválidos, mujeres, etc.) deben ser incorporados a la lucha en la medida que trabajadores, sin que ello suponga que sus luchas específicas no deban ser asumidas. Lucha en el terreno de las relaciones de producción, que hoy son relaciones de poder y de dominación, como veníamos sosteniendo los anarcosindicalistas desde hace tiempo. Creación de comités de fábrica CNT en las distintas empresas, y su posterior coordinación. 3) Abrir un amplio debate. En este trabajo se han tratado algunos puntos muy por encima. Hay que abrir en CNT un amplio debate interno sobre qué fue, qué es y qué puede ser CNT en un país capitalista avanzado. Hay que someter nuestros principios mismo a la crítica más dura. Sólo de esta manera no nos engañaremos a nosotros mismo, y rendiremos el mejor servicio a toda la clase trabajadora. 4) CNT debe recuperar el espacio que le corresponde. CNT no debe renunciar a lo que fue y puede seguir siendo: un sindicato revolucionario al cual se afilian los trabajadores. Pero no debe olvidar que su contenido ideológico anarcosindicalista le empuja más lejos. CNT deber ser no sólo una organización de clase, sino también una organización de militantes que defienden en todo momento la autoorganización de la clase, la autonomía de clase y la acción directa. 6