LUCHA Y TEORÍA 7 POR UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE HOY PRESENTACIÓN En el LUCHA y TEORÍA anterior hemos desarrollado un análisis del momento político que estamos viviendo. Analizábamos el plan del reformismo capitalista, demostrando en qué medida ataca a la clase trabajadora. También señalábamos cómo la colaboración del reformismo obrero (P.C.E., P.S.O.E., etc.) es imprescindible para que esta gran operación de cambio, o sea, de readaptación de las formas de control capitalista, pueda llevarse a cabo con éxito. El nº 6 de LUCHA y TEORÍA se trabajó en grupos de fábricas, universidad, barrios... Bastantes compañeros se han servido de esta revista para avanzar en su propio análisis. LUCHA y TEORÍA ha sido pues un instrumento de trabajo. Este resultado práctico nos reafirma en la necesidad de seguir impulsándola como revista teórica, siempre profundamente ligada a las necesidades inmediatas de la lucha obrera. El presente número es la consecuencia lógica de lo que nos habíamos propuesto, y por lo tanto hay que verlo en estrecha relación con el anterior análisis de la crisis. Con este LUCHA y TEORIA hemos querido responder también a un tipo de críticas bastante generalizadas. De la misma forma que a los militantes que defienden la autonomía obrera se les reprocha la ausencia de programa, a nosotros se nos decía: "Sí, los análisis son interesantes, pero nunca sois capaces de concretar". Ante este tipo de críticas sólo caben dos posturas. La primera consiste en responder que LUCHA y TEORÍA, no debe cumplir esta tarea de concreción; en realidad, pensamos que detrás de esta respuesta que ha sido la nuestra durante tiempo, no solo se oculta el rechazo a convertirnos en un nuevo grupo dirigente (rechazo que seguimos manteniendo), sino además un pretendido purismo que lejos de servir a la clase obrera frena todo avance en una línea de intervención. La segunda postura es afrontar directamente la cuestión de fondo sin miedo alguno, pero conscientes de nuestros límites y del valor relativo de lo que elaboramos. En este sentido nos hemos preguntado: ¿Debe tener un programa la autonomía obrera? ¿Cual es el programa de la autonomía obrera? Para responder a estas preguntas hemos distinguido dos momentos separados: 1.- La crítica al programa clásico y algunas consideraciones teóricas sobre la autonomía de clase nos ha permitido concluir una propuesta política: Sólo se puede hablar de un programa, el Programa para el Comunismo, que está ligado necesariamente a la Organización de la clase surgida en momentos revolucionarios. Hoy día, lejos de una situación revolucionaria, no puede hablarse de ningún programa, sino de una línea política de clase. 2.- Después de explicar qué es una línea política de clase, cómo se construye, y cuáles son sus dos partes (estrategia de los objetivos + instrumentos de clase), hemos iniciado la elaboración de una posible línea política válida en la actualidad. Nuestra propuesta de línea política de clase no quiere ser más que esto, una propuesta que debe leerse con sentido crítico, porque consideramos que es incompleta en algunos puntos muy importantes: - falta tratar cómo organizar la autonomía obrera de forma permanente. 0 lo que es lo mismo, qué tipo de organización hay que impulsar para que la alternativa política que defendemos se consolide. - falta situar la alternativa de la autonomía obrera con respecto a la cuestión sindical. Pero además, consideramos que la línea política de la autonomía obrera debe ser una obra colectiva, síntesis de las diferentes líneas de intervención, objetivos y formas organizativas que quienes defendemos el protagonismo de la clase, la lucha autónoma y anticapitalista, vamos impulsando en los diferentes frentes. Pues bien, nuestra propuesta de línea política de clase que en un próximo número intentaremos completar y concretar, solo pretende ser un punto de partida para un amplio debate. Debate al que llamamos a participar a todos los que en organizaciones de masas y en grupos de militantes defienden la autonomía obrera como alternativa de clase, como la única alternativa de clase que puede desarrollar un movimiento realmente subversivo, capaz de terminar de una vez con esta sociedad de mierda. En las tres páginas siguientes presentamos un esquema-guión para facilitar la lectura de los textos desarrollados a lo largo de este número. GUIÓN ESQUEMA PRESENTACIÓN |--> MÉTODO -> ANÁLISIS DE LUCHAS | | ALTERNATIVAS REFORMISMO OBRERO <- FRENTE A LA CRISIS -> REFORMISMO DEL CAPITAL ADMINISTRAR | VER LUCHA Y TEORÍA 6 LA CRISIS | | | AUTONOMÍA OBRERA PROFUNDIZAR LA CRISIS | | | IMPLICA PLANTEARSE | LA AUTONOMÍA OBRERA ALGUNAS <- ¿DEBE TENER UN PROGRAMA? -> CRITICAR AL PROGRAMA CONSIDERACIONES | DE LOS MARXISTAS-LENINISTAS SOBRE LA | DE LOS TROTSKISTAS AUTONOMÍA OBRERA | A- APROXIMACIÓN | HISTÓTICA | B- APROXIMACIÓN | POLÍTICA | | SÍNTESIS | SE DESCARTA EL PROGRAMA Y SE PROPONE | UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE CARACTERÍSTICAS DE UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE: 1.- CONSTRUIR LA AUTONOMÍA DE CLASE 2.- IMPONER AL CAPITAL UN PODER DE CLASE ¿CÓMO CONSTRUIR LA LÍNEA POLÍTICA? A: LECTURA DE LOS MOVIMIENTOS DE CLASE B: NEGACIÓN DIALÉCTICA DEL PLAN DEL CAPITAL UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE DEBE RESPONDER A: 1º ELECCIÓN DEL TERRENO 2º OBJETIVOS PRIORITARIOS 3º FORMAS ORGANIZATIVAS 4º IDEA SOCIEDAD NUEVA (COMUNISMO) ELEMENTOS DE LA LPDC - INSTRUAMENTOS DE LA CLASE - TEORÍA - CONCIENCIA DE CLASE - ORGANIZACIÓN - ESTRATEGIA DE OBJETIVOS - ELECCIÓN DEL TERREO (CONCEPCIÓN SOCIEDAD FÁBRICA) SE CONCRETA EN: OBJETIVOS Y LÍNEAS DE INTERVENCIÓN FRENTE A LA CRISIS COMO ARMA PATRONAL, LA INTEGRACIÓN POLÍTICA E IDEOLÓGICA, Y LA REPRESIÓN DEL ESTADO FRENTE A LA CRISIS COMO ARMA PATRONAL (VER LUCHA Y TEORÍA 6) - FRENTE A LA INTENSIFICACIÓN DEL TRABAJO - FRENTE AL ATAQUE AL SALARIO - FRENTE A LAS REESTRUCTURACIONES CAPITALISTAS FRENTE A LA INTEGRACIÓN POLÍTICA E IDEOLÓGICA (IPEI) NIVEL DE LO POLÍTICO INTERESA TANTO - REFORMISMO OBRERO: PLAN IPEI PROPIO - REFORMISMO DEL CAPITAL: PLAN IPEI PROPIO CONJUNCIÓN DE INTERESES PLAN CONJUNTO (ANOTACIÓN DEL PLAN CONJUNTO) FRENTE AL PLAN CONJUNTO DOBRE FRENTE ANTI-PROLETARIO FRENTE AL PLAN CONJUNTO LÍNEAS DE INTERVENCIÓN - FRENTE A LAS LIBERTADES POLÍTICAS - OTROS - FRENTE A LA INTEGRACIÓN SINDICAL - FRENTE A LA PROGRAMACIÓN DEMOCRÁTICA - AYUNTAMIENTOS, BARRIOS - ESCUELAS - OTROS - FRENTE AL NACIONALISMO - FRENTE A LA INTEGRACIÓN IDEOLÓGICA - SOBRE EL COMPORTAMIENTO FASCISTA - SOBRE EL FEMINISMO - SOBRE EL LENGUAJE - OTROS ANÁLISIS DE LAS LUCHAS METODOLOGÍA UTILIZADA. Debemos aprender a extraer todas las enseñanzas que nos aportan las luchas obreras. No podemos fiarnos de los análisis triunfalistas de los partidos políticos, donde lo único que resalta es el liderismo de sus hombres y la "madurez" de la masa. No, lo que nos interesa es estudiar comparativamente diversas luchas recientes, para descubrir por qué en unos casos no han desbordado los límites impuestos por los reformistas, sirviendo para estimular el cuadro de reformas previstas por el capital, y en otros casos han desbordado cualquier previsión de los organizadores profesionales, atacando la lógica misma del desarrollo capitalista. Hemos analizado nueve luchas entre las más importantes de estos últimos meses. De la mayoría de ellas poseíamos información directa; de otras, hemos tenido que fiarnos de lo que nos ha dicho la prensa oficial y la clandestina. Hemos esquematizado en tres cuadros los hechos que nos han parecido fundamentales, y hemos clasificado las luchas en "reformistas", "intermedias" y "anticapitalistas". Como toda clasificación, es simplista y mecánica. Pero en lo esencial responde a una primera valoración política. En este ciclo de luchas han estado presentes dos tendencias opuestas: reformismo y autonomía obrera. Cuando la correlación de fuerzas era similar, la lucha resultante tenía características mixtas (por ejemplo: algunos momentos de democracia directa, algunas derivaciones violentas, etc.), por esto la hemos llamado "intermedias". Para analizar cualquier lucha se puede aplicar esta triple interrogación: 1º ¿Qué relación ha existido entre los objetivos de la lucha y la organización que se han dado los trabajadores para conseguir esos objetivos? 2º ¿Qué relación se establece entre la organización y la lucha? El nivel real de la lucha alcanzado por la clase viene marcado en sentido inversamente proporcional por el número y la importancia de las instancias intermedias. La organización existe para la lucha, y no al revés, como pretenden los manuales leninistas que reflejan así el afán de capitalizar los esfuerzos del proletariado etiquetados como "espontáneos" y por lo tanto inútiles. Este punto entronca con el anterior, porque no puede existir ruptura entre los objetivos y el proceso (luchas) que conduce a su consecución. 3º ¿Qué relación surque entre el movimiento real y su representación teórica? La explicación a posteriori de las luchas, con ánimo de integrarlas en la lógica del desarrollo capitalista se ha convertido en ideología que puede llegar a intervenir en el movimiento real a través de los sindicatos, partidos políticos o grupos de izquierda, por la mediación de un marxismo esclerotizado a menudo reaccionario en su aplicación estricta. No son los debates clásicos sobre los problemas clásicos lo que determina en último término la actuación de la clase obrera. Al contrario, la degeneración de l a teoría revolucionarla en ideología sólo puede comprenderse a través de una interpretación correcta de las relaciones de clase y del nivel del enfrentamiento entre la clase obrera y el capital. Nuestro objetivo no es el de hacer el recorrido histórico que nos conduzca al momento actual de este enfrentamiento, sino el de establecer su nivel a través de las últimas luchas surgidas en nuestro país, lo que nos permitirá establecer la bases de una línea política autónoma. Nos faltará, somos conscientes de ello, un estudio de la composición de la clase obrera, estudio que nadie ha hecho aún y que, de hacerse, desvelaría el anacronismo de la teoría presuntamente revolucionaria que se ofrece hoy a una clase que, para muchos, no ha caminado desde que Lenin creó la teoría política del partido. CUADRO 1 LUCHAS REFORMISTAS A- RAM DEL AIGUA (DEL TEXTIL) OBJETIVOS Convenio colectivo del ramo 9.000 ptas. aumento 40 horas ORGANIZACIÓN INICIAL Asambleas Comisión dirigentes de CC.OO. LANZAMIENTO A partir de dirigentes sindicales PARTICIPACIÓN Y FORMAS DE LUCHAS Asambleas supermasivas 1 marcha pacífica Huelga total ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS Feudo del P.C. desde siempre RESPUESTA BURGUESÍA Amenaza de look-out Negocia CONCLUSIÓN Por asamblea aceptando el convenio LOGROS 4.650 ptas. (la patronal empezó ofertando 4.360) Ningún despido ni sancionado B- BAIX LLOBREGAT OBJETIVOS Solidaridad con LAFORSA “O todos o ninguno”... ORGANIZACIÓN INICIAL A través de la “inter" (o “comisión de los 5”) Asambleas masivas en sindicatos LANZAMIENTO Atropello de un obrero por la policía PARTICIPACIÓN Y FORMAS DE LUCHAS Asambleas masivas en Sindicatos Huelga (90%) Asambleas Marchas Piquetes ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS Dominio del P.C. Desbordamientos cada vez mayores pero espontáneos RESPUESTA BURGUESÍA No readmite No negocia Más despidos Algún look-out CONCLUSIÓN Por decisión de “los cinco”, que temen la radicalización LOGROS Ninguno C- CONTRUC. MADRID OBJETIVOS Plataforma reivindic. 21.000 ptas al mes 40 horas semanales Fijos a los 15 días ORGANIZACIÓN INICIAL Comisión asesora de los 10 “líderes” Actúan desde el sindicato Asambleas muy dirigidas y controladas LANZAMIENTO Octavillas editadas por la Com. Ases. Con la firma y foto de los 10 “líderes” PARTICIPACIÓN Y FORMAS DE LUCHAS 100.000 parados durante una semana Se eligen delegados de obra, que solo informan a la Asesora ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS El P.C. controla la asesora Intervenciones del P.C. que llegan a impedir por la fuerza que otros expresen su opinión RESPUESTA BURGUESÍA Al principio muy dura Más adelante, ceden un poco CONCLUSIÓN La Asesora llama a la vuelta al trabajo cuando aún hay detenidos y con miles de huelguistas en Getafe LOGROS 17.500 ptas. que el Gobierno reduce a 13.500 CUADRO 2 LUCHAS INTERMEDIAS A- BANCA OBJETIVOS Plataforma reivindic. del convenio ORGANIZACIÓN INICIAL Comisiones de empresa Enlaces candidatura democrática LANZAMIENTO Asamblea general de enlaces Junta gestora elegida en el Asamb. General PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA Masiva en las grandes ciudades Asambleas empresa dirigidas por los enlaces o los trabajadores más politizados Manifestaciones pacíficas. Concentraciones Encierros iglesias ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS Reformistas: Paros parciales Control sindicato democrático Izquierdistas: Hacia la huelga gen. Mucha división RESPUESTA BURGUESÍA Dura, muchos despidos No cede CONCLUSIÓN A causa de la represión y falta de solidaridad LOGROS Ninguno económico 2 despidos Se retiran las sanciones B- ENSEÑANZA OBJETIVOS Contrato laboral indefinido 30.000 ptas. sueldo real Supresión decreto E.G.B. Enseñanza gratuita Escolarización total Contrato laboral para interinos Aumento lineal 10.000 ptas. (enseñ. privada) ORGANIZACIÓN INICIAL Asamblea unitaria en zonas (privada y nacional) (institutos) Reunión de enlaces (sectorial) LANZAMIENTO Asamblea unitaria 1.500 enseñantes Asamblea en sindicatos PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA Hojas informativas Huelguistas: 80% en privada 60% en nacionales 40% en institutos Concentraciones y manifest. en barrios Paros intermitentes ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS PSUC: Sectorializa y divide Cauces legales Corporativismo PTE, OIC, “trotskos”: Pactan con sindicatos y con PSUC Comisiones independientes: Defensa plat. unitaria Por la huelga indefinida RESPUESTA BURGUESÍA No negocia Amenazas despidos Promesas vagas aumento Aumentos de cuotas en algunos colegios para oponer padres y enseñantes CONCLUSIÓN Dispersa y desorganizada, según zonas LOGROS Ninguna reivindicación Algunos aumentos salariales en la privada No se crea una organiz. sindical Surgen y se consolidan nuevos núcleos C- SABADELL OBJETIVOS Libertad detenidos manifestación Protesta por heridos en manifestación (niños) ORGANIZACIÓN INICIAL Espontaneidad Piquetes LANZAMIENTO 23 de febrero: paro general conseguido por piquetes PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA Casi total Asambleas masivas dirigidas por P.C. ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS P.C.: Busca pacto con autoridades y patronos Izquierdistas: Fomentan piquetes y extensión de la huelga RESPUESTA BURGUESÍA Pacta con líderes. Retira sanciones y despidos CONCLUSIÓN Por la promesa de liberar a todos los detenidos (se escondió la detención de detenidos hasta después de la vuelta al trabajo) LOGROS Liberación detenidos (excepto dos) y retirada de sanciones CUADRO 3 LUCHAS ANTICAPITALISTAS A- CONST. BARCELONA OBJETIVOS Plataforma reivindicativa de 19 puntos 21.000 ptas. al mes 40 horas semanales ORGANIZACIÓN INICIAL CC.OO. de reformistas (grupo de los 23) LANZAMIENTO CC.OO. lanzan la huelga PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA 20.000 manif. Inicial 40.000 Layetana (frente O.S.) Asambleas de tajo, zona y de delegados Piquetes Enfrentamientos violentos con F.O.P. ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS P.S.U.C. en el grupo de los 23, sin conseguir el control Numerosa participación izquierdista RESPUESTA BURGUESÍA Retrasa negociación para desgastar Finalmente cede terreno salarial CONCLUSIÓN Firma del convenio La Asamblea de Deleg. no es la negociadora, sino una comisión de verticalistas y reformisas LOGROS 44 horas 19.000 ptas. (revisión semestral) B- VITORIA OBJETIVOS 5. a 6.000 ptas. aumento lineal 40 horas Dimisión enlaces y jurados ORGANIZACIÓN INICIAL C.O. de tendencia anticapitalista en las principales fábricas LANZAMIENTO En Forjas Alavesas por solidaridad con un despedido Se va extendiendo PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA Casi total Obreros, estudiantes, barrios, mujeres... La asamblea obrera es el motor Asambleas de fábricas (9.000 trabajadores) cada dos días ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS Michelin (P.C.) no se une a la huelga Se queman hojas de O.R.T. RESPUESTA BURGUESÍA Brutal Despidos, cierres, no negociación Represión sangrienta CONCLUSIÓN Readmisión despedidos de “Forjas Alavesas” Se decide vuelta al trabajo en Asamblea La huelga: 2 meses LOGROS Readmisión despedidos Empresa forzada a negociar de nuevo C- ASTURIAS OBJETIVOS Protesta por 6.000 ptas. menos de prima de producción Preparación convenio margen cargos sindicales ORGANIZACIÓN INICIAL Asambleas en los pozos Asamblea general LANZAMIENTO Asamblea y huelga en Barredo y Polio que luego se generaliza PARTICPACIÓN Y FORMAS DE LUCHA Masiva. Asambleas amplias. Manifestac. Mujeres y jubilados apoyan Encierros en pozos e iglesias ACTUACIÓN GRUPOS POLÍTICO-SINDICALS Poco influyentes CC.OO en el Nalón entran a trabajar y rompen unidad Huelga sigue U.G.T y O.R.T RESPUESTA BURGUESÍA No negocia Policía y G. Civil detienen muchos obreros Suspensiones empleo y sueldo CONCLUSIÓN Se decide en Asambleas LOGROS ALGUNAS CONCLUSIONES LAS LUCHAS REFORMISTAS a.- objetivos-organización-lucha Los reformistas han intentado siempre controlar el desarrollo de las luchas, desde el principio o precipitando su final si no conseguían orientarla según sus intereses. Para ello, como puede verse en los cuadros, han actuado: - limitando los objetivos a un convenio pactable. - evitando por todos los medios la generalización de las luchas a otros sectores o zonas. - conservando el centro de decisión en una comisión o coordinadora de líderes. - convocando asambleas masivas, fácilmente manipulables, por un grupo organizado. - apoyándose en la estructura sindical (O.S.) copada por ellos o en comisiones asesoras caso de no dominar la UTT. Esta práctica burocrática sólo ha podido ser desbordada cuando las asambleas eran representativas, y venían precedidas por otras preparatorias en el tajo, taller, etc. y también cuando la lucha se ha llevado a la calle, extendiéndola a toda la población. El reformismo ha adecuado la organización al tipo de lucha que quiere impulsar y a los objetivos que persigue. Sólo mediante el liderismo, la manipulación a través de comisiones asesoras, y en general con métodos burocráticos y dirigistas, podía orientar la lucha obrera hacia donde ellos querían: el Pacto Social. 0 mejor, la necesidad para la burguesía del pacto político con el reformismo obrero como condición para a alcanzar el pacto social. Como nosotros ya habíamos dicho, la lucha obrera en el terreno salarial en las actuales circunstancias, tiene un carácter anticapitalista que solo la manipulación burocrática podía desviar. b.- recuperación ideológica. Dadas las muchas publicaciones en las cuales intervienen los reformistas el tema sería inacabable. En todas ellas pretenden dos fines complementarios: - convencer a los trabajadores de que "todo se hace por su bien" aunque a simple vista "parezca que no". - convencer a la burguesía de que son "buenos" y hay que contar con ellos si desean la paz social. Veamos algunos ejemplos de uno y otro caso: La Intersindical del Baix Llobregat dice en su análisis de la última huelga general en la comarca: "El Movimiento Obrero, si bien ha acordado la reincorporación al trabajo sin haber conseguido aún el aspecto principal, la readmisión de todos los de LAFORSA, ha aumentado su experiencia, capacidad y potencia sindicales..." De cara a la burguesía dice: "La actitud de serenidad y de civismo demostrada por los trabajadores en la calle, su habilidad para intentar el diálogo con los mismos policías..." Y a continuación en un documento de CC.OO. (el de los 101) se sentencia: "Es falso que pretendamos estrangular la economía. Lo que queremos es alcanzar una existencia digna y negociar con los empresarios en igualdad de condiciones". Y así, podríamos multiplicar los ejemplos LA LUCHA ANTICAPITALISTA a.- objetivos-organización-lucha No hace falta decir que la lucha de Vitoria es el ejemplo más característico de lucha autónoma y anticapitalista. Impulsada por militantes que defienden la autonomía obrera frente a todo tipo de sustituismo o dirigismo o, sencillamente, impulsada por obreros que sin experiencia en partidos políticos actúan de forma instintiva, es decir, con odio de clase y acción directa, no tiene nada que ver con la lucha reformista. Pero no por eso hay que creer que la lucha autónoma anticapitalista tiene unos objetivos "mágicos" o más revolucionarios. La diferencia respecto a la lucha protagonizada por el reformismo obrero, es que en ella la autonomía de clase puede expresarse con toda su fuerza. Las asambleas, las comisiones representativas, los delegados revocables, los piquetes... constituyen diversos niveles de poder, a la vez que práctica de democracia obrera. b.- recuperación ideológica En principio, si una organización defiende el protagonismo de la clase, es decir, se sitúa en el interior de la tendencia por la autonomía obrera, no intentará recuperar para ella lo que es de la clase. No tiene sentido entonces este apartado. Sin embargo, los partidos políticos que por oportunismo dicen defender las formas de autoorganización, pero que de hecho no se sitúan en el espacio de la autonomía obrera, sí han intentado recuperar toda lucha autónoma anticapitalista. En particular el PICE (ex OICE) ha tratado en todo momento de atribuirse la paternidad de la lucha de Vitoria. No hace falta hablar de las múltiples Ligas trostkistas. La práctica de estos partidos políticos es, en el fondo, la consecuencia de unas concepciones leninistas de la organización (partido), y de su relación con la clase. EFECTOS DE LA LUCHA AUTÓNOMA ANTICAPITALISTA La lucha autónoma anticapitalista no plantea la cuestión del poder, por que la situación no es todavía revolucionaria. Sin embargo, a causa de sus características requiere una forma política de respuesta por parte del capital. Por esto, la lucha de Vitoria puso en crisis al gobierno; por esto, desenmascaró el carácter represivo y antiobrero del reformismo de Fraga, Areilza, etc. No entramos a valorar con mayor profundidad lo que supone la lucha autónoma anticapitalista, porque volveremos a ella al construir una posible línea política de clase. Sólo nos puede servir una línea política capaz de impulsar este tipo de lucha. POR UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE, HOY INTRODUCCIÓN Estamos asistiendo a un ataque masivo del capital internacional contra la clase trabajadora. La crisis está siendo manejada con habilidad para enfrentar fracciones obreras de distintos países entre sí; los obreros de las grandes fábricas con los de las pequeñas; los trabajadores en paro con los que no lo están, etc. El capital no desespera y sabe que para recuperar la iniciativa a largo plazo, tiene que destruir la cohesión del proletariado, la autonomía obrera. Este proceso mundial de reestructuración y división del trabajo, cuyo inmediato beneficiario será el capital monopolista internacional (independientemente de su origen americano o lo que sea) adopta formas distintas en cada estado. En los países de América Latina se basa en la consolidación de dictaduras capitalistas (Chile, Argentina, Uruguay, etc.) y en la represión más feroz sobre la oposición, comunista o no. En Europa, la solución parece no ser única. En el último LUCHA Y TEORÍA, analizábamos cuál era el plan del capital en el caso concreto del Estado español. Podríamos extendernos mucho. Montar toda una teoría sobre el catastrofismo de la crisis, sobre las contradicciones (?) interimperialistas, sobre una posible (?) III Guerra mundial... Podríamos hacerlo, aunque siempre hemos dicho que para nosotros la crisis viene interpretada como un proceso de reestructuración, como fase de tránsito a una etapa superior del capitalismo y no como una crisis catastrófica. Pero es más. Inventar toda una especulación sobre cual será la salida capitalista a la crisis, sería olvidar que la crisis es también crisis del Movimiento Obrero, crisis de organización y alternativa de clase. Tenemos que ser claros en este punto. La crisis, manifestada en la caída tendencial de la tasa de ganancia, ha sido consecuencia de la fuerza estructural de la clase trabajadora en el moderno capitalismo por un lado, y por otro de las luchas de los países del Tercer Mundo (ver LUCHA y TEORÍA nº 6). Sin embargo este nivel de autonomía obrera que ha producido la crisis, si no se convierte en un nivel de ataque, no sirve para nada. O mejor, sin una alternativa de clase, la salida socialista de la crisis es un sueño. CRISIS Y REFORMISMO OBRERO. La alternativa socialista a la crisis no vendrá del reformismo obrero, precisamente. Es cosa extraordinariamente fácil de demostrar, que el reformismo obrero no quiere profundizar la crisis, sino, administrarla a cargo del capital. En el nº anterior de LUCHA y TEORÍA, analizábamos la propuesta política de ruptura democrática, demostrando cómo en la práctica se convertía en un pacto entre reformismo obrero y reformismo del capital. En este sentido es muy ilustrativa la evolución seguida por esta propuesta: De ruptura pasó a ruptura democrática, y finalmente a ruptura pactada. Por otro lado el reformismo del capital empezó hablando de la democracia a la española, luego pasó por la "vía española a la democracia", para terminar hablando de la democracia a secas. Es innegable el acercamiento entre ambas concepciones. Como ya desde un principio dijimos, reformismo obrero y reformismo del capital se complementan perfectamente (para frenar y destruir la autonomía obrera) y se contraponen por que son proyectos políticos distintos entre sí, a largo plazo. Haciendo referencia a las medidas económicas del reformismo obrero, todavía es más clara su aportación a la estabilización del sistema capitalista. El economista oficial del PCE presentó hace poco un programa económico para la transición con el explícito título de:"Programa para la recuperación económica española". Tiene cuatro puntos: · Restablecimiento de la confianza con una declaración de apoyo a la pequeña y mediana empresa. · Impulso de la demanda global (elevación de pensiones, etc...) como medio de lucha contra el paro. · Lucha contra la inflación. · Relanzamiento económico con la concesión de créditos oficiales a las empresas que se encuentren en peores circunstancias. Parecido programa presenta el economista del futuro PSC, pero aún es más indicador; "... de esta circunstancia (advenimiento de la II República) se ha extraído la necesidad de adoptar una serie de medidas a corto plazo que contribuyesen a paliar los efectos negativos de la crisis sobre el proceso rupturista y apoyasen su consolidación...". La razón es que: "... no podemos olvidar que el bunker tiene bases económicas concretas". Y si son lesionadas se podrían enfadar y no darnos la ruptura. Los reformistas, como de costumbre, "olvidan" que la crisis ha sido el paso histórico necesario para toda revolución y que su profundización es abrir el camino del proceso revolucionario. Las medidas político-económicas inmediatas que proponen se pueden resumir en dos: 1.- Control sobre los movimientos de clase bajo la forma de pacto político, previo al pacto social. 2.- La planificación democrática o revalorización del Estado-plan, el Estado capitalista planificador. Evidentemente, medidas posteriores como por ejemplo las nacionalizaciones, irían destinadas a una racionalización de la economía capitalista, a una redistribución de la fuerza de trabajo... Lo primero que puede constatarse de las propuestas del reformismo obrero, es que dichas medidas son muy parecidas a las que adoptaría el reformismo capitalista. Sin embargo ofrecen mayores garantías de éxito. El reformismo obrero ( PCE, PSOE, PTE, etc.) tiene mas posibilidades de destruir la autonomía obrera , de introducir las luchas obreras dentro del plan, de hacer funcionar a la clase trabajadora como fuerza de trabajo-motor del desarrollo capitalista. Sin embargo todo es aparente e hipotético. Hasta las mismas propuestas capitalistas del reformismo obrero son contradictorias e inseguras. 1.- Las típicas medidas keynesianas de impulsar la demanda para multiplicar así la producción significan de hecho revalorizar el Estado en su papel planificador. Suponen querer resolver mediante el Estado-Plan ( o sea la intervención del Estado), la crisis del propio capitalismo moderno que no es otro que fundado en el Estado-Plan. Es decir si hay algo claro para la burguesía es que la crisis que está viviendo señala el final de toda una época basada en una cierta forma de intervención del Estado en la vida económica. Por esta razón la propuesta económica del reformismo obrero es arcaica y superada por el capital. La crisis del Estado-plan, no puede superarse mediante la planificación democrática. 2.- Además Estado-plan quiere decir planificación de todos los movimientos de clase, tanto capitalistas como obreros. Planificar la lucha obrera de modo que estimule el desarrollo capitalista en vez de obstaculizarlo, es francamente difícil en época de crisis. El pacto político no se superpone necesariamente con el pacto social y las medidas acordadas finalmente entre oposición y gobierno pueden ser desoídas por la clase obrera. 3.- El reformismo obrero para imponer el pacto social en estos momentos difíciles tiene pocos recursos. Represión directa y aislamiento contra las vanguardias internas de fábrica, barrio etc. que pretenden llevar la lucha hasta el final. Y sobre todo mixtificación ideológica. A este nivel se sitúa la inmediata y fundamental aportación del reformismo para ayudar a que la burguesía supere la crisis. El reformismo obrero español, tiene que reconocerlo, está más lejos del francés o el italiano en cuanto a posibilidades de gestionar y administrar la crisis a cuenta del capital. Hoy por hoy, su principal y desinteresada contribución se reduce a una importante función: defender la legalidad burguesa puesta en duda por los impresionantes movimientos huelguísticos, verdadera forma de ilegalidad de masas; reintroducir en el Movimiento Obrero la ideología productivista, cívica y pacifista. Y en última instancia, cuando se haya pactado alguna forma de seudo-ruptura, el reformismo obrero intentará convencer a la clase obrera de que "se conforme con comer poco, pues es el precio que hay que pagar por la democracia". Resumiendo podríamos decir que el reformismo obrero tiene una política económica de y para el capital. Que su principal contribución a la superación de la crisis pasa ahora por destruir la autonomía obrera, lo que en estos momentos supone ofrecer una base ideológica (mixtificación ideológica) y una base de control (los sindicatos de clase) al capital. Mixtificación ideológica y sindicatos de clase para legitimar y hacer posible la transición sin problemas, a la democracia burguesa. CRISIS Y AUTONOMÍA OBRERA La autonomía obrera que intenta una salida revolucionaria y socialista a la crisis actual, no se plantea dar armas al capital para que se salga con la suya, sino unir crisis y organización de clase, crisis y alternativa política. Pasar de la teoría a la intervención política. Poner en pie una alternativa de clase capaz de descubrir el terreno de poder que la clase obrera puede utilizar, para no perder todas las conquistas del anterior ciclo de luchas, o ir más lejos en el camino de la Revolución proletaria si las circunstancias lo permiten. El reformismo obrero en España, en Italia, en Francia, etc. se ofrece al capital para planificar no ya el desarrollo capitalista, sino su misma negación dialéctica, la crisis. Compromiso histórico en Italia, ruptura pactada en España, programa común de la izquierda en Francia... no son más que variantes de un mismo proyecto represivo contra el proletariado: encadenarlo al capital, plegar su autonomía a las necesidades inmediatas de planificación de la crisis. Frente a estos intentos, por otro lado llenos de contradicciones ya señaladas. ¿CÓMO PROFUNDIZAR LA CRISIS? 1. LA CUESTIÓN DEL PROGRAMA Para estabilizar y profundizar la crisis, para evitar que la crisis sea una reestructuración y por tanto un punto de partida para un nuevo desarrollo cíclico del capitalismo hay que intervenir de forma organizada y según una línea de clase. Históricamente la respuesta a esta necesidad viene dada por el Programa. El Programa, con sus reivindicaciones más o menos distintas, más o menos tácticas... se convierte en el fetiche o varita mágica que "permite avance" en el camino hacia la Revolución Comunista. ¿Tenemos que elaborar un programa los militantes que defendemos la autonomía obrera y la Organización de la Clase? ¿Necesitamos un programa? Y, ¿qué es para nosotros un programa? Para responder a estas preguntas es necesario desarrollar, aunque sea brevemente, una crítica al programa clásico. Tanto los marxistas-leninistas ortodoxos, como los socialdemócratas, coinciden en dividir en dos partes el programa. Programa mínimo y programa máximo. El primero contiene los objetivos correspondientes a la etapa inmediata. El segundo, propone los objetivos finales para alcanzar el socialismo. Esta evidente separación que reduce el programa máximo a elemento propagandístico para los grandes días de fiesta, es comprensible cuando se ha esclerotizado el marxismo (para los marxistas leninistas), o simplemente abandonado (en los socialdemócratas). En uno y otro caso, la dialéctica con todo lo que significa, desaparece, o queda reducida a relaciones mecánicas simplistas. La categoría de totalidad, o sea de integralidad, es destrozada y parcializada. De esta forma las oposiciones dialécticas desaparecen como tales: ECONOMÍA-POLÍTICA: lejos de entender la profunda interpenetración que existe entre ambas, los marxistas-leninistas y socialdemócratas, las separan. Por esta razón apoyan una lucha económica (reivindicativa) y una lucha política. Las consecuencias son fáciles de comprender: para una y otra lucha se necesitan organizaciones separadas: sindicato y partido. Para movilizar a los trabajadores se necesita un programa mínimo reivindicativo, separado del programa máximo. O lo que vendría a ser lo mismo: una táctica y una estrategia general. REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA - REVOLUCIÓN SOCIALISTA: al abandonar la dialéctica, sólo pueden comprender la revolución social como una sucesión de fases distintas. Y si grupos como el PCE, PTE, etc. parecen unir las reivindicaciones económicas y las políticas en ciertos momentos (aunque por supuesto mantengan toda la concepción sindical), siguen siendo fieles a esta separación: lucha democrática primero, lucha socialista después. Aunque esta segunda etapa tampoco sea exactamente socialista, sino puramente lucha popular antimonopolista y antiimperialista. Por supuesto no hace falta insistir en que si de dos fases distintas se trata, dos programas políticos se requieren: el mínimo y máximo. (Un responsable del PCE, ante la pregunta de un empresario: "¿Pero, Uds. siguen queriendo implantar el comunismo?" respondió: "¡Quién se acuerda ya de esto!; ha pasado ya a la historial". Más claro aún uno de los líderes de Convergencia Socialista: "... se necesita un doble programa: uno a nivel de discusión pública, y el otro a nivel de la lucha cotidiana en todos los campos." El programa máximo sirve para entretenernos y diferenciarnos de los demás partidos, y el mínimo para movilizar a los trabajadores. Este es el valor real del programa político para estos grupos-políticos. SUJETO - OBJETO. Esta es seguramente la oposición dialéctica más de fondo. Significa que la clase trabajadora no es en un primer momento sujeto de la historia, sino que es un objeto alienado, una mercancía. Sin embargo será la praxis, la lucha y la teoría, lo que permitirá que esta clase alienada se convierta en autoconsciente, es decir, en sujeto de su propia historia, en sujeto del proceso revolucionario. Este razonamiento que está en la base de la teoría de la revolución de Marx, es negado en la teoría y en la práctica por los marxistasleninistas... Si el partido es la vanguardia dirigente capaz de señalar y preparar el camino, ya sea hacia la democracia burguesa (m.l.reformistas), o hacia la revolución (m.l.revolucionarios), la clase obrera deja de ser el sujeto consciente para convertirse en el objeto pasivo, movilizado según las necesidades y las circunstancias convenientemente analizadas por el partido. Esta concepción y no otra, del proceso histórico es lo que determina en última instancia el carácter y funcionalidad del programa. Coherente con la primacía del partido sobre la clase resulta: 1º Para los partidos políticos el programa sirve para movilizar a la clase trabajadora. Por esto, a pesar de que como tal programa pueda ser general en sus propuestas, en realidad no es más que un programa más o menos maximalista. La clase obrera lucha por mejoras inmediatas y los partidos se benefician y utilizan a otro nivel (por ejemplo el parlamentario) los niveles de poder alcanzados en la batalla cotidiana. De otra manera: algunos objetivos del programa de un partido pueden ser realmente objetivos de lucha necesarios para el proletariado. Lo que ocurre es que muchos objetivos funcionan en la práctica como meros objetivos de lucha sindical. ¿Por qué? Porque para el partido son elementos movilizadores útiles para la lucha de masas, en la cual no se da lucha política pues ésta se reserva a la organización de tipo general: el partido. 2º. El programa de los partidos políticos no busca construir la autonomía obrera es decir, capacitar a la propia clase para que dirija el proceso revolucionario, sino la formación de cuadros o dirección política externa a la clase (el partido revolucionario), que será la nueva burocracia explotadora. Existe una variante del marxismo - leninismo, el trotskismo, que consciente de las limitaciones y del reformismo inherente al doble programa, intenta ir más allá. Los distintos grupos y grupúsculos trotskystas tienen en común reivindicar -unos más y otros menos- el Programa de Transición escrito por Trotsky y "adoptado en 1938 al mismo tiempo que los Estatutos de la IV Internacional ... por la conferencia internacional de fundación de la nueva internacional revolucionaria..." Dos puntos son centrales para su comprensión: - "La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria..." - "Las fuerzas productivas de la humanidad han dejado de crecer..." Por la primera afirmación se comprenderá en seguida que el programa de estos marxistas-leninistas heterodoxos reproducirá casi fielmente todas las contradicciones (separación del objeto y el sujeto, lucha económica-lucha política, sindicato y partido, etc.) que criticábamos como adialécticas y contra revolucionarias. Los trotskistas, en su eterno retorno a la pureza del marxismo-leninismo, exagerarán todavía más, si cabe, la importancia de la dirección política o partido, la función mágico-movilizadora del programa, etc. El segundo punto es la base de su originalidad. Si el capitalismo en 1938 (i) ha dejado de crecer, evidentemente el "viejo programa mínimo está constantemente superado por el Programa de Transición, cuya finalidad es movilizar constantemente las masas hacia la Revolución Proletaria". El programa de transición vendrá pues a llenar el vacío existente entre las reivindicaciones mínimas y máximas. Las consignas de la transición del tipo de "control obrero de la producción, gobierno obrero y campesino, escala salarial móvil, etc." serán su formulación concreta. Por supuesto los trotskystas no entienden estas reivindicaciones como una forma de participación en el capitalismo, lo que a la larga podría ser aceptado a ciertos niveles por una burguesía inteligente. Vistas en una óptica revolucionaria es absurdo plantear estas reivindicaciones y reclamar el control obrero de la producción sin antes haber derribado el Estado capitalista. Pero, y esto es una crítica fundamental al trotskysmo, para esta ideología, las reivindicaciones de transición sirven en cuanto son movilizadoras, independiente de que hoy por hoy, sean irrealizables. O sea, las consignas de transición tienen un valor puramente de agitación y propaganda. Sin embargo, en teoría sirven para unir la etapa de lucha democrática y la de la lucha socialista, según la famosa idea de la revolución permanente. En la práctica, se mueven los trostkistas, detrás del reformismo (PCE, PTE, etc.) aunque empleando un lenguaje más izquierdista. La crítica a la ideología trotskista no podría extenderse mucho más. Pensamos que es suficiente para lo que aquí nos interesa, y sobre todo insistiendo en que se trata de una variante del marxismo - leninismo que hemos analizado más profundamente. Finalmente quedaría ocuparnos de una cierta corriente, comunista, de tipo consejista, muy minoritaria en el Estado español. Para esta ideología, que se quiere anti-ideológica, la base teórica del programa reside en los análisis económicos de Rosa Luxemburgo. Siguiendo a esta gran revolucionaria, pero deficiente economista, afirman que el capitalismo está definitivamente condenado. Que la crisis del sistema capitalista mundial sólo puede tener dos salidas: la revolución comunista mundial, o la barbarie, es decir una tercera guerra mundial. Ante un análisis catastrófico de este tipo, el programa mínimo no tiene sentido. El programa máximo, la revolución comunista, está a la orden del día. No merece la pena criticar estos planteamientos, tan sólo resaltar las interesantes contribuciones de esta corriente en lo que respecta a la crítica al partido, de los sindicatos de clase, etc. LA CUESTIÓN DEL PROGRAMA PARA LA AUTONOMÍA OBRERA El programa clásico que hemos criticado se refiere necesariamente al partido político. ¿Qué sentido puede tener para nosotros, militantes independientes u organizados, que nos movemos en el interior de la autonomía obrera, un programa? Pensamos que movernos alrededor del doble programa, o de las aportaciones trotskystas no es útil en absoluto para avanzar hacia la Organización de Clase. Por eso volvemos al principio, al punto de vista de clase, a la unilateralidad del más profundo y sectario odio de clase, a la autonomía obrera. Hay dos formas distintas de aproximarse a lo que es la autonomía de clase: A.: una aproximación histórica. B.: una aproximación política. En el primer caso, que es el más usual, se ve la autonomía de clase como una tendencia histórica del Movimiento Obrero que se ha plasmado en diversas realizaciones históricas: des-de la Comuna de París, a los comités del 36 en España, pasando por las experiencias de Soviets o Consejos Obreros en la URSS, Hungría y recientemente en Polonia. No es el momento de profundizar en este enfoque. Ahora nos interesa la segunda aproximación, la autonomía obrera como línea política. Una primera definición provisional de la autonomía obrera sería decir que es el movimiento real en que la clase adquiere -aunque sea momentáneamente- conciencia de ser sujeto del proceso revolucionario. Movimiento cuyo origen material está en las contradicciones entre capital y trabajo. Movimiento real que se manifiesta de forma visible de múltiples maneras que adopta las formas organizativas más adecuadas en cada momento. Este pequeño cuadro cuya única pretensión es señalar algunos ejemplos, puede aclarar la definición anterior. SITUACIÓN Crisis revolucionaria AUTONOMÍA OBRERA Máxima MANIFESTACIÓN VISIBLE Insurrección. Organización de la Clase (Consejos) NIVEL DE PODER Contrapoder generalizado SITUACIÓN Crisis contra-revolucionaria AUTONOMÍA OBRERA Nula MANIFESTACIÓN VISIBLE Inexistente NIVEL DE PODER Nulo SITUACIÓN Huelga salvaje dentro de ciclo de luchas AUTONOMÍA OBRERA Variable MANIFESTACIÓN VISIBLE Rechazo del trabajo (Comités elegidos, Asambleas) NIVEL DE PODER Poder momentáneo y local SITUACIÓN Huelga controlada dentro del ciclo de luchas AUTONOMÍA OBRERA Falsa MANIFESTACIÓN VISIBLE Falsas representaciones: Asambleas manipuladas, comités fijos… NIVEL DE PODER Falso poder pues está ligado a las necesidades del capital La autonomía obrera es en cada momento un nivel de poder porque es un movimiento real que va contra el capital. El capital en el contexto de la lucha de clases actúa frente a la Clase Obrera con una línea política determinada; esta línea política del capital, fundamentada en la política económica, abarca la globalidad de los aspectos sociales (política social, política- "política", cultural, educativa, sexual, ideológica, etc.). En cada momento de la lucha de clases, la burguesía privilegia el nivel más eficaz para controlar y dominar a la clase obrera. Hoy se concreta bajo la forma de "pacto social", nuevas instituciones políticas, responsabilidad cívica, congelación salarial, inflación, etc. La clase trabajadora también tiene y debe desarrollar su línea política, línea política de clase, global, pues es una respuesta-ataque a todos los niveles de opresión y dominación burguesa. Los fundamentos de la autonomía obrera entendida como línea política están aún por elaborar. Sin embargo existen ya unos puntos de partida que hemos empezado a exponer en el Nº anterior de LUCHA y TEORÍA, y que en la medida de nuestras posibilidades, iremos desarrollando: - Una cierta visión de la sociedad capitalista, de su desarrollo, de sus contradicciones y de su crisis. - Una cierta idea de la clase trabajadora, del proceso de proletarización, de la composición política de clase... - Unas hipótesis básicas sobre el proceso revolucionario, sobre la Organización de la clase, las formas de auto-organización... - Una visión de la futura sociedad comunista. Junto a estos fundamentos teóricos, la construcción de una línea política de clase es solamente posible por una práctica independiente de clase. PROFUNDIZAR la Crisis del capitalismo, resolver la cuestión del programa, no es más que concretar en el actual momento histórico, la autonomía obrera entendida como línea política contra el capital. CARACTERÍSTICAS DE UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE La línea política de clase que nos puede ayudar a profundizar la crisis capitalista, no es ni un programa máximo ni uno mínimo. No es solo máximo, porque la crisis no es todavía revolucionaria, ni tan siquiera pre-revolucionaria. No es un programa mínimo porque cada uno de los de los objetivos que deben componerla no son meras reivindicaciones, sino elementos de poder que deben poner en cuestión la dominación capitalista. La línea política de clase como conjunto de líneas de intervención en todos los frentes, es un proyecto, político en el cual se resuelven en cada momento las necesidades inmediatas y las exigencias de poder. O sea, al revés de los programas clásicos, no se trata de pedir ahora un poco para más tarde pedirlo todo. Es justamente de forma opuesta como hay que hacer. La línea política de clase busca ya desde ahora arrancar el máximo poder para la clase obrera. Por esto la línea política de clase tiene sentido, sí y solo si es capaz de impulsar un ciclo de lucha. ¿Cualquier ciclo de luchas? ¿Cualquier forma de lucha? No, por supuesto, la línea política de clase no es un programa clásico que pretenda movilizar a la clase trabajadora en función de unos objetivos inmediatos. La lucha a la ofensiva no justifica por sí misma a la línea política de clase. Los objetivos de esta línea están bien definidos: 1º.- CONSTRUIR LA AUTONOMÍA 0BRERA. En la práctica esto supone: a) de cara a la clase obrera: construir relaciones sociales comunistas. La línea política de clase debe impulsar un tipo de lucha en el cual surjan formas de auto-organización que se opongan a toda sustitución y manipulación de la clase (jerarquización, división del trabajo y delegación de funciones). Estas formas de auto-organización nacidas de y para la lucha desarrollan en su interior un tipo de relaciones sociales prefiguradoras de las que existirán en el comunismo. No hay que llevarse a engaño. Las relaciones de producción comunistas no pueden existir nunca en el interior del capitalismo. Las relaciones sociales comunistas, sí. Es posible aunque de modo inseguro e inestable, recuperar la comunidad humana, construir las relaciones sociales comunistas como practica de libertad. b) de cara al capital: construir niveles crecientes de poder obrero. Contrariamente a los marxistas cultivadores de la metafísica, nosotros pensamos que el poder obrero, la Organización de la Clase no surge un buen día del cielo, sino que día a día hay que levantarlo. Por otro lado asociamos, y es la misma realidad, relaciones sociales comunistas (auto-organización en el transcurso de una lucha) con un nivel determinado de poder. 2º.- IMPONER Al CAPITAL UN PODER DE CLASE. No hay que confundir, evidentemente, este poder de clase con la Dictadura del proletariado (democracia obrera; no, dictadura de partido) fase histórica posterior a la revolución. Como objetivo de la línea política de clase imponer un poder de clase significa la voluntad obrera de no someterse a las leyes del capital. De privilegiar una intervención tal, que acelere la deteriorización del sistema capitalista y favorezca la unificación del proletariado. Por ejemplo ante el proceso de proletarización, no defender las categorías y la profesionalización como hace el reformismo obrero, sino justamente al revés. Ante la crisis manejada para dividir y oponer fraciones obreras entre sí, utilizarla para mostrar las contradicciones del sistema. Más adelante al analizar la crisis, las reestructuraciones etc. como armas del capital, concretaremos algo más esta línea de intervención. Podríamos sintetizar en pocas palabras qué es y para qué sirve una línea política de clase: Es la línea que impulsa determinados ciclos de lucha en los cuales se construye la autonomía obrera y un poder de clase sobre el capital; avanzando así hacia la Organización de la Clase, único poder obrero capaz de destruir al Estado capitalista. De otra forma, podríamos decir, que es aquella intervención capaz de aumentar la confianza del proletariado en sí mismo, de rechazar toda dirección política externa especializada, y de impulsar la lucha según los verdaderos intereses de clase. CÓMO CONSTRUIR UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE Por desgracia no existe ninguna fórmula mágica, sino tan sólo indicaciones generales a practicar, hipótesis de trabajo. No se puede construir solamente a partir de unos principios teóricos, por más acertados que puedan ser. Lo que obtendríamos sería un producto intelectual, quizás muy coherente, pero muy poco útil, pues tendría más de ideología que de línea de intervención. Por otro lado, partir solamente de la realidad inmediata, o de una mínima formulación de ella, por ejemplo, la constatación de un nivel de poder determinado, nos conduciría a una explicación descriptiva, cuya consecuencia sería la falta de perspectivas y objetivos, el puro seguidismo de las transformaciones de la realidad. Seríamos incapaces de intervenir y de hacerlo, lo haríamos a destiempo. La salida a este aparente dilema, es proponer como método una lectura de la realidad. Antes de comentar cómo puede hacerse esta lectura, profundicemos en qué entendemos por realidad. SOBRE LA REALIDAD SOCIAL La realidad a que nos referimos en este momento es la realidad social, compuesta de los movimientos de clase y los movimientos del capital, como manifestaciones de las contradicciones más internas del sistema capitalista. Entendemos por movimientos de clase, las luchas obreras abiertas, y subterráneas en cuanto no han salido a la luz, los comportamientos y actitudes de la clase obrera, etc. Por movimientos del capital, entendemos su Plan general, o sea su política económica, su política-"política", etc. La pregunta que surge al momento es: ¿qué relación existe entre uno y otro movimiento? En el último LUCHA y TEORÍA, se avanzaba ya una respuesta a esta cuestión. Mejor dicho, todo el análisis había sido posible a partir de esta res-puesta-hipótesis. Para nosotros, los movimientos del capital en la fase presente son un continuo adaptarse y prever los movimientos de clase: la crisis está dirigida contra una específica clase trabajadora, la internacionalización del capital (empresas multinacionales), es una respuesta a un nivel determinado de luchas, etc. La base teórica de esta hipótesis de trabajo reside en considerar que el desarrollo capitalista tiene articulación obrera, por lo que el capital se autoimpone sus necesidades de cambio gracias a la lucha obrera misma. El fin del franquismo sería el mejor ejemplo, tal como ya analizábamos. SOBRE LA LECTURA Sería engañarnos decir, que de la mera lectura de los movimientos del capital o de clase, se obtiene una línea política. Una buena lectura de la realidad, que supiera constatar las principales tendencias evolutivas, lo que vulgarmente diríamos como ¿qué va a pasar?, sería una teoría. Teoría con una estructura anticipativa, es decir con capacidad de previsión. Sin embargo, la línea política de clase tal como la hemos venido concibiendo hasta ahora, debe tener capacidad de intervención. Nosotros buscamos una línea política, porque queremos intervenir en la transformación de la realidad social. La conclusión es que nuestra lectura de la realidad tiene que ser una lectura militante, una lectura bajo el punto de vista de clase, o sea, buscando en todo momento la construcción de la autonomía obrera. Nos falta mucho todavía para aclararnos. Las líneas maestras en que consistiría esta lectura militante serían: a.- Para leer los movimientos de clase. Recurrir al método propuesto por Marx: la encuesta obrera, que nada tiene que ver con los modernos "sondeos de opinión". La encuesta obrera permite el más directo conocimiento de los comportamientos políticos de la clase, los conflictos internos, los frenos que impiden la lucha abierta, la situación real de la fábrica, barrio, etc. Como las posibilidades de la encuesta obrera son muchas, en otro número volveremos a ella. b.- Para leer los movimientos del capital. Hay que llevar a cabo la negación dialéctica del Plan capitalista. Si el capital ataca a la clase obrera con el control sindical, la crisis, etc. hay que formular propuestas concretas que nieguen el control sindical, que nieguen la crisis y que permitan avanzar en los objetivos señalados en la línea política de clase. Decimos que negación dialéctica por varias razones: - tiene que ir más allá de las propuestas del capital y en la dirección de construir la autonomía obrera. - a ciertos niveles o propuestas del ataque capitalista quizás es conveniente no responder, centrándose únicamente en los que son más provechosos para la clase. ELEMENTOS Avanzando en la concreción de una línea política de clase, pensamos que debe responder a cuatro puntos: 1.- tiene que establecer cual es el terreno o nivel de choque más favorable para la clase obrera (Por ejemplo, para el PCE es la lucha en el terreno de la democracia burguesa para nosotros...) 2.- tiene que señalar los objetivos prioritarios que permitan avanzar en la construcción de la autonomía obrera hacia la Organización de la Clase. 3.- tiene que marcar las formas organizativas creadas por el proletariado, más adecuadas para la consecución de estos objetivos. 4.- tiene que presentar una alternativa de sociedad, el comunismo, capaz de entusiasmar. Para facilitar la respuesta a estas cuestiones, tanto en su búsqueda como en su exposición, es conveniente distinguir dos elementos constituyentes de la línea política de clase: a.- LA ESTRATEGIA DE LOS OBJETIVOS. b.- LOS INSTRUMENTOS DE CLASE. (Conciencia, organización y teoría revolucionaria). Concretar una línea política de clase en una situación de doble poder, en un momento revolucionario es relativamente fácil, porque la línea política se ha transformado en programa. En el Programa para el comunismo, que siempre es el mismo: ABOLICIÓN DEL TRABAJO ASALARIADO y AUTOGESTIÓN GENERALIZADA Si la línea política de clase va asociada a organizaciones de militantes minoritarias, el Programa para el comunismo va asociado forzosamente a la Organización de la clase que es quien empieza a ponerlo en práctica. Por desgracia no es la situación actual. El Programa para el Comunismo, no está a la orden del día, tan sólo podemos disponer de indicaciones generales, de líneas políticas de clase. Vamos a desarrollar a continuación una provisional, parcial e incompleta línea política de clase, que arrancará de la valoración de las luchas y del Plan del capital (ver LUCHA Y TEORÍA nº 6). Las Propuestas críticas de todos nuestros compañeros, y la confrontación con la práctica, nos permitirán avanzar en la elaboración de una línea política cada vez mas ajustada a las verdaderas necesidades de la lucha de clases. 2. PROPUESTA DE UNA LÍNEA POLÍTICA DE CLASE A.- LA ESTRATEGIA DE LOS OBJETIVOS ELECCIÓN DEL TERRENO MÁS FAVORABLE PARA LA CLASE OBRERA Para librar una batalla hay que conocer al enemigo, pero si se quiere triunfar además es mejor poder escoger las reglas del juego, el nivel o terreno en que uno es más fuerte. Este sentido tiene la propuesta política anterior. El reformismo obrero en su enfrentamiento con el capital escoge el terreno de la lucha democrática, que es el más favorable para posibilitar las alianzas con ciertas fuerzas burguesas, aunque esto suponga renunciar a los objetivos de clase. Para nosotros, la lucha de clase disgrega las presuntas clases medias y es la mejor garantía para que el proletariado las incorpore en la lucha bajo su dirección. En el fondo, el argumento reformista, la abstracta alianza con las clases medias, es querer perpetuar una fase superada del capitalismo, es ir contra la historia. ¿Pero cuál es el terreno más favorable? a.- No al politicismo. La lucha por objetivos estrictamente políticos de índole revolucionario. Revolución Comunista, abolición del trabajo asalariado, etc. es hoy por hoy imposible. En cambio, la lucha por objetivos políticos reformistas, la democracia burguesa por ejemplo, es factible aunque desarma la clase trabajadora porque la diluye como tal, y la sitúa en un terreno que coincide con las necesidades del capital. Actualmente luchar solamente por objetivos políticos, "hacer política", es necesariamente reformista. b.- No al economicismo. La lucha salarial conducida con formas organizativas para-sindicales o sindicales, conduce a la utilización y asimilación de ella, por parte del capital. En nuestra valoración de las luchas aparece bien claro. No puede ser de otra manera. A través de la lucha sindical la reivindicación obrera se transforma en un reflejo de las necesidades del capital. Ni como ciudadano, ni como productor: trabajador VOLVER A LA SOCIEDAD-FÁBRICA PARA ATACAR AL ESTADO Frente a las falsas situaciones a que conducen el politicismo (ciudadano) o el economicismo (pro-ductor), nosotros reivindicamos la centralidad de la fábrica. ¿Qué significa esto? Cuanto más avanza el desarrollo capitalista y con él la apropiación por la burguesía del sobretrabajo o plusvalía, más penetra la producción capitalista dentro de la sociedad burguesa. Llega un momento en que la fábrica lo puede todo. Toda la sociedad vive en función de la fábrica: desde la alimentación al horario de descanso, desde las vacaciones hasta la escuela. Nuestra forma de vida, la escuela como reproductora de ideología y de fuerza de trabajo, el barrio como zona de descanso para el mantenimiento v reproducción de la fuerza de trabajo, etc., todo está al servicio de la fábrica. La centralidad de la fábrica en la sociedad burguesa, tiene una consecuencia política fundamental. Desde la fábrica, desde las relaciones capitalistas de producción, o lo que es lo mismo, como trabajadores, podemos desarrollar una lucha que ataque a la sociedad, al Estado. Por esta razón decimos: VOLVER A LA SOCIEDAD-FÁBRICA PARA ATACAR AL ESTADO. No se trata de ninguna hipótesis. La realidad del último ciclo de luchas lo ha confirmado perfectamente. La Lucha de Vitoria, como ejemplo superior dentro del cuadro analizado, nos demuestra que: a.- Una lucha en el terreno salarial (era el eje inicial) conducida con formas de auto-organización, permite el desarrollo de un nivel de poder obrero y de relaciones sociales comunistas. b.- La lucha reivindicativa no sólo puede tener un contenido político, sino llega a ser una lucha contra el Estado capitalista. A este tipo de lucha cuyo centro es la fábrica pero que ataca al Estado, a la lucha de Vitoria, la hemos llamado lucha AUTÓNOMA ANTICAPITALISTA. Esta es la proposición básica de la línea política de clase en estos momentos: VOLVER A LA SOCIEDAD-FÁBRICA PARA IMPULSAR LA LUCHA AUTÓNOMA ANTICAPITALISTA CONTRA EL ESTADO OBJETIVOS Y LÍNEAS DE INTERVENCIÓN La proposición anterior es concreta por sí misma, pero para llevarla a la práctica se necesita especificar unas líneas de intervención, unos objetivos (que impulsen y orienten la lucha hacia la autonomía y el anticapitalismo. Proponemos una lectura militante del plan del capital, en la cual se distinguen tres niveles diferentes pero articulados en un mismo ataque a la clase trabajadora: 1 -La crisis como arma patronal. 2 -La integración política ideológica como arma patronal. 3 -La represión del Estado como arma patronal. Mediante su negación dialéctica, obtendremos unas líneas de intervención concretas y articuladas como parte de una estrategia de los objetivos. Por supuesto tendremos presente, en todo momento el último ciclo de luchas. 1.- FRENTE A LA CRISIS COMO ARMA PATRONAL La crisis "maravilloso" instrumento burgués para desplazar la correlación de fuerzas entre capital y trabajo a favor del primero, se despliega en toda su magnitud, congelación salarial, intensificación del trabajo y reestructuraciones. Veamos algunas líneas de intervención posibles en cada uno de los casos, en el sentido de impulsar la lucha autónoma anticapitalista. A.- FRENTE AL ATAQUE AL SALARIO. (Inflación, topes salariales, etc.). La finalidad perseguida por el capital al comprimir los salarios, es crearse un margen de beneficio base para un auto-financiamiento. Pero si enfocamos el continuo ataque al salario en una mayor perspectiva de clase, nos daremos cuenta que la intención última del capital es simplísima: se trata de obligar a trabajar a los obreros. La carestía de la vida sitúa al trabajador en una posición de subordinación, de docilidad todavía mayor, si cabe, respecto al capitalista. La importancia de la lucha en el terreno salarial es evidente. Como se ve el cuadro, la mayoría de los movimientos de clase han tenido por eje la reivindicación salarial. Pero la posición de los distintos grupos políticos, en la teoría y en la práctica no es la misma. REFORMISMO OBRERO Y LUCHA SALARIAL. En términos generales se puede afirmar que el reformismo obrero no ve en la lucha salarial una potente arma obrera. Es más, en su práctica procura por todos los medios que las reivindicaciones salariales sean compatibles con el desarrollo capitalista, que no le causen daño. En el momento político de transición que vivimos, el reformismo obrero (PCE, PSOE, etc.) dosifica también la lucha obrera, pero no en el sentido anterior sino en el de presentar el pacto político como algo imprescindible para la burguesía. Es el caso más escandaloso de utilización de la lucha obrera para ganarse la propia legalidad. No insistiremos sobre este punto porque en el n0 anterior se desarrollaba suficientemente. Es interesante destacar que para el reformismo obrero la lucha salarial tiene un valor político, en cuanto demuestra al capital la necesidad del pacto político como fase previa al pacto social. Sin embargo, no tiene un contenido político, pues para ellos es una mera lucha reivindicativa de tipo económico. En esto son buenos seguidores del marxismo-leninismo. AUTONOMÍA OBRERA Y LUCHA SALARIAL. La autonomía obrera ve en el salario un instrumento de clase pues se puede utilizar contra el desarrollo, convirtiéndolo en un verdadero instrumento político capaz de hacer fracasar el Plan del capital. El último ciclo de luchas ha confirmado este resultado teórico — práctico. El reformismo del capital ha entrado momentáneamente en crisis gracias a la lucha salarial. Porque cuando la lucha en el terreno salarial se transforma en lucha por la apropiación de la riqueza y para esto es suficiente que la clase vea en el salario la posibilidad inmediata de acceder a unas nuevas posibilidades humanas (este ha sido el caso en muchas luchas de este tipo), la lucha salarial adquiere un contenido y tiene un valor político. En síntesis, podríamos decir que la lucha en el terreno salarial en este momento, si no está mediatizada (manipulada y frenada) por el reformismo, se transforma en lucha por la apropiación de la riqueza, con valor y contenido político. Concluyamos que esto es así porque: 1º- La lucha salarial en estos momentos de crisis económica, política etc. puede hacer fracasar el Plan del capital, que no es otro que destruir la autonomía obrera. 2º - La actual lucha salarial al desplazar la correlación de fuerzas entre el capital y trabajo a favor del segundo, es productora de unos niveles momentáneos de poder obrero y de unos contenidos y experiencias de liberación (asambleas obreras, democracia directa, nuevas relaciones humanas, rechazo del trabajo... etc.) La lucha por superar los topes salariales representa un enfrentamiento directo con el Estado capitalista, al ser éste el que los ha impuesto; el que debe homologar los convenios y el que, ante la lucha utiliza directamente la represión. Es una victoria del movimiento obrero el haber obligado al Estado a abandonar la imposición de los topes salariales, y su sustitución por un intento de pacto social en las fábricas. Esto confirma el valor y contenido político de la lucha salarial en el momento presente. Seríamos ilusos si no viéramos los límites de la lucha en el terreno del salario. El fracaso de la convocatoria de huelga general para la construcción, como consecuencia de la homologación del convenio precisamente el día anterior, es aleccionador. El nivel de lucha obrera era tal, que el Estado prefirió ceder. El nivel de conciencia política y de clase era tan débil que ya no hubo fuerzas para empezar una nueva lucha. Una cosa es cierta, la inflación ataca de tal modo que dentro de meses se abrirá un nuevo ciclo de luchas (o mejor sería decir proseguirá -?-) cuyo eje central será la reivindicación salarial. Avancemos algunas líneas que hacen referencia tanto al reformismo del capital como al reformismo obrero: - LUCHA POR LA APROPIACIÓN DE LA RIQUEZA – - NO AL PACTO SOCIAL: AUTONOMÍA OBRERA - - NO A LA TREGUA SALARIAL - - AUMENTOS IGUALES PARA T0D0S - Pensamos que no hace falta insistir sobre la importancia que tiene la reivindicación, ya ampliada-mente extendida, de aumentos iguales para todos. Este objetivo es el que ha causado más dolor de cabeza a los sindicalistas. Primero no lo entendieron, porque no les podía entrar en su cabeza de funcionarios burócratas. Después, muchos lo atacaron defendiendo que cada trabajo tiene un valor distinto. También habían leído mal a Marx. Marx nunca dice que el trabajo tiene valor, lo que dice -que es completamente diferente- es que el trabajo es la medida del valor de toda mercancía. Con esto queremos decir que AUMENTOS IGUALES PARA TODOS como consigna, tiene importancia porque supone la unidad política entre los trabajadores, por un lado, y por otro porque rompe la unión entre tipo de trabajo y salario. Con gran escándalo de patronos y sindicalistas, claro está, que coinciden en defender-la profesionalización y las categorías, o lo que es lo mismo un sueldo "justo y digno" para cada tipo de trabajo. B.- FRENTE A LA INTENSIFICACIÓN DEL TRABAJO El ataque al salario se combina con la intensificación de la explotación: inacabables horarios de trabajo, ritmos agotadores, horas extras, etc. Con este ataque combinado el capital pretende recuperar sus márgenes de beneficios, su tasa de ganancia. La urgencia de la lucha en el terreno salarial, ha arrinconado momentáneamente a los movimientos de clase dirigidos contra la intensificación del trabajo. Como durante un tiempo bastante largo va a ser así en general, únicamente haremos una aproximación concreta. La intensificación del trabajo puede venir de la mano de nueva maquinaria o de la misma maquinaria. Veamos algunas indicaciones prácticas: a.- El patrón intensifica el trabajo utilizando la misma maquinaria: es el caso más sencillo ya que el rechazo de la intensificación se puede concretar perfectamente: se mantiene el ritmo anterior, o si hay posibilidades, se reduce todavía más. Lo mismo puede hacerse si se trata de controlar un mayor número de máquinas. Es muy fácil condensar en pocas palabras una actitud de resistencia: NO A LOS RITMOS AGOTADORES, CONTRA TODO REGLAMENTO INTERNO, etc. b.- El patrón intensifica el trabajo mediante la utilización de nueva maquinaria: al estar ausente la maquinaria anterior no existe una base de comparación y es difícil dar unas indicaciones concretas. La lucha obrera sólo puede ir dirigida contra el uso capitalista de la máquina, por lo tanto sus líneas y objetivos tendrán que ir por: eliminar o atenuar los incentivos a cambio de un salario más elevado; si no es posible abolir las primas, convertirlas en inútiles... C- FRENTE A LAS REESTRUCTURACIONES DEL CAPITAL Este es uno de los capítulos menos estudiados y también más difíciles para la lucha obrera. Con una perspectiva general se puede afirmar que la reestructuración capitalista persigue una finalidad: destruir la actual clase trabajadora. En otras palabras, destruir una clase obrera compacta y homogénea políticamente, centrada alrededor de. su fracción mas importante, el trabajador de la cadena, el obrero no cualificado. El capital intenta fraccionarla en categorías y más categorías utilizando la valoración de puestos de trabajo para incrementar al máximo la división entre los trabajadores, buscando en el fondo, reconstruir una nueva clase trabajadora más dócil y controlable. Este proyecto represivo del capital, que nosotros hemos estudiado con el nombre de crisis no se hará en un día, ni en unos años, ni en un sólo país. En el Estado español la viabilidad de este ataque dependerá mucho de la colaboración más o menos activa del reformismo obrero, como ya se ha visto en ciertos sectores productivos (textil). La reestructuración capitalista, como ataque contra la clase, tiene un doble nivel: a.- Nivel sectorial. Significa concentración y centralización del capital, acentuación del peso de sectores productores de bienes de tipo instrumental (motores, cibernética), fundamentales para el control sobre la clase obrera. Todos estos procesos tienen que conducir a una: socialización del trabajo (extensión del trabajo industrial a todo), y una flexibilización de la fuerza de trabajo que se convierte en móbil y fácilmente adaptable a todas las necesidades del desarrollo capitalista. En el Estado español, la última reestructuración en marcha es la textil (lana, seda, etc...) que afecta a miles de trabajadores. La intervención del reformismo obrero con sus métodos de diálogo, y el mismo tipo de trabajadores afectados -media de edad bastante elevada y muy especializados- ha hecho que la resistencia obrera ante el plan de reestructuración fuera pequeña. b.- Nivel de fábrica: A este nivel la reestructuración supone la reorganización interna de la fábrica buscando en todo momento la elasticidad del sistema productivo, como mejor forma para hacer frente a la lucha obrera. Los llamados pulmones o espacios muertos en la cadena de montaje, la descentralización de las grandes empresas en otras pequeñas y separadas geográficamente, etc. están claramente, dirigidos a inutilizar todos los movimientos de clase internos de fábrica. Contra el absentismo, verdadera plaga de las grandes y pequeñas fábricas, el capital también ha reaccionado. Los trabajos rotativos, el famoso enriquecimiento del trabajo, los pequeños grupos autónomos en vez de la cadena de montaje, demasiado conflictiva, son el "último grito" propuesto por los sociólogos, verdaderos teóricos de la armonía y de la paz social. En la actualidad no es posible adelantar una línea general de intervención para hacer frente a las reestructuraciones. Primero, porque falta recoger la mínima práctica que haya podido darse. Segundo, porque falta un análisis específico de la relación entre el proyecto político del reformismo del capital (Plan de Fraga o Areílza con sus distintas matizaciones) y la reestructuración capitalista en curso. Lo que está claro es que no es factible una oposición directa y total a las reestructuraciones capitalistas hoy por hoy. Por tanto una línea de intervención ante este ataque debe ir dirigida en todo instante a evitar que la reestructuración se haga a costa de la clase obrera. Esto supone concretamente: Luchar contra sus efectos inmediatos para que la clase trabajadora no pague la crisis ni pierda los niveles de poder alcanzados en la fábrica, en el barrio, etc... a.- A nivel sectorial: está muy en función del sector particular que se quiera reestructurar, del tipo o fracción de la clase obrera afectada (obreros cualificados o no, jóvenes o mayores, etc.) lo que determina en gran parte las posibilidades reales de hacer frente con éxito al ataque en forma de reestructuración. Por otro lado este ataque capitalista incide sobre la clase como un presión continua hacia la innovación. Es decir, el capital tiene tiempo por delante para culminar sus propósitos. La respuesta obrera por lo tanto no puede ser la huelga indefinida difícil de mantener y con resultados finales casi siempre negativos. Frente a las reestructuraciones a venir se deben impulsar formas de lucha elásticas, como huelgas por secciones, si puede ser de forma rotatoria, autolimitación de la producción, no colaboración, etc. Evidentemente sólo se pueden dar algunas líneas generales. Además, la presencia o ausencia de los futuros sindicatos de clase puede ser determinante. El resultado de toda reestructuración capitalista es siempre el mismo: el paro. La lucha contra el paro no hay que verla como algo específico de una empresa de los parados. Las marchas de parados, sus comisiones, etc. no perjudican en nada al sistema capitalista por que no interrumpen el proceso de producción. Por lo tanto sólo la lucha combinada de parados y no parados, puede superar esta división introducida dentro de la clase y a la vez tener ciertas posibilidades de éxito. Pensamos que las líneas y objetivos concretos tendrían que ir en este sentido: SALARIO GARANTIZADO PARA TODOS, reivindicación común a parados y no parados y por esto con carácter unificador. SALARIO GARANTIZADO significa para los trabajadores en activo, la seguridad en momentos de crisis. Para los parados como consecuencia de la reestructuración, es la posibilidad de seguir malviviendo. Para estos últimos habría que añadir medidas concretas: PUESTO DE TRABAJO PARA TODOS, reconversión a un nuevo tipo de trabajo a cargo de la empresa, etc. b.- A nivel de fábrica: La lucha contra la reestructuración al nivel de fábrica puede suponer por lo general: - lucha contra la intensificación del trabajo que ya hemos analizado. - lucha contra las jerarquías, la multiplicidad de categorías, etc. - lucha contra la ideología productivista y servilista. - utilizar de forma proletaria las innovaciones técnicas y organizativas introducidas por el capital. Por ejemplo, si el trabajo en cadena es sustituido por otra modalidad se debe básicamente al uso proletario que se podía hacer de la cadena. Bastaba que unos pocos obreros quisieran, para que toda la cadena tuviera que parar. Para mayor facilidad explicativa, hemos dividido en tres apartados el cómo hacer frente a la utilización burguesa de la crisis. Pero de la misma manera que la crisis capitalista es una, aunque con diferentes niveles articulados (ataque al salario, intensificación del trabajo y reestructuraciones) de ataque al proletariado, también se puede buscar un objetivo unificador de la lucha autónoma y anticapitalista. Para un sector del reformismo obrero es muy claro: PAN, TRABAJO y LIBERTAD, constituye la síntesis en pocas palabras de toda una línea de intervención que no pretende profundizar la crisis sino administrarla. Este objetivo, no puede impulsar una lucha autónoma y anticapitalista: - porque plantea de inicio una lucha a la defensiva, siempre conducente a la derrota. - porque es un objetivo de lucha, de una clase obrera que hoy ya no existe. El obrero no cualificado que practica el absentismo como su capitalista el tenis, el obrero que no siente ninguna atracción por el trabajo aburrido que realiza pero que en cambio tiene TV, nunca se sentirá llamado a pedir trabajo ni pan ni libertad. - finalmente, porque plantea la libertad como algo que hay que pedir. Para nosotros, la libertad es antes que nada una práctica de clase. La lucha autónoma y anticapitalista no va referida al pueblo, y por ello no es sinónimo de lucha popular. Es la clase trabajadora quien la realiza y no el pueblo. No nos engañemos la clase trabajadora viene del pueblo, pero no es el pueblo. Precisamente cuando deja de ser pueblo y se hace clase, entonces se abren las puertas de la lucha autónoma anticapitalista, que en cambio sí es de liberación para todo el pueblo. Nosotros ponemos como objetivo fundamental, al nivel de respuesta a la crisis económica: MÁS SALARIO, MENOS TRABAJO. A los ingenuos que no han comprendido lo que es la lucha de clases les parecerá vulgar y materia-lista, es buena señal. Los ultraizquierdistas soñadores dirán que es poco revolucionario. Los reformistas atentos a complacer siempre a la burguesía, dirán que este objetivo no es más que una provocación y que lo deseado por los obreros es un trabajo justo y digno. En cuanto al trabajador explotado, esto no le vendrá de nuevo. Es por lo que ha venido luchando desde que desapareció el trabajo artesanal, desde que el trabajo se convirtió en la forma moderna de esclavitud y control sobre la clase obrera. En este objetivo, y en la línea de intervención que inicia, se resumen todos los objetivos parciales que hemos venido desarrollando hasta ahora. MÁS SALARIO Y MENOS TRABAJO significa: - No sólo la voluntad de superar los topes salariales, sino también todo tipo de pacto social pagado con "mejoras" superestructurales. Frente a la acción ideológica práctica del reformismo obrero, que tratará de hacer pasar el pacto social (apretarse el cinturón) a cambio de ciertas libertades para determinados partidos políticos, la clase obrera no debe sacrificarse en absoluto, bien al contrario, debe imponer su interés material: MÁS SALARIO Y MENOS TRABAJO, y la libertad entendida como práctica de clase. - La mejor forma de luchar contra la intensificacíón del trabajo, contra ciertas reestructuraciones, etc. es atacando, exigiendo un mayor salario y menos trabajo. - Reducción del horario de trabajo, de las horas extras, etc. En este sentido la lucha más positiva contra el paro es la lucha de fábrica, que persigue MÁS SALARIO Y MENOS TRABAJO, pues lo que hace es crear nuevos puestos de trabajo, muy a pesar del capital. - Por último, MÁS SALARIO Y MENOS TRABAJO es la forma condensada de lo que habíamos llamado lucha por la apropiación de la riqueza, lucha referida a la fábrica. Como veremos, en el barrio también es posible. ¡Cuan lejos estamos de una escala móvil salarial! 2.- FRENTE A LA INTEGRACIÓN POLÍTICA E IDEOLÓGICA COMO ARMA PATRONAL EL NIVEL DE LO POLÍTICO Para los que defendemos la autonomía obrera, el nivel de lo político tiene un valor muy relativo y como ya hemos visto muy distinto al que le dan la burguesía o el reformismo obrero. a. - El nivel de lo político y el reformismo obrero. Evidentemente, el reformismo obrero no afirma de manera explícita que el Estado capitalista es algo neutro por encima de la lucha de clases. No puede afirmarlo porque se trata de uno de los puntos claves del materialismo histórico. Sin embargo, la práctica reformista, sí que va en este sentido. Su estrategia de lucha antimonopolista (entre nosotros, de lucha antifascista y por las libertades políticas) no va dirigida contra el Estado. Sólo bajo este punto de vista se puede comprender que el PCF, por ejemplo, llegue a decir: "las fuerzas democráticas deben reemplazar a la burguesía a la cabeza del Estado, pues se trata solamente de destruir su aparato represivo." El reformismo obrero se niega a ver el proceso de internacionalización del capital y la consiguiente transformación del antiguo Estado nacional. Cuando el Estado está más compenetrado que nunca con el poder capitalista formando la unidad del Estado-Plan y del Estado-Crisis, contra la clase trabajadora, el reformismo obrero sigue soñando en una larga marcha a través de las instituciones burguesas para llegar a "utilizar" positivamente el Estado. Una vez más se distorsiona la realidad para adaptarla a las conveniencias de una práctica interclasista y reformista que en el caso del PC español se puede concretar en: - Pacto político (ruptura pactada) como fase previa al pacto social y a una política de rentas. - Forzar y ampliar la legalidad "fascista" impuesta por la dicta-dura capitalista, pero sin superar los márgenes de la legalidad burguesa. Pacifismo, orden, civismo, son los estrechos límites en que deberán moverse las acciones reivindicativas. - Propuesta de la alternativa de gestión democrática a todos los niveles (escuela, ayuntamientos...) - Control de los Movimientos de clase mediante el sindicato. b.- El nivel de lo político y el reformismo del capital. La reforma es fundamentalmente un plan de integración política e ideológica qué trata de facilitar el tránsito de una presunta democracia orgánica a una democracia burguesa. Aparentemente, este paso se sitúa a nivel de lo político. De hecho, lo que hay en juego es una concepción de la lucha de clases. La democracia orgánica en su expresión más pura -Cortes, sindicatos verticales, etc.- se basaba en la voluntad de haber superado la lucha de clases. Precisamente la irrealidad de este deseo típicamente fascista, irá desgastando la credibilidad de este modelo de control sobre la clase, y pondrá en primer plano la necesidad de la reforma. En otras palabras, la necesidad de reconocer e institucionalizar en sindicatos de clase la misma lucha de clases que antes se había negado. No especificamos aquí, porque ya lo hicimos en el número anterior, cuál es el plan de reformismo del capital. Sólo queremos insistir en la crucial importancia del nivel de lo político como arma de integración en un momento como el actual de fuerte crisis económica. EL DOBLE FRENTE ANTIPROLETARIO Tanto el reformismo obrero como el reformismo del capital (Fraga, Areilza, etc.) escogen como prioritario, en estos momentos, el nivel de lo político: 1.- Porque a este nivel puede llegar fácilmente a un acuerdo pactado. 2.- Porque, como ya explicábamos, a este nivel es mucho más fácil derrotar a la autonomía obrera. "Lo político" tal como se presenta por la burguesía y el reformismo está completamente alienado, separado de la vida cotidiana y convertido en actividad especializada de una minoría. Por esta razón, siempre será desmovilizador y sentido como algo súper-estructural respecto a los verdaderos intereses de clase. La integración política e ideológica, es un arma patronal que se despliega en un doble frente antiproletario. La forma que adopta es-te doble frente es el de un Plan conjunto. Es-te plan conjunto, del reformismo obrero y del reformismo del capital, se podría resumir así PLAN PARCIAL DEL REFOR. DEL CAPITAL PLAN PARCIAL DEL REFOR. OBRERO Reforma................................................ruptura pactada Nueva legalidad burguesa..........................libertades políticas Reforma sindical..................................... Sindicato Obrero Programación capitalista...........................Gestión democrática Descentralización regional............Nacionalismo (autodeterminación) Ideología reformista.............................Ideología democrática El plan conjunto de ataque, en forma de integración, a la clase obrera supone: - la lucha de clases atraviesa también el interior del Movimiento Obrero, y por tanto hay que replantear en formas cada día nuevas la cuestión de la unidad y el ataque al reformismo. - La respuesta-ataque al Plan conjunto, no puede ser su mera negación dialéctica, tal como hacíamos frente a la crisis entendida como arma patronal. ALGUNAS ANOTACIONES AL PLAN CONJUNTO. Este Plan recoge los objetivos principales perseguidos por el reformismo del capital y el reformismo obrero. Sin embargo, sería falso y de funestas consecuencias prácticas afirmar que este plan político e ideológico está unificado. En estos momentos no existe superposición entre los dos planes parciales. Entre los niveles paralelos de cada Plan parcial no hay plena identificación, sino relación dialéctica. Por ejemplo la nueva legalidad burguesa no es todavía la amnistía; la reforma sindical no es aún el reconocimiento de los sindicatos de clase, etc. Este desfase o diacronía entre el Plan parcial del reformismo obrero y el del capital se traduce en múltiples implicaciones: - El reformismo obrero trata de utilizar la lucha obrera impulsándola y frenándola a continuación, para llegar a superponer los dos Planes. - El búnker trata de mantener el máximo tiempo este desfase, para disponer de un período de tiempo más largo de reorganización cara a las elecciones. Basándonos en el concepto de diacronía sería posible explicar todas las maniobras, como por ejemplo la relación entre la reforma y la ruptura. No queremos insistir en estas descripciones. La introducción de esta idea como caracterización del plan conjunto, responde, en este momento, a nuestra voluntad de querer avanzar unas líneas de intervención frente a este plan de a-taque. AUTONOMÍA OBRERA Y PLAN CONJUNTO. Sería caer en el anarquismo más iluso, ignorar la existencia del nivel de lo político tal como lo entiende la burguesía y el reformismo obre-ro. No podemos ignorarlo, porque sería cerrar los ojos ante un ataque combinado que persigue la integración y destrucción de la autonomía obrera. ¿Pero cuál debe ser una respuesta de clase? ¿Tiene que ser a este mismo nivel? Creemos que en cierta forma ya lo hemos dicho: VOLVER A LA SOCIEDAD FÁBRICA PARA ATACAR AL ESTADO. Es una línea de intervención general que en este caso significa, que para hacer frente al Plan conjunto, no hay que hacerlo desde un hipotético nivel político más "revolucionario", sino desde las relaciones de producción, es decir, como trabajadores. Hagamos referencia al reformismo obrero para concretar esto algo más. La autonomía obrera no juega al mismo nivel que el reformismo obrero, porque no quiere superar la diacronía. sino ir mas allá, destruyendo la totalidad del Plan conjunto. La línea política de clase no pretende superponer los dos planes parciales ni profundizar el del reformismo obrero creando una diacronía de signo contrario, sino destruir ambos planes, destruir toda forma de integración política e ideológica. Antes de concretar algunas líneas generales de intervención y unos objetivos para hacer frente al Plan conjunto, veamos cuál es la dificultad con la que tropieza toda línea política de clase en la actualidad. La dificultad se puede resumir en la existencia de este desfase, en la no unificación del Plan conjunto. En estos momentos el reformismo obrero todavía puede conquistar un espacio político burgués. Este hecho real, por más contrapartida que suponga, implica que la clase obrera no sabe, porque no tiene referencia práctica, ni lo que es la democracia burguesa, ni lo que es un sindicato de clase... en fin, que el Plan parcial del reformismo obrero tiene una credibilidad que sólo la práctica de la clase trabaja-dora podrá poner en duda. Este hecho determina todas las posibles líneas de intervención a este nivel. A. LAS LIBERTADES POLÍTICAS COMO NUEVA LEGALIDAD BURGUESA Las libertades políticas nunca pueden constituir por si mismas un objetivo de una línea política de clase que pretenda impulsar la lucha autónoma y anticapita1ista. El reformismo obrero lucha por las libertades políticas. La autonomía obrera no lucha por las libertades políticas entendidas como un objetivo táctico, es decir, como un medio para luego avanzar más lejos. La autonomía obrera considera las libertades políticas como una cuestión estratégica y como una práctica. O sea, la libertad es inseparable del socialismo como fase histórica. Y por otra parte la libertad es una práctica de clase diaria en las asambleas, en la elección de delegados revocables, etc. Teniendo presente lo anterior podemos concluir con estos objetivos generales. LIBERTAD PARA NUESTRA CLASE---------OPRESIÓN PARA LA BURGUESÍA LA LIBERTAD ES EL SOCIALISMO-------TODO EL PODER A LA ASAMBLEA LIBERTAD Y DEMOCRACIA OBRERA-—---COMITÉS ELEGIDOS Y REVOCABLES Por tratarse de una práctica de clase, la libertad obrera se ve manipulada y frenada por todo tipo de burocracia dirigente. B. EL CONTROL SINDICAL COMO FORMA DE INTEGRACIÓN No está por demostrar la inevitable burocratización de los aparatos sindicales, ni la tendencia de los sindicatos a convertirse en órganos de compromiso interclasista. Resumiendo, podríamos definir el papel que viene cumpliendo el sindicato en los países capitalistas como el de un organismo con un triple control de la burguesía sobre los trabajadores. En efecto, el sindicato ejerce: 1.- Control político. - El sindicato institucionaliza la división entre lo "económico" y lo "político", dejando éste a los partidos que aceptan moverse en el terreno de la burguesía (el juego parlamentario de elecciones y votos). - El sindicato acepta la división de la clase obrera en ramos de la producción, categorías jerárquicas y profesionales, puntuaciones salariales, etc., lo que impide en la práctica la generalización de las luchas. - El sindicato crea sus líderes, todos hombres de confianza del partido que "patrocina" al sindicato, a través de los cuales la burocracia política controla a la base. 2.- Control económico. - El sindicato facilita la planificación capitalista, programando por medio de convenios y pactos la tasa de ganancia prevista. - Acepta ritmos de negociaciones, pacta topes salariales y asegura su cumplimiento. - Actúa siempre de interlocutor válido con los empresarios, sobre cualquier problema que se les plantee a éstos. 3.- Control ideológico. - El sindicato mixtifica la noción de autonomía obrera, pues actúa como "correa de transmisión" de la línea política que le dirige. - Es un vehículo del pacifismo, condenando las huelgas salvajes y toda forma de violencia. (La loa de Alfonso Comín a Camacho, en la introducción al libro de éste, es un ejemplo típico de cuanto estamos diciendo. Una perla entre muchas: "Con el puño cerrado, en un gesto como tuyo, puño que no está en alto, pero que puede elevarse en cualquier momento, no para golpear -no respondes a la violencia con la violencia sino con revolución pacífica- sino para proponer". Es un prólogo en el que la mitifiación del líder, al que se identifica con la clase obrera y se le invoca en plural, expresa con impúdica adulación la táctica del hombre de aparato para granjearse la estima -y la obediencia política- del líder obrero). - Exige el respeto a la legalidad vigente - burguesa - por lo que el Estado asegura su presencia en la lucha de clases. En suma, el sindicato contribuye a una buena "gestión democrática" del Estado burgués. Nuestro problema, el que nos planteamos aquí y ahora, es cómo hacer frente al control del aparato sindical, de forma que el o los futuros sindicatos no continúen ejerciendo con métodos presuntamente democráticos, ese triple control que la O.S. ejercía con métodos policíacos. A los revolucionarios con la conciencia clara del papel integrador de los sindicatos se nos ofrece la clásica alternativa que ha dividido siempre a la izquierda: - Adoptar la postura de ignorar e incluso boicotear cualquier tipo de militancia sindical, intentando construir una alternativa a base de asambleas, de legados revocables y abundante lucha ideológica. - Aprovechar la plataforma sindical para ampliar la audiencia de la lucha por la organización autónoma de los trabajadores, intentando desbordar con la práctica de la acción directa el triple control al que hemos aludido. Cada opción ofrece sus ventajas e inconvenientes que no es preciso recordar ahora, porque han sido y siguen siendo suficientemente debatidos, por lo menos en abstracto. Lo que nos interesa puntualizar ahora son los criterio que deberían presidir nuestra elección, sino queremos caer en un izquierdismo estéril o en un "centrismo" que a-cabe volviéndose contra nosotros. Para ello, hay que profundizar el análisis que venimos haciendo, que es incompleto a estos efectos en cuanto elude las previsiones para el período que se está abriendo. Previsiones basadas no en la interpretación de los signos del zodíaco sino en un análisis dialéctico del proceso actual. Este análisis que intentaremos iniciar en el próximo número de LUCHA y TEORÍA, deberá contemplar todos los aspectos de la única salida posible al impasse político actual: grado de desarrollo del capitalismo español en estos momentos, concesiones que puede hacer en esta primera etapa de liberalización, análisis de la oposición y de su capacidad para modificar los planes del reformismo estatal, incidencia del pacto social, tendencias en el seno del Movimiento Obrero y su posible desarrollo, etc. Sólo cuando hayamos analizado todo esto con un cierto rigor, estaremos en condiciones de responder a la cuestión esencial: ¿DE QUÉ MANERA DEBE LUCHAR LA CLASE OBRERA EN ESTE PERIODO CONCRETO PARA PROGRESAR EN SU COMBATE CONTRA EL CAPITALISMO? Pensamos que así planteado el problema, la opción se habrá situado en su verdadero contexto práctico lo que nos permitirá elegir con toda serenidad el camino más apropiado. Por el contrario, hacer de la cuestión sindical una cuestión de principio, a priori de cualquier análisis medianamente serio sería hacer ideología, como también lo sería creer que las soluciones que demos a este problema van a cambiar el carácter y las funciones del sindicato. "Las tácticas de la lucha de clases deben adaptarse necesariamente a la evolución social" (Pannekoek: "El sindicalismo"). No estamos ahora en la misma etapa de desarrollo social que en la era franquista, ni dentro de un año estaremos en la misma etapa que ahora. Ni el sindicalismo por o contra el que vamos a tener que optar tendrá gran cosa que ver con los grupos sindicales tal como estaban configurados en la clandestinidad de hace un año, ni incluso tal como están apareciendo en la semitolerancia actual. Por otra parte, las ideas de un grupo de "revolucionarios esclarecidos" no son compartidas por las masas de trabajadores que salen ahora de un período de indefensión total y que desean un sindicalismo defensivo. Podemos estar presentes o no en su nacimiento, pero no podemos ignorar cuales serán en cada caso las repercusiones para la consolidación de la tendencia que defiende la autoorganización de la clase. Se pueden imponer objetivos revolucionarios desde muchos lugares, pero ¿dónde hay más posibilidades de que estos objetivos transformen la realidad? Analicemos bien esta realidad, sin dejarnos llevar por la inercia de estos años de lucha clandestina. Si, efectuado el análisis nos decidiéramos por potenciar una alternativa de recambio, habría que valorar muy bien sus perspectivas y su capacidad de movilización en torno a su línea específica. Si, por el contrario, nos decidiéramos por participar en una organización de masas, cabría estudiar la conveniencia de potenciar la autonomía obrera en sindicatos de corte clásico (U.G.T. CC.00. etc.) o en un movimiento político de masas (C.N.T.) y habría que estudiar cómo hacerlo con las máximas garantías de no ser absorbidos por la institución, aprovechando al máximo los medios que estén a nuestro alcance para difundir la idea que nos es propia. Pensamos importante señalar que poseemos, con respecto a los demás países capitalistas, una ventaja que debemos valorar positivamente: el grado de afianzamiento de la burocracia sindical naciente es débil aún, inadecuado para controlar eficazmente a las masas que antes de un año integrarán esos sindicatos. La propia ideología sindical está aún por elaborar en CC.OO., que no es todavía un sindicato y cuyas dificultades para convertirse en uno no hacen más que empezar. Tendrán que optar entre la unidad, tal como ellos la conciben o el control total de los órganos de decisión. En C.N.T., el conflicto generacional entre los defensores de los "valores eternos" del anarcosindicalismo y los jóvenes marcados por el marxismo, está al orden del día. U.G.T. será el bastión del derechismo hasta que no aparezca el inevitable sindicato libre, que le arrebatará el cetro. Otro tema importante que no debemos olvidar en nuestro análisis es el de las condiciones en las que va a desarrollarse nuestro trabajo, según la opción que elijamos. Las organizaciones minoritarias al margen de los sindicatos legalizados van a soportar todo el peso de la represión y van a tener que luchar con armas muy desiguales. No es un dato decisivo, por supuesto, como no lo es el criterio de eficacia inmediata o a medio plazo, pero es un dato a tener en cuenta, junto con los anteriores. La programación capitalista aparece como la única salida para impulsar el desarrollo económico. De hecho, desarrollo capitalista, se convierte en sinónimo de plan del capital. El plan del capital consiste en la programación de la movilidad de la fuerza de trabajo, es decir, en adaptar a la clase obrera como fuerza de trabajo que es, a las necesidades variables de cada sector productivo en general y de la propia empresa en particular. Con la crisis actual la planificación capitalista adquiere otro sentido. No se trata ya de programar el desarrollo en busca de los famosos "milagros económicos", sino de planificar la crisis misma. La propuesta política del reformismo obrero francés, italiano, etc. se sitúa aquí: "... sólo la planificación democrática tiene posibilidades de éxito." Y el reformismo obrero ofrece al capital incluso los instrumentos necesarios para su propia supervivencia: sindicatos de clase a nivel de la empresa y la gestión democrática a nivel de ayuntamientos, escuelas, etc. ALGUNOS OBJETIVOS PARA LA LUCHA EN BARRIOS Ya hemos dicho que esta línea política de clase que estamos desarrollando, no es exhaustiva ni está lo suficientemente explicitada. Se trata tan sólo de indicaciones generales, y es en los distintos frentes y sectores de lucha donde realmente hay que profundizarlas. Así se podrá avanzar hacia unas líneas de intervención, formas y objetivos, mucho más precisos y adecuados para la construcción de la autonomía obrera. Adelantemos aquí algunas reflexiones. El barrio obrero no es ninguna isla, sino una articulación más de la sociedad-fábrica. En el barrio se reproduce la fuerza de trabajo necesaria al proceso de producción. En el barrio esta misma fuerza de trabajo, descansa, para al día siguiente volver a la empresa. Por lo tanto, el barrio hay que verlo como un lugar importante para el proceso de producción. Sin embargo lo que es determinante en la actualidad, en lo que a objetivos de lucha se refiere, es el proceso de consumo. El consumo no productivo, o mejor dicho, la utilización por parte de los trabajadores de parques, escuelas, hospitales, etc. es esencial. En cambio para el capital, estas ventajas imprescindibles: espacio abierto para recreo, escuela para todos, lugar de reunión para ancianos y jóvenes, etc. no son más qué un lujo, ¿por qué? porque el proceso de producción y el de consumo (que es la realización del anterior) son independientes y tienen lugar existan o no existan hospitales, escuelas, parques, etc. en los barrios obreros. El barrio como frente de lucha del moderno Movimiento Obrero, arranca de este hecho. Es necesario, y se puede luchar con éxito para mejorar las condiciones de vida, condiciones que la burguesía no está interesada en cambiar. Aunque la lucha de clases atraviesa el barrio de punta a punta, lo que permite hacer una política interclasista mucho más fácilmente que en la empresa, el poder burgués sigue estando bien visible en el ayuntamiento. El ayuntamiento al que hay que recurrir para todo, es el punto de referencia para la lucha de clases en el barrio. La política reformista pregona la gestión democrática ¡Ayuntamientos democráticos!; como la mejor manera de resolver los problemas del barrio. Una línea más anticapitalista pretende "utilizar la democracia en contra de la burguesía" y para ello hay que neutralizar desde dentro del ayuntamiento (participando en él) su carácter de clase integradora. Para nosotros, una línea de intervención autónoma y anticapitalista tiene que ser capaz de aislar el ayuntamiento, de materializar una relación antagónica entre barrio y ayuntamiento y esto no es posible desde el interior del poder burgués. Una línea de intervención en el barrio, como parte de una línea política de clase más general, debe perseguir dos objetivos: 1º Crear un poder popular, difuminado en el barrio como resistencia activa y a la vez pasiva frente al poder burgués. Intentar centrar momentáneamente este poder popular en organismos basados en la democracia directa (asamblea de vecinos, asamblea de barrio...). 2º Crear unas relaciones sociales comunistas, o sea, recuperar el sentido de vida comunitaria que el capital ha destruido en el barrio y en toda la sociedad. Para conseguir el primer objetivo habría que: a.- Fomentar la denuncia práctica de la función del ayuntamiento. Esto se puede hacer impulsando acciones reivindicativas que obliguen al ayuntamiento a tomar cartas en el asunto. Ciertas reivindicaciones dirigidas a las mejoras de las condiciones de vida o de control podrían ser útiles, pues no suponen una participación en el ayuntamiento ya que son hechas desde fuera, desde la sociedad-fábrica, y en cambio pueden poner en evidencia al poder burgués: CONTROL POR LA ASAMBLEA DE VECINOS DE LOS FONDOS ECONÓMICOS. CONTROL POR LA ASAMBLEA DE VECINOS DE LOS PERMISOS DE URBANIZACIÓN. ETC. ETC... ... b.- Impulsar la lucha por la apropiación de la riqueza en el barrio. Si en la empresa se concreta en MÁS SALARIO Y MENOS TRABAJO, en el barrio adopta la forma de ILEGALIDAD DE MASAS. Ocupaciones de casas, apropiaciones en supermercados por parte de parados y no parados, boicot al aumento de alquileres, electricidad, etc. por zonas enteras, son el mejor camino para hacer frente a la crisis. c.- Construcción de organizaciones de clase, comisiones de barrio, capaces de impulsar toda forma de auto-organización y de democracia di recta. Utilización de plataformas legales (centros culturales, asociaciones de vecinos...) para abrirse al barrio. Para conseguir el segundo objetivo: El capital destruye la vida comunitaria aislando al trabajador en su coto cerrado, transformándolo en vecino insolidario. Para llenar el vacío de miedo, agresividad, egoísmo, insolidaridad... que rodea al trabajador en el barrio, hay que promover todo tipo de acción, cultural, recreativo, etc., que permita crear relaciones humanas directas que posibilite la unificación en una misma emoción, en una misma acción. En este apartado sólo se pueden dar indicaciones generales. La imaginación y el vivir los problemas cotidianos de la clase trabajadora son la mejor guía. LA LUCHA EN LA ESCUELA (*) La escuela es un Aparato Ideológico del Estado capitalista, que sirve para reproducir las relaciones de explotación y la división en clases. La escuela es un servicio público, un bien social, neutral, al que acceden en igualdad de oportunidades todos los ciudadanos. El aparato escolar está organizado de tal forma que sólo una minoría (los hijos de la burguesía) pueden llegar a la universidad, mientras una inmensa mayoría, (los hijos de los Obreros) sólo pueden realizar los estudios primarios. La escuela realiza por tanto una selección de clase, de acuerdo con la división clasista del trabajo. Estrategia reformista. Para los reformistas, la escuela es un bien social que no debe destruirse, sino reformarse y democratizarse. La alternativa democrática para la enseñanza no es otra cosa que un intento de racionalización de la enseñanza para que responda mejor a los intereses políticos, ideológicos y económicos del capital. Pero como lo de "democratización" es una consigna demasiado abstracta, a la hora de concretar esa democracia se reduce a modificar la forma de elección de los órganos de dirección y pocas cosas más, limitándose a contentar e integrar como máximo a una media y pequeña burguesía. Por eso, afirmamos que objetivos hoy válidos (luchas por la selectividad, por la gratuidad, por la escolarización total, por el contrato laboral, por la supresión de jerarquías, etc...) que en conjunto suponen una afirmación de la escuela en el sentido de la ideología burguesa pero que sirven para aumentar las contradicciones del aparato escolar al no ser asimilables por el sistema capitalista, serán cada vez más abandonados por el reformismo, que adoptará otros más coherentes con los intereses del capital. En esta tarea de suprimir todo contenido revolucionario a la lucha del frente de la enseñanza están ya empeñados todos los reformistas, llegando a utilizar métodos directamente represivos contra los situados maá a su izquierda. No puede sorprendernos. Estrategia revolucionaria. El proletariado debe tomar como objetivo estratégico la negación y destrucción de la escuela burguesa, que jamás podrá defender sus intereses de clase. Hoy no existe una alternativa global/revolucionaria a la escuela, entre otras cosas porque la clase obrera no ha tomado todavía parte activa en la lucha de este frente. Introducir el tema de la escuela en la lucha obrera es hoy totalmente necesario, pues el proletariado debe comprender que con la escuela se perpetúa su dominación y opresión. La escuela debe configurarse como un frente de lucha en el que participan enseñantes, alumnos y obreros. La dirección de la lucha contra la escuela, especialmente en momentos revolucionarios, corresponde al proletariado, que no debe situarse en la categoría de "padres", sino como una clase que aspira a acabar con toda explotación y con todos los aparatos que la sostienen. Sólo de esta lucha podrá surgir una alternativa revolucionaria a la escuela. Hoy entre tanto, la lucha pasa por los objetivos que señalamos anteriormente. Concluyendo: Es preciso conseguir un mayor contacto entre enseñantes revolucionarios y militantes obreros, entre movimiento de la enseñanza y Movimiento Obrero. Hay que radicalizar la alternativa de reforma y democratización de la escuela, para que entre en contradicción con el aparato escolar que defiende el sistema capitalista. (*) NOTA DEL COMITÉ DE REDACCIÓN. Este trabajo sobre la escuela refleja la orientación de unas comisiones independientes de enseñantes de Barcelona. Discutido en LUCHA Y TEORÍA, nos pareció que el tema debería ser profundizado a partir de integrar la escuela en el esquema de la sociedad-fábrica, considerándola como un lugar de reproducción de la fuerza de trabajo. Por otra parte, nos parece que debería reconsiderarse el carácter de clase del enseñante. Sin embargo, puesto que nuestros compañeros enseñantes tenían el tema mucho más trabajado que nosotros, hemos respetado estas orientaciones, pero también en este punto el debate sigue abierto... D.- SOBRE EL PROBLEMA DEL NACIONALISMO Asistimos a una auténtica inflación paranoide de las identidades nacionales. ¿Por qué este fenómeno y por qué precisamente ahora? No es fácil dar una respuesta y más difícil aún tomar unas posiciones de clase respecto a este tema. Pero también creemos que la excesiva confusión con que se trata este problema actualmente entre la llamada izquierda, no es más que un síntoma del avance del reformismo y la ideología burguesa. No queremos zanjar la cuestión, pero sí sentar una serie de principios para iniciar una amplia discusión. Estos principios, sin pretender ni mucho menos dar la solución correcta y pura, sí creemos que son una base suficiente para abrir un debate, y sacar la discusión de los planteamientos reformistas. Orígenes del nacionalismo El problema del nacionalismo, históricamente va unido al de la revolución burguesa. La burguesía necesitó para afianzar y extender su poder imponer un Estado centralizado, un mercado y una lengua nacional. En España este proceso es atípico, ya que en el momento de la revolución burguesa del XIX en España ya existía un Estado, centralizado de origen casi medieval. Este Estado estaba en manos de la aristocracia e impedía el desarrollo burgués en el sentido capitalista. Es entonces cuando sur-gen los intentos de la burguesía de la periferia, por independizarse y crear su propio Estado. Pero este intento siempre fue tímido, primero porque las burguesías nacionalistas no tuvieron suficiente fuerza para oponerse al poder central, y segundo por miedo a los propios movimientos de clase que se producían en su territorio y frente a los que necesitaba del Estado. De aquí que la actitud de esta burguesía haya sido la de contemporizar, jugar a la carta nacionalista cuando le convenía, y apoyar, también cuando le convenía, al poder central. Es el caso del apoyo que la burguesía catalana y vasca dio a Franco (las mismas burguesías que ahora se autoproclaman "demócratas de toda la vida"). Burguesía y nacionalismo. El tema del nacionalismo viene hoy de la mano tanto de la burguesía, como de la pequeña burguesía. No surge de entrada, ni mucho menos, de parte del proletariado. A la burguesía le interesa hoy este tema por varios motivos, pero fundamentalmente por razones económicas y políticas. Económicas en el sentido de que el arma del nacionalismo (que para ella como máximo se reduce a la autodeterminación; aspirar a una nación y Estado independientes no tiene sentido hoy para las burguesías "nacionales", y ellos lo saben muy bien) puede ofrecerle ventajas económicas a nivel fiscal, del reparto de los beneficios del estado, etc. Pero sobre todo le interesa por razones políticas. Quiere tener mayor decisión en el juego político frente al excesivo centralismo franquista. Quiere además y sobre todo, realizar el cambio hacia la democracia en una situación ventajosa para ella. Necesita del nacionalismo como un arma muy eficaz de integración política e ideológica. La burguesía catalana, vasca, etc. nunca será consecuentemente nacionalista. Estas burguesías necesitan aparecer como antifranquistas a toda costa si quieren ganarse el apoyo de una mayoría electoral, sobre todo en los lugares donde el franquismo fue ferozmente anti-nacionalista. Pero la integración va mucho más allá. Se necesita diluir la lucha de clases en una identidad nacional: nada más útil hoy para la burguesía que unir explotados y explotadores, opresores y oprimidos en una identidad que borre los antagonismos de clase. Para esto el tema del nacionalismo le viene como anillo al dedo a la burguesía. Nacionalismo y pequeña burguesía. Hemos visto porqué la burguesía se interesa por el tema nacional. Pero el problema se complica desde el punto de vista de la pequeña burguesía intelectual y rural, que sí quiere ser nacionalista y pretende hacer pasar este tema a un primer plano. Que es la pequeña burguesía intelectual y rural la que apoya, hoy sobre todo, el tema del nacionalismo es un hecho evidente. Es sintomático a este respecto que el himno nacionalista catalán sea "Els segadors", expresión de una revuelta campesina anti-estatal, más que nacionalista. Dentro de esta pequeña burguesía hay posiciones más o menos radicales, pero en conjunto van detrás de las iniciativas reformistas. Pero aun en el caso de un radicalismo del tema nacional desde una perspectiva socialista, ¿tiene sentido hoy? Decimos que esta corriente es muy minoritaria pero aunque no lo fuera creemos que esta posición no tiene ninguna salida. Este radicalismo pequeño burgués nunca logra incorporar activamente a la clase obrera por más que se quiera hacer ver lo contrario. La vía de afirmación nacional radical no es posible ni tiene sentido ya en este momento, porque se imponen antes y en primer lugar, las contradicciones de clase. Y las contradicciones de clase, no se pueden ocultar bajo el lema del nacionalismo. Nacionalismo y lucha de clases. Con esto hemos llegado a una afirmación que, por lo sencilla, parece olvidarse: el tema del nacionalismo no puede separarse del de la lucha de clases. Son las diferencias de clase y no las nacionales las que marcan los campos de lucha. Por encima de la identidad nacional está la identidad proletaria; de aquí que el proletariado necesite luchar contra todo nacionalismo, españolista, catalanista o del tipo que sea. Esto supone elevar el nivel de conciencia y luchar contra toda ideología nacionalista que pretenda oponer obreros contra obreros, pueblos contra pueblos, naciones contra naciones. (Es el caso de las últimas guerras mundiales, denunciada ya la primera, por Rosa Luxemburgo). Para nosotros no hay duda de que el enfrentamiento debe ser entre trabajadores y burgueses, entre proletariado y Capital. En esto no hacemos más que ser consecuentes con lo que hace el enemigo. La burguesía no tiene patria nada más que cuando le interesa. Tampoco la burguesía vasca o catalana, han tenido ningún reparo en llevar su explotación al resto de la península, incluida Castilla, sin pasar a hablar del tema de los emigrantes o del caso andaluz. El enemigo no es Castilla, ni Madrid, sino los burgueses todos, sean del pelambre que sean. Nacionalismo, fascismo y racismo. Pero aún hay otro problema oculto en este tema, son todas las posibles desviaciones fascistas y racistas implícitas en el nacionalismo. La xenofobia, el rechazo irracional de todo lo que no es nacional, de todo el que no habla la propia lengua, lleva necesariamente a comportamientos fascistas y racistas. Esto lo vemos cada vez más claro en muchos gestos nacionalistas. Todo esto puede provocar las reacciones fascistas contrarias, como ocurrió en la época del franquismo. Si no se sitúa el problema en su punto el tema del nacionalismo llegará a ser suficientemente problemático como para provocar divisiones y enfrentamientos irracionales que en nada favorecerán la lucha de la clase obrera, pues sólo servirán para desviarla de sus objetivos. Apuntes para una alternativa. Hemos visto los problemas implícitos en el tema del nacionalismo, y todo lo negativo que impide tomar una posición de clase. Avancemos ahora, algunos puntos positivos para contrarrestar la ideología reformista y no dejarlo todo en sus manos. Como con los temas más concretos que hemos analizado en este número de la revista, podemos afirmar, aunque resulte un poco tópico, que sin revolución proletaria, sin situar el problema del nacionalismo desde un punto de vista de clase, no tendrá ninguna salida. La estrategia pasa por la abolición de las diferencias de clase que están en la base de todos los problemas nacionales. En este sentido, sólo la autogestión generalizada y la lucha contra todo Estado, sentarán las bases para situar en su punto, el problema de las diferencias lingüísticas culturales o históricas de los distintos grupos humanos. Descentralizar la economía y el poder, autogestión generalizada. He aquí, la única propuesta coherente frente a todos los nacionalismos. Solamente con esta base se podrán respetar las diferencias y propiciar los intercambios y enriquecimientos entre pueblos y grupos humanos. Para que esto sea posible, es preciso avanzar en el camino de la solidaridad y el internacionalismo proletario. Solidaridad de clase que una a obreros catalanes, gallegos, vascos, castellanos, etc. por encima de sus diferencias; que los una en la lucha contra la burguesía y su Estado, poco importa que esté más o menos centralizado. Esta solidaridad se traduce en ayuda mutua pero no sólo en esto: las luchas locales o de una ciudad concreta deben tener presente la situación general, no deben aislarse de la lucha general contra el Estado. Todo esto supone una comprensión del carácter del Estado y de que el antagonismo proletariado-burguesía pasa necesariamente a un primer plano. Se debe luchar contra toda burguesía ya ahora, por muy nacionalista y "democrática" que se nos presente, en esto debemos superar todas las orientaciones reformistas que nos han hecho creer que el franquismo era un fenómeno "raro" y contrario a la burguesía progresista y europea. Jamás las llamadas burguesías nacionales se han opuesto al franquismo, porque la burguesía no es "fascista" ni "democrática" por naturaleza. No elige libremente unas formas de dominación u otras, sino aquéllas que defienden mejor sus intereses, en una determinada fase de la lucha de clases. Pero tampoco podemos diluir todo en esta lucha. Hay una serie de elementos positivos en torno al problema nacional que debemos defender. Es el derecho a utilizar libremente la propia lengua y al mantenimiento de una cierta cultura popular. Aclaremos esto. El derecho a hablar la propia lengua es un derecho inalienable. No es sólo un problema social o jurídico, sino humano, ya que afecta a la raíz misma de la persona, a su pensamiento, sus sentimientos y su inconsciente. El idioma en sí mismo no es de clase, ni proletario ni burgués, aunque esté sometido a la ideología dominante. El derecho a la propia lengua y a sus prácticas (prensa literatura, arte, enseñanza...) debemos defenderlo contra todo intento de dominación de una lengua sobre otra. Al mismo tiempo hay que hacer todo lo posible para que en las zonas de bilingüismo haya facilidades para aprender y practicar la lengua que se hable en cada sitio, y que debe tender a extenderse pero no a imponerse. Respetar incluso las peculiaridades regionales de la misma lengua, superando el carácter represivo y normativo que se da dentro de una misma lengua en contra de estas diferencias. Denunciamos aquí, de paso, el carácter imperialista de la burguesía catalana, respecto a Valencia y las Islas Baleares, y una tendencia existente que tiende a despreciar las diferencias lingüísticas, por ejemplo de Lérida, diciendo que "hablan mal el catalán". Lo que debe presidir este tipo de educación y aprendizaje lingüístico es el deseo de alcanzar un mayor intercambio humano y social entre personas y grupos, frente al sentimiento chovinista que necesita afirmar su propia lengua y sus peculiaridades con la exclusión de los otros. En cuanto al tema de la cultura popular, entendemos por ella, desde una cierta concepción de la vida implícita en cada lengua, a una serie de costumbres y comportamientos comunes a grupos humanos que hablan la misma lengua aunque pertenezcan a clase diferentes. Esta cultura popular tiene un carácter de clase interclasista dado su origen tradicional y rural en la mayoría de los casos. Literatura, música, canciones, fiestas, danzas, costumbres familiares, cierto estilo de pensar y de divertirse, y toda una serie de sentimientos unidos al hecho de hablar la misma lengua y haber nacido en la misma área geográfica, todo esto tiene una serie de valores positivos que debemos defender. Pero al mismo tiempo debemos tomar una actitud crítica. Hay muchos valores populares, "religiosos", culturales y humanos. La destrucción del paisaje y de la arquitectura tradicional son dos hechos muy evidentes. El poder de la mercancía se ha extendido a todo. Defender estas tradiciones supone ir a la raíz del problema: la vida en la sociedad burguesa es profundamente a1ienante, separa al hombre de su historia, de la naturaleza, de las experiencias artísticas, impide su propia realización. En la actual sociedad tecnificada y burguesa se han excluido todas las formas de goce y de placer personal y colectivo que no respondían al imperio de la mercancía. Redescubrir esas experiencias, mediante una afirmación crítica y positiva de la tradición, e imponer al mismo tiempo nuevas formas de placer y goce, afirmar las diferencias y estar abierto a todos los intercambios, esto no tiene nada que ver con nacionalismos burgueses, ni folklores, ni papanatería provinciana. Situarnos en esta perspectiva, es situarnos desde un punto de vista de clase y con una visión de la sociedad futura, que debe ser el reino de la libertad, de las diferencias y los intercambios y que debe incorporar todo lo positivo que haya producido el hombre en su historia. E.- LUCHA IDEOLÓGICA Tanto la ideología del reformismo del capital (evolución dentro del orden y la autoridad) como la ideología democrática del reformismo obrero (pacifismo, respeto a la legalidad), no son más que manifestaciones de la ideología burguesa, que trata de ocultar el carácter antagónico de la lucha de clases. Paz, evolución, orden, reformas, democracia, progreso, todo viene a significar lo mismo: un intento de integración ideológica y política para que el proletariado renuncie a la lucha contra el poder de la burguesía. Pero la lucha contra la ideología burguesa ha de pasar no sólo por la desmitificación de toda esta ideología democrática, sino que ha de combatir la ideología burguesa en todos los ámbitos y formas. La clase obrera debe actuar también en otros campos que hasta hoy se han considerado secundarios, pero que tienen una importancia capital por sus efectos de integración y adaptación a la lógica del sistema capitalista. Así, campos como el de la sexualidad, la familia, el "feminismo", el "arte", (literatura, cine, teatro...), el manicomio, el cuartel, la cárcel, etc., son otra serie de lugares en que se produce y reproduce la ideología burguesa, penetrando la dominación de clase en la conciencia y el interior de los individuos. La dominación burguesa no necesita sólo el Aparato Represivo (que se ha ampliado y modernizado hasta grados increíbles, sino también toda una serie de mecanismos y aparatos de dominación ideológica llegando a controlar el deseo, imponiendo formas de deseo e insatisfacción permanentes, sacando de las fuerzas del deseo el sometimiento al trabajo y al aburrimiento de la vida cotidiana. El proletariado debe ser consciente de la gran mentira, de la gran frustración y resignación que supone la sociedad burguesa. Por el contrario debe afirmar su derecho a la vida, a la libertad, a la riqueza, a la felicidad y al goce, contra el aburrimiento, la pobreza, el trabajo, la esclavitud y la humillación a la que está sometido en la sociedad capitalista. LUCHA EN EL CAMPO DEL LENGUAJE Sabemos que el poder de la burguesía lo abarca todo. También la lucha del proletariado debe hacerse presente en todos los lugares. Nos concretamos ahora a tres puntos (la lucha en el terreno del lenguaje, la lucha contra el fascismo y el problema del feminismo) como ejemplos de lo que entendemos aquí por lucha ideológica (entendiéndola no sólo como una batalla de ideas, sino como prácticas y luchas contra todas las ideas y comportamientos burgueses). Sabemos que en el campo de la lucha ideológica (que no es una lucha aparte) apenas existe una mínima teoría revolucionaria. Las insuficiencias son enormes, lo que nos debe estimular a un trabajo más profundo. El problema del lenguaje es fundamental en la lucha contra la ideología burguesa. El lenguaje es "la realidad inmediata del pensamiento" como dice Marx, y toda ideología se basa en un lenguaje. Luchar contra el lenguaje que nos impone la burguesía y el reformismo, transformar el lenguaje (todo el lenguaje y no sólo el lenguaje político) en un sentido materialista capaz de expresar un conocimiento más objetivo de la realidad y de dar una visión más inmediata y clara de los intereses de la clase, de los objetivos de lucha, del engaño permanente a que nos somete la burguesía, etc. Sabemos que no pedemos actuar sobre lo real si no actuamos al mismo tiempo sobre las formas en que lo real se representa. No son luchas separadas. De aquí la importancia de encontrar en cada momento el lenguaje apropiado para transformar la conciencia y permitir al mismo tiempo que el proletariado se reconozca como tal en un lenguaje y unas consignas inasimilables para la burguesía. LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO La lucha contra el fascismo parte de entender el fascismo no como un fenómeno externo o como unas formas de dominación ya desaparecidas, sino una forma de ideología y de poder burgués que penetra el interior de las sociedades capitalistas. En este sentido el fascismo no ha sido vencido. Hay un "flujo fascista" que se abre camino a través de las estructuras del estado burgués (familia, escuela, ejército, relaciones personales...), un fascismo molecular que cristaliza de diversas formas, pero que siempre es una imposición por la violencia y el miedo y que se ínstala en el inconsciente mismo de los individuos. En este sentido el fascismo encuentra fuerzas en el interior de cada uno, de aquí que todos los que luchamos contra la represión y dominación del hombre por el hombre, luchamos especialmente contra toda forma de fascismo (comportamientos, ideas, actitudes). Ir hasta la raíz del problema es luchar por la libertad, contra burocracias, jerarquías e imposiciones. Los reformistas no entienden la lucha contra este fascismo porque ellos mismos lo practican. Su actitud contra lo que ellos llaman "provocadores" (ahora empiezan a llamarnos fascistas) es un ejemplo claro de todo lo que venimos diciendo. EL PROBLEMA DEL FEMINISMO. Los llamados movimientos de liberación femeninos surgen de tres factores principales: - la exp1otación que como cualquier trabajador, sufre la mujer. - la discriminación social a que esta sometida con respecto al hombre, (tanto jurídica, en el trabajo, en el salario en la educación, etc...) - la opresión y dominación a que está sometida por el hombre en todas sus relaciones. Estos tres factores originan diversos enfoques, según se dé más importancia a un elemento o a otro. Si se acentúa en el aspecto proletario y la explotación general, ¿se diluye la lucha feminista en la lucha general de liberación y emancipación de los trabajadores? Si se acentúa el de la discriminación social se tiende al reformismo, a conseguir una legislación (burguesa) en igualdad de condiciones con el hombre (trabajo, divorcio, derecho al voto...). Por último, si se acentúa el lado de la dominación masculina, puede caerse en el extremo de decir que la mujer por el hecho de serlo, forma una clase y su enemigo es el hombre (lucha sexista) o el diluir toda lucha en un intento de liberación sexual y de lucha contra cultural y antimachista. ¿Cómo hacer una síntesis de todos estos problemas que no excluya ninguno de los elementos reales que están en el fondo de esta lucha? En primer lugar hay que afirmar la especifidad de los problemas femeninos y no disolverlos en la lucha general. Afirmar también, que estos problemas no serán resueltos por ningún partido y que es fundamentalmente la mujer quien tiene que llevar la iniciativa de esta lucha, ya que los hombres por su propia situación privilegiada en muchos casos, comprenden poco estos problemas. Esto no quiere decir, que cualquier revolucionario no deba plantearse cambiar por completo sus ideas y comportamientos machistas y burgueses respecto a sus relaciones con la mujer. Especialmente los obreros, en los que ha penetrado mucho la ideología machista y fascista, deben luchar contra todos estos comportamientos y actitudes. Por otra parte el hombre debe participar activamente en esta lucha, ya que es él uno de los factores del mantenimiento de la alienación de la mujer, aunque las causas partan de la misma organización social, clasista y sexista del trabajo. Luchar contra las causas generales de la explotación y al mismo tiempo contra los comportamientos y situaciones que tienden a perpetuar la sumisión y opresión de la mujer, es tarea de todos. Partiendo de estos principios creemos que la lucha femenina debe aclarar mucho todavía sus objetivos y formas de lucha. Hay muchas orientaciones enteramente reformistas o sexistas que no sitúan el problema desde un punto de vista de clase. En primer lugar el movimiento feminista no puede someterse a la manipulación reformista o de los partidos políticos, que de lo único que se preocupan es de ganarse adhesiones, votos o militantes. Por ejemplo el empeño del PSUC en integrar los grupos feministas de ANCHE a la Asamblea de Catalunya, o el de los trotskistas al buscar apoyo a su plataforma reivindicativa. En segundo lugar se debe centrar en los problemas concretos femeninos: lucha contra la familia patriarcal, contra el matrimonio, contra la reducción a la función de madre y esposa, contra la alienación en la familia sometida al cuidado y mantenimiento del marido y de los hijos, contra la utilización publicitaria y alienante de la condición femenina convertida en objeto bello y erótico, contra el machismo en todas sus formas, contra la jerarquía padre-madre, hijo-hija, contra la alienación del consumo femenino, la mercantilización del sexo, contra la actitud conservadora de estabilización del sistema a que se somete a la mujer fetichizando su condición femenina, contra las leyes represivas y discriminatorias. Por la 1ibertad sexual, la contracepción masculina y femenina, el aborto libre y gratuito, el divorcio (dada la situación actual de matrimonio monogámico), por la liberación de las tareas domésticas que deben repartirse igualmente entre el hombre y la mujer, y ser asumidas por la sociedad (guarde-rías, lavanderías y comedores, socialización de los trabajos domésticos) contra la sobreexp1otación de la mano de obra femenina, igual trabajo e igual salario que el hombre, etc. Todos estos objetivos, unos más actuales y otros más estratégicos, pensamos que pueden ser asumidos en gran parte por todas las mujeres, pero esto no quiere decir que no distingamos el carácter de clase distinto de las mujeres trabajadoras, proletarias, y campesinas, del de las mujeres burguesas. Y no sólo definidas con relación al marido, proletario o burgués aunque este hecho influya mucho. Esta línea de diferenciación de clase, que no se distingue de la del hombre, condiciona en gran parte la lucha feminista. Ya que creemos que es en la lucha de clases general en donde se va a decidir la solución a los problemas femeninos. No queremos decir con esto, que todo deba dejarse para después de la revolución, como si espontáneamente se solucionaran después todos los problemas. El hecho de que se cambien las relaciones de producción no implica que la lucha finalice, sino que de hecho continúa y se amplía en muchos casos. Por esto, ya desde hoy, es imprescindible luchar contra todas las formas de dominación, y contra todas las relaciones burguesas. Y en esta lucha contra la dominación masculina, contra los privilegios del hombre es preciso que surjan nuevas relaciones entre todos, hombres y mujeres. Nuevas relaciones que deben estar en la base de la futura sociedad comunista. Todo este enfoque no tiene nada que ver con la orientación reformista que hace del tema femenino, como de todos los temas, una lucha por la estabilización del orden burgués limitándose a una serie de reformas legales que no van al fondo del problema y no cambian en nada la condición femenina. En el encierro de Motor Ibérica, por ejemplo, los reformistas utilizaron la "condición femenina" de forma totalmente reaccionaria: lucha exclusiva de apoyo al marido, fregar todos los días la iglesia, cuidar a los niños, realizar un bautizo, y hasta llevar peluqueras a la iglesia. Todo esto nos indica hasta qué punto le importa al reformismo transformar la condición femenina o instrumentalizarla a para sus fines. 3.- FRENTE A LA REPRESIÓN DEL ESTADO. La forma de dominación del capital sobre la clase trabajadora se ejerce a través del Estado. Clásicamente, esta dominación se presenta como una combinación dialéctica de la sociedad civil y la sociedad política. Para Gramsci la sociedad civil comprende la ideología propiamente dicha, los organismos productores de ella, el material e instrumentos necesarios para su difusión. La sociedad política, es el aparato coercitivo que ejerce la dominación directa. La clase hegemónica la burguesía, utiliza en cada momento la sociedad civil y/o la política, para mantenerse. En palabras llanas diríamos que la burguesía combina el caramelo (sociedad civil) con el palo (sociedad política), según el momento histórico. Si el caramelo no convence, recurre al palo. En la dictadura capitalista de Franco, la sociedad civil estaba en un segundo plano. La sociedad política era la determinante. Y aunque el Estado quisiera aparecer con la imagen de Estado-progreso, de Estado-desarrollo, en realidad su impotencia para convencer le llevaba a mostrarse tal cual era: Estado-crisis, Estado-terrorista. La dictadura franquista, por ser un Estado-crisis contra la clase obrera, tenía solamente una vía de integración política: LA REPRESIÓN. Las consecuencias fueron varias: - La represión durante la época franquista tenía un carácter popular pues afectaba a sectores no estrictamente obreros (nacionalistas, intelectuales, etc.). - La lucha anti-represiva, por su claro contenido de clase, podía ser aprovechada por el reformismo obrero en sus intentos de presentar como antifascismo, lo que en realidad era lucha de clases. El anti-fascismo, bandera hábilmente manejada, cumplió durante mucho tiempo esta función de engañar y ocultar la necesidad de una lucha anticapitalista, que era necesaria y posible. El Plan del reformismo del Capital, que es secundado por el reformismo obrero, pretende sustituir el palo por el caramelo, poniendo en primer lugar la sociedad civil en vez de la sociedad política. Como consecuencia la represión tiene que dejar de ser la vía de integración política, para transformarse en una de las vías de integración. La represión no desaparece sino que adquiere un mayor contenido de clase. Cada vez más, la represión se convierte en vía específica de integración política, por destrucción de los sectores que van más allá de la democracia burguesa. Los líderes de la Platajunta andan ya libres. En cambio, siguen encarcelados sin juicio alguno varios trabajadores de Vitoria. Veamos algunas implicaciones: - La represión actual va especialmente dirigida a las vanguardias internas de fábrica, barrio, etc. que plantean una lucha anticapitalista. Torturas, leyes durísimas contra los piquetes de extensión de huelgas... - La ultraderecha colabora de forma organizada atacando a los obreros que más se distinguen en la lucha. De esta manera se intenta dar la impresión de imparcialidad por parte de la policía. - Por su más evidente carácter de clase, la lucha anti-represiva es abandonada por el reformismo obrero, que prefiere las movilizaciones interclasistas por la amnistía. Plantear de forma consecuente la lucha contra la represión, es enfrentarse directamente contra el Estado del capital. En la práctica, hoy, LA LUCHA CONTRA LA REPRESIÓN DEL ESTADO CAPITALISTA supone: 1- Organizar la autodefensa de los trabajadores, es decir, la autogestión de la violencia de clase, para HACER FRENTE AL CAPITAL, al poder capitalista que se identifica con el Estado. 2- A cada ataque del capital corresponde su complemento por parte del reformismo obrero. A la represión externa (policial y judicial) le corresponde la represión interna al Movimiento Obrero. Si bien en estos momentos la faceta represiva del reformismo obrero se centra más en el aspecto ideológico, en inculcar la conciencia cívica, la no violencia, el respeto al orden burgués, ya empieza a despuntar la otra cara de la moneda: la crítica y denuncia pública de los piquetes de huelga; los servicios de orden interno en las manifestaciones v no precisamente para hacer frente a la policía o a la ultraderecha...). La consigna que sintetizará toda esta actitud represiva de los reformistas será el decir que toda acción que no se pliegue a sus directrices es una provocación. HACER FRENTE AL REFORMISMO OBRERO en este momento sólo puede tener éxito si se hace desde el interior de la clase trabajadora, impulsando movimientos de clase que superen la legalidad burguesa, practicando la democracia directa frente al dirigismo burocrático, denunciando públicamente las prácticas concretas del reformismo obrero. Resumiendo, hacer frente al reformismo obrero como agente represor significa, ni más ni menos, que impulsar y mantener el protagonismo de la clase. 2.- INSTRUMENTOS DE CLASE: TEORÍA, CONCIENCIA, ORGANIZACIÓN EL CONCEPTO "INSTRUMENTOS DE CLASE" Y SU CRÍTICA Hablamos de "instrumentos de clase", pero rechazamos la concepción mecanicista implícita en es-te concepto. "Instrumento" hace referencia a algo que se usa para un fin exterior. Nosotros no estamos de acuerdo con esta separación, ya que no concebimos la teoría ni la conciencia, ni la organización, como algo separado de la práctica y que actúe desde fuera. La teoría, la conciencia y la organización son instrumentos, pero a la vez prácticas. Son un tipo de prácticas necesarias directamente unidas a una práctica funda-mental: la acción y la lucha por la transformación revolucionaria de la realidad. Al hablar de teoría partimos de la teoría marxista del conocimiento. De lo que se trata no es de interpretar el mundo sino de transformarlo. Esta transformación del mundo se realiza mediante la unidad activa entre teoría y práctica. Gramsci expresa esta "adhesión de la teoría a la práctica" en estos términos: "Construir sobre una determinada práctica una teoría que, coincidiendo e identificándose con los elementos decisivos de la práctica misma, acelere el proceso histórico en acto, haciendo la práctica más homogénea, coherente y eficiente en todos sus elementos, es decir, potenciándola al máximo, o bien, dada una cierta posición teórica, organizar el elemento práctico indispensable para su puesta en acción". La teoría será, por tanto, un conjunto de conocimientos operativos capaces de orientar una práctica de transformación de la realidad y la conciencia. Su verdad se mide por los resultados prácticos, por su capacidad transformadora. La fuente y la justificación de toda teoría está en la práctica, y toda práctica está sometida a la lucha de clases. La teoría no va separada de los movimientos reales (luchas y procesos de transformación de la realidad en general). Esto no quiere decir que el movimiento real necesite una mediación teórica externa. Lo que necesita cualquier movimiento es ser consciente de sus objetivos. Es aquí donde interviene la teoría, sentando unas bases objetivas de esta conciencia. Entre nosotros constatamos la poca importancia que se ha dado hasta ahora al trabajo teórico. Nos movemos en un ambiente de dogmatismo y de re-petición mecánica de conceptos y teorías desfasadas por completo de la realidad actual. En el campo de la "izquierda", se siguen viendo las cosas como hace 50 años; y por parte del reformismo y el revisionismo se abandona cada día más toda teoría materialista y dialéctica en favor de la ideología burguesa. Todo este panorama exige un mayor esfuerzo de renovación por nuestra parte, intentando superar la enorme confusión política e ideológica que nos rodea. El trabajo de discusión y clarificación es urgente, y esta es una de las tareas que se propone LUCHA y TEORÍA. Por conciencia de clase entendemos el conocimiento de los propios intereses de clase. Es algo más que una simple experiencia de la explotación, en la medida en que contiene una visión de los intereses generales de la clase y comprende la necesidad de la lucha y la revolución como único medio para acabar con la explotación y el poder de la burguesía. La conciencia de clase une teoría revolucionaria e ideología proletaria. Entendemos aquí ideología en un sentido distinto al de ideología burguesa. La ideología burguesa es un conjunto de ideas y comportamientos que sirven para ocultar las relaciones de explotación. La ideología burguesa adapta a los individuos para cumplir sus papeles dentro de la división clasista del trabajo. La ideología proletaria, por el contrario, ayuda al conocimiento de y a la lucha contra las relaciones de explotación y desadapta a los individuos para que cumplan lo peor posible sus papeles dentro de la sociedad burguesa. Por ideología proletaria entendemos una serie de ideas y comportamientos que responden a los intereses de clase, pero que no son necesariamente conscientes. La ideología proletaria tiene una visión del mundo, de la historia, del hombre y de la vida, en consonancia con el materialismo y con la necesidad de la revolución. Pero esta visión nunca será absolutamente científica, neutra, ya que siempre existe un punto de vista de clase, una posición de clase. La objetividad y neutralidad absoluta de la ciencia es un mito burgués. La conciencia de clase va ligada necesariamente a una práctica. En esta práctica es donde se realiza la síntesis entre teoría revolucionaria e ideología proletaria. No existe una conciencia de clase homogénea en todo el proletariado, ya que en el desarrollo de la conciencia influyen muchos factores, desde la lucha ideológica y la influencia de los revolucionarios hasta las propias experiencias de lucha. El elemento fundamental para el desarrollo de la conciencia de clase son las experiencias de lucha. En estas experiencias es donde se toma conciencia de los objetivos finales. Este nivel de conciencia aumenta en los momentos revolucionarios en los que la clase se convierte en sujeto consciente del pro ceso revolucionario, por encima de sus diferencias. Podemos constatar también, como hicimos con la teoría, el bajo nivel de conciencia actual de la clase obrera en España. Esto contrasta con el gran desarrollo de luchas en este período. Es preciso que iniciemos un estudio de este problema. En el número anterior de LUCHA y TEORÍA destacamos la existencia de una práctica de clase que indicaba un alto nivel de conciencia espontánea (absentismo, rechazo del trabajo, democracia de base, solidaridad, igualitarismo en las reivindicaciones, un cierto grado de respuesta violenta frente a la represión, lucha ilegal, el des-precio da la política, etc.). Pero el análisis de las últimas luchas arroja un balance negativo respecto al nivel de conciencia política de clase. La penetración del reformismo y de la ideología burguesa ha hecho imposible un salto cualitativo, ese salto que todas las luchas, llegado un momento, exigían para no ser un fracaso. No se ha visto que la lucha salarial desemboca forzosamente en unas relaciones de poder y que lo importante, en definitiva, es vencer en esas relaciones de poder, es imponer la voluntad de los trabajadores. Para esto el reformismo obrero no sirve, por el contrario, lo único que hace es frenar y crear falsas ilusiones entre los trabajadores. ¿Comprenderán los trabajadores, después de este ciclo de luchas que tan pocas victorias ha conseguido, que ni el reformismo ni la democracia darán ninguna solución a sus problemas? Este salto en el nivel de conciencia es lo que se necesita hoy. Es difícil preveer el futuro en este sentido, pero siendo realistas creemos que el reformismo y la burguesía han avanzado mucho en su capacidad de integración y de destrucción de la conciencia de clase. Posiblemente será necesaria una etapa, más o menos larga, en la que entren en crisis los nuevos mecanismos de integración y represión política antes de que el salto al que nos referíamos se produzca, de forma suficientemente mayoritaria dentro de la clase obrera. La evolución de los sindicatos será un elemento clave junto con la evolución de la crisis económica propiamente dicha. SUBVERSIÓN, TRANSFORMACIÓN, REVOLUCIÓN La conciencia de clase se basa en una cierta visión materialista del proceso histórico, de sus contradicciones objetivas y de la importancia de la acción del proletariado y los revolucionarios dentro de él. La historia es fruto de unas contradicciones objetivas en las que el hombre actúa de forma más o menos consciente. Aquí es donde situamos la acción de la clase obrera y de los revolucionarios, entendida como una práctica subversiva y transformadora de la realidad inmediata, capaz de originar un proceso irreversible favorable a la abolición de las clases y a la emancipación del proletariado. La revolución es ese momento decisivo que puede iniciar un proceso histórico basado en el poder de la clase obrera. La revolución no es una consecuencia necesaria de la crisis capitalista (que por sí misma podría desembocar en cualquier cosa). Para que sea posible es necesaria la actuación consciente del proletariado. Entendemos la revolución, a la vez como un proyecto y como un movimiento real de subversión y transformación de la realidad aquí y ahora. Hay una relación dialéctica entre revolución como proyecto y como transformación inmediata. No vemos la revolución como la superación de todas las contradicciones y alienaciones, ni como un proyecto, un deseo mesiánico o un objeto trascendente que sirva para justificar la impotencia actual o consumirnos en una espera sin fin. Entendemos nuestra acción como una práctica subversiva y transformadora que se realiza cada día en todos los ámbitos y frentes, desde los problemas de la vida cotidiana hasta las relaciones de poder político. Pero tampoco nos engañemos. Las victorias actuales serán parciales e incompletas mientras el proletariado no llegue a imponer un poder de clase que venza definitivamente el poder de la burguesía. Hay un sentido de desesperación consciente unido a esta necesidad imperiosa de la revolución que nos aleja tanto del voluntarismo como del abandono y del pesimismo. ORGANIZACIÓN Debemos partir de una desmitificación de la organización tal y como hemos hecho con la cuestión del programa. La organización no es la solución de todo. Normalmente se proyecta en la organización el deseo de dar solución a todos los problemas, buscando en ella una compensación a las frustraciones inevitables de toda práctica. Llega a verse la organización como el instrumento fundamental. Se concibe entonces ésta, como algo aparte que tiene vida por sí misma y que puede existir por encima y al margen de los movimientos reales. El instrumento se convierte en un fin válido por sí mismo. Esta concepción voluntarista de la organización lleva inevitablemente a la burocracia. La burocracia es una nueva forma de poder alienante. Poco importa que esta nueva dominación se justifique por el productivismo, el paternalismo dirigen-te, la eficacia o cualquier otra ideología que no reconoce al proletariado su capacidad y su derecho a la hegemonía social, a ejercer su poder de clase sin delegación, a imponer su dominación sin la mediatización de ningún partido, sino basándose en sus propias organizaciones de clase creadas por él mismo. Hay una organización de la Clase en los momentos revolucionarios, que deberá surgir de la lucha misma y que hoy no podemos definir. Sabemos que cualquier forma que adopte debe realizar la democracia directa, será expresión de un movimiento real y deberá vencer toda burocracia. La organización será, no una condición exterior del poder, sino fruto y expresión del poder mismo de la clase. ¿Cómo se concretarán hoy estos principios? ¿Cómo se lucha hoy por la Organización de la Clase? Hoy, lo que la experiencia demuestra es que la mejor forma de organización autónoma son las Asambleas en las que pueden participar todos los trabajadores. Estas asambleas son el órgano soberano y decisorio, y en ellas se eligen delegados o comisiones revocables con tareas concretas a cumplir y que realizan una coordinación con otras asambleas de trabajadores. Pero aún este tipo de organización se presta a la manipulación y burocratización, bajo la influencia de los partidos políticos y de los reformistas, como así se ha visto en las últimas luchas. Es preciso distinguir entre asambleas y "actos de adhesión", más o menos multitudinarios, a unas directrices trazadas de antemano por una mesa, una coordinadora o cualquier otro tinglado burocrático. Es preciso asimismo, descubrir e imponer nuevas formas de organización y control interno de las asambleas para que no se conviertan en correas de transmisión de burócratas y reformistas. Por ejemplo, crear grupos de trabajo previos a la asamblea, abiertos y que permitan una participación más directa. Los piquetes de extensión y agitación han sido otra forma de organización importante a destacar en las últimas luchas, que deben ampliarse en el futuro. Estos grupos de trabajo, extensión y agitación surgidos de las asambleas y controlados por ellas, pueden contrarrestar la burocratización de las coordinadoras o de cualquier otro organismo centralizador que se cree. Pero estas formas de expresión de la autonomía obrera surgen solamente en momentos de lucha. Finalizada ésta, lógicamente desaparecen, y si se pretende mantenerlas terminan burocratizándose. Cabe preguntarse entonces: ¿Debe tener la autonomía obrera una organización permanente? ¿A qué niveles puede constituirse? ¿Qué relación debe guardar con el sindicato? Intentaremos reflexionar sobre estos temas, y en un próximo número someteremos a vuestra consideración los resultados de nuestro análisis. LUCHA Y TEORÍA NÚMERO 7 JULIO-76