LUCHA Y TEORÍA 6 EDITORIAL HACIA UNA NUEVA PRACTICA Y UNA NUEVA TEORÍA Continuando el plan de trabajo que nos propusimos en el número anterior, dedicamos éste a profundizar en el análisis de la situación actual con el propósito de sentar unas bases objetivas que nos permitan plantear a fondo los problemas concretos más acuciantes con que nos encontramos en nuestra cotidiana práctica. A muchos les parecerá éste un análisis más y estarán tentados de tacharnos de teoricistas. Repetimos nuestro deseo y nuestra voluntad de discusión y crítica. Si Lucha y Teoría se lee como una revista más de propaganda política, si se asimila a uña revista de grupo, habremos fracasado en nuestro propósito y no se habrán comprendido nuestras intenciones. Por otra parte estamos convencidos de la necesidad de un trabajo teórico serio. Este trabajo exige un esfuerzo personal y colectivo irremplazable que nada tiene que ver con la repetición de consignas y análisis al estilo de la "militancia" y la propaganda de grupos y grupúsculos tan tristemente conocida. Nuestros objetivos siguen siendo claros: estimular una nueva práctica y unas nuevas ideas de acuerdo con las necesidades de la clase obrera en nuestro país y que nosotros resumimos en la necesidad de avanzar en la conciencia y en la organización autónoma de la clase en todos los frentes. Para que esta voluntad no se convierta en un deseo idealista hemos creído imprescindible sentar unas bases objetivas mínimas, enteramente abiertas a toda discusión. Necesitamos tener una visión global de hacia donde camina la situación actual de nuestro país, cuales son los ejes fundamentales por donde va a pasar la actuación de la burguesía, para poder discutir luego por donde debe pasar en estos momentos una actuación revolucionaria. Las vaguedades y la falta de clarificación en este terreno, estamos viendo que llevan a los grupos al dogmatismo o a posiciones cada vez más claramente reformistas. Resumiendo un poco la visión del momento presente, podemos decir que a nivel global está abierta una etapa de "crisis de dominación" de la burguesía frente a la relativa estabilidad anterior, lo que nos lleva a reflexionar sobre los siguientes problemas fundamentales: 1º La burguesía utilizará todas sus armas para conseguir una reestructuración del poder de forma que arriesgue lo menos posible frente a las exigencias de la clase obrera. Para ello está dispuesta a utilizar a fondo: a.- la vía de reformas impulsadas desde el poder actual y controladas por él. "Continuismo-evolución-reforma", combinadas según lo vayan exigiendo las circunstancias. b.- el reformismo obrero, que apoyará tanto la vía evolucionista como la ruptura y cuyo protagonismo se irá haciendo cada vez mas importante a medida que avance la crisis. Los grupos reformistas (el P.C.E. - P.S.U.C. a la cabeza) se mostrarán cada vez más empeñados en su tarea de amordazar al Movimiento Obrero y someterlo a las exigencias del capital, a cambio de unas migajas de poder. c.- "democracia-fascismo-crisis económica", serán los polos de la nueva ideología dominante, que se utilizarán también a fondo contra las reivindicaciones y el radicalismo de la clase obrera. Reformistas y demócratas pasearán el fantasma de la ultraderecha (ya perfectamente organizada) en cuanto la clase obrera ponga en peligro su hegemonía. (Con ello no negamos la posibilidad de que este fantasma tome carne y hueso si la crisis es profunda). La "crisis económica", la amenaza del caos económico y la miseria será el otro justificante de los ataques contra los trabajadores, si no nos sometemos a la disciplina en la producción y el consumo. 2º ¿Cómo actuar frente a estas salidas y contra esta ideología, como evitar que se estabilice de nuevo el poder de la burguesía? Globalmente sabemos cuales son las tareas de los revolucionarios en estos momentos: a.- hacer todo lo posible para que las soluciones de la burguesía fracasen, para evitar que se instale una nueva cohesión social bajo el poder y la ideología del Capital. b.- impulsar el avance de la conciencia y la organización de clase (po der obrero) en todos los campos; conquistar el máximo, de terreno (económico y político) para la clase obrera y provocar a medio o largo plazo un crisis pre-revolucionaria en la que la correlación de fuerzas sea favorable al proletariado. EL PROBLEMA A PARTIR DE AHORA SERA COMO CONCRETAR ESTE ANÁLISIS GLOBAL EN UNA PRACTICA CONSECUENTE Necesitamos avanzar en discusiones concretas que posibiliten una respuesta revolucionaria a las necesidades de organización, agitación y movilización de cada frente. Esta respuesta no será un ejercicio voluntarista. Existe ya, de forma radical y espontánea una práctica de clase que avanza por este camino: - rechazo del trabajo (absentismo, boicot, utilización de la seguridad social), frente al mito de la producción. - democracia de base, a través de las asambleas - acción directa, asumiendo los problemas los propios trabajadores. - igualitarismo, en las reivindicaciones. - solidaridad de clase frente a las agresiones, capitalistas. - respuesta violenta frente a la represión. - desprecio de la legalidad burguesa, sus instituciones y sus cauces. - independencia y rebeldía ante los discursos de responsabilizarnos, como "ciudadanos" de la crisis económica nacional Sabemos que en todas estas luchas existen limitaciones y deficiencias. Sabemos también que se mezclan en ellas, a veces de forma contradictoria, reformismo y espontaneidad de clase. El reformismo suele ser eficaz en la recuperación de las luchas concretas, así corno en sus maniobras de confusión y división. Pero el reformismo no ha conseguido, ni con mucho, el sometimiento de la clase obrera, con lo que las posibilidades revolucionarias siguen estando presentes. Es preciso defender el rechazo radical de la clase a ser manipulad; despertar su orgullo e infundirle confianza en sí misma: Como dice Marx: "Más que de su pan, de lo que el proletariado tiene necesidad es de su coraje, de su confianza en sí mismo, de su orgullo y de su espíritu de independencia." Nuestra práctica está viciada de formas y contenidos burgueses y se basa muchas veces en una alienación del lenguaje y en discusiones abstractas. Hoy más que nunca necesitamos devolver al lenguaje la claridad, la espontaneidad y el realismo que nace de las propias condiciones de explotación y opresión. Debemos reflexionar sobre la importancia de las condiciones subjetivas de la Revolución y de la necesidad de que nuestras palabras afecten, no sólo a la razón, sino también a las pasiones y a los sentimientos. Con esto no queremos hacer ningún canto a la espontaneidad. Sabemos de sobra que sin organización autónoma y sin conciencia de clase jamás triunfará la Revolución. Si bien nuestras palabras deben despertar y reavivar el deseo inconsciente de la Revolución, estamos contra la actitud dirigente y el liderismo, como nueva forma de esclavitud y dominación. Debemos renunciar a ser espectadores o seguidores de consignas y convertirnos en un conjunto vivo, independiente y activo, en el que no haya categorías ni jerarquías. Debemos dar ya, aquí y ahora un ejemplo de la sociedad por la que luchamos. Entramos en una etapa histórica confusa en la que se van a poner a prueba todos los antagonismos de clase. La burguesía necesita reorganizar y poner en marcha un nuevo ciclo económico que asegure sus ganancias. El momento es difícil para el Capital. El sistema actual se basa en la explotación sobre los asalariados. Su verdadera crisis hoy día es el rechazo obrero de su condición de esclavo. El inicio de la solución de la crisis pasa, necesariamente, por el sometimiento obrero por la destrucción de su cohesión interna, de su conciencia de clase. Frente a la conciencia de clase obrera, la burguesía y sus ayudantes oponen la "conciencia cívica" el "todos somos ciudadanos", y el "españoles todos". Los capitalistas apoyan de forma descarada al reformismo obrero por que le es muy útil frente al radicalismo y la independencia que, cada día más, ejerce nuestra clase. La cama de estos amantes es el PACTO SOCIAL; si éste se consuma, pagaremos los platos rotos de la "crisis" los de siempre: los trabajadores. Si queremos acabar con la eterna crisis que llevamos los trabajadores encima, debemos hacer fracasar todo el juego de las nuevas instituciones burguesas: sindicato, partidos, elecciones..., en una palabra, su democracia. La democracia que practicamos hoy los obreros en España, está más cerca de la democracia directa que de la democracia burguesa. Defender esta práctica, materializarla en organizaciones autónomas frente a la burguesía y el pactismo social. Conquistar día a día un poder real que vaya creciendo desde la raíz por todo el cuerpo social y reafirme sus aspiraciones a transformarlo TODO. Posibilitar en la lucha la composición de todas las fuerzas revolucionarias en un movimiento articulado y radical, basado en el poder de la clase obrera, capaz de imponer una nueva sociedad, es decir, una nueva manera de producir, de consumir, de vivir. Tenernos que acabar para siempre con el poder de la burguesía, con la explotación del hombre, con el trabajo asalariado, con toda la monstruosa organización social que mantiene en la miseria corporal y humana a millones de explotados, de trabajadores, de proletarios: ESTA ES NUESTRA ÚNICA TAREA. SITUACIÓN ACTUAL ALGUNOS ELEMENTOS PARA UN ANALISIS CLASE INTRODUCCIÓN: SOBRE LA CRISIS "NUESTRO" MODELO DE DESARROLLO ECONOMICO Desde hace 25 años, desde el final de la 2a Guerra Mundial, hemos vivido dentro de un determinado modelo económico. Este modelo de desarrollo, propio de los países capitalistas avanzados, ha entrado en crisis. Pensamos que en una crisis realmente histórica. Veamos algunos elementos característicos de este modelo que no se parece casi nada al que analizó Marx. La utilización de la crisis. En la primera fase del capitalismo, la crisis tenía como función base permitir la aparición del ejército de reserva que disminuía los salarios. En condiciones de pleno empleo, como eran las que hasta ahora se daban la crisis cumplía otra intención. La crisis era (y es) un ataque a la clase trabajadora para obtener un aumento de la productividad ante la lucha obrera. Reestructuración tecnológica, intensificación del trabajo y aumento de productividad van a la par. La crisis permite una gigantesca devaluación, una concentración del capital y una reestructuración general del sistema de producción. Así las ramas industriales donde la clase obrera era más fuerte, desaparece o en todo caso incorporan tecnología más avanzada capaz de arrancar mayor plusvalía. La crisis ha actuado como un arma a favor de la burguesía para desplazar la correlación de fuerzas a su favor. Pero la crisis es el último recurso del capital antes de la represión sangrienta. Entre ciclo y ciclo el ataque a la clase trabajadora, será mediante LA INFLACIÓN. Cuando la burguesía tiene dificultad en incrementar la explotación, recurre al aumento de precios. Es conveniente aclarar que la inflación o aumento de precios, no va fundamentalmente destinada a recuperar lo que el capital ha perdido debido a la lucha salarial. El conflicto entre salario y ganancia es político. Es decir, el salario es una medida de la correlación de fuerzas entre capital y trabajo. Una victoria en el terreno salarial es una posición de fuerza para la clase trabajadora, en la fábrica. La inflación, en cuanto disminución del poder adquisitivo, destruye esta posición favorable y obliga a trabajar a la clase obrera para poder subsistir. En estos momentos la inflación sigue cumpliendo esta función pero tiene con secuencias negativas para la burguesía (luchas, descontento... etc.) En época de Marx, las industrias con mayor composición orgánica (metal, químicas, etc.) eran las que guiaban el desarrollo. En el moderno capitalismo no ha sido así. Han sido las industrias de bienes de consumo (electrodomésticos, automóvil, etc.) las que han promovido el desarrollo de las fábricas de medios de producción y del sistema capitalista en general. Sin entrar en el porqué ha sido así, es interesante destacar algunos puntos: a. Para que tenga éxito este modelo, los salarios de los trabajadores no deben disminuir, sino crecer. De lo contrario no existiría demanda de medios de consumo y la cosa se iría al agua. Antes de 1929, la burguesía atacaba al proletariado reduciendo el salario al mínimo de subsistencia. Ricardo se lo había dicho bien claro: "Cuando los salarios aumentan los beneficios disminuyen". Pero estos últimos años no ha sido de este modo, en gran parte gracias a la explotación de la periferia. El desarrollo seguía este otro ciclo: más salario implica mayor consumo, por lo tanto mayor producción y en definitiva mayores ganancias. Este mecanismo entrará en crisis y será necesario recurrir a la inflación. Pero para desgracia del capital, la inflación se desmadrará y se abrirá la crisis. b. El ejercito de reserva formado por los obreros en paro no juega ningún papel en condiciones de pleno empleo. Para arrancar mayores ganancias el capital utilizará otros procedimientos: la política de incremento de la productividad, fundamentalmente. ESTRUCTURAS POLÍTICAS Este desarrollo económico habría sido impensable sin la intervención de unas nuevas estructuras políticas: el sufragio universal, los partidos de masas, los sindicatos, y el Estado. Es conveniente aclarar el carácter del Estado y de los sindicatos. El Estado de los países capitalistas modernos, no es concebido ya como "árbitro" en las relaciones de clase (Estado policía), sino que es el iniciador del ciclo económico y el promotor del desarrollo: Es el Estado-Plan y los sindicatos se convierten pues en este modelo de desarrollo económico, en piezas claves para regular el ciclo. Es decir, sin ellos, no podría ser viable en ningún momento un pacto social entre capital y trabajo. Las famosas huelgas salvajes, no son más que las huelgas realizadas al margen y contra los sindicatos. En cuanto a los partidos de masas, socialistas comunistas o socialdemócratas, juegan el importante papel de integrar políticamente e ideológicamente a la clase trabajadora, como veremos más adelante en el caso concreto de nuestro país. Todo se termina. Los capitalistas estaban contentos: ¡Por fin habían encontrado "la piedra filosofal! En vez de regatear el salario y reducirlo al mínimo indispensable para vivir, se trataba de dar algo más. Gracias a este incremento los obreros podrían comprar cosas inútiles casi siempre, y sin darse cuenta harían funcionar el sistema. Los ideólogos llamaron al invento, la sociedad de consumo. Y funcionó bien. El trabajador se mataba en la fábrica haciendo horas extras para pagar el coche, el televisor... pero todo llega que se termina. Con la decadencia de los Estados Unidos se abre la crisis actual. Es el fin de una fase de desarrollo económico durante la cual el Estado podía controlar el ciclo económico. LAS EXPLICACIONES La crisis ha venido pero nadie sabe cómo ha sido. Eso dicen los burgueses. Su política económica no alcanza a entenderlo que pasa. ¿Cuando se había visto una crisis con subida simultánea de los precios? Para Giscard la crisis tiene cuatro causas: 1o - Demasiados habitantes. 2º - Crisis de la energía. 3º - Crisis de materias primas y alimen-tos y 4º - Dificultades debido al aumento del petróleo. No es más que una explicación ideológica. En su época ya Marx demostró lo absurdo de las explicaciones basadas en límites fijos. En cuanto al aumento del petróleo no es la causa sino el efecto de la crisis, o sea del intento de reestructuración del capitalismo mundial. Pero los trabajadores no nos perderemos en explicaciones superficiales y siempre conservadoras. Nosotros sabemos que nos harán pagar la crisis. Esto significa muchas cosas: congelación salarial casi siempre, intensificación de la explotación, paro... pero también sabemos que la crisis es un paso obligado para la revolución proletaria. Nunca ha habido una revolución en período de prosperidad. Avancemos pues, dentro de nuestras posibilidades, en el análisis de la crisis que vivimos. LA CRISIS ES UN MOMENTO DE LA OFENSIVA PROLETARIA La burguesía dificilmente puede comprender el origen de la crisis. Nosotros sí. Los trabajadores, porque somos conscientes de formar una clase, disponemos de un punto de vista unilateral, el punto de vista de clase. Por esto no olvidamos que acaban de transcurrir seis años de enfrentamientos de clase a escala mundial. La acumulación de los efectos de las luchas protagonizadas por los trabajadores del Tercer Mundo y las luchas obreras desarrolladas en las metrópolis, están en la base de la crisis de la producción capitalista. ¿Por qué? La característica principal del neocapitalismo era indudablemente, la capacidad de reabsorber la presión obrera dentro de un esquema reformista. De otra manera, la base del moderno capitalismo era hacer funcionar la clase obrera dentro del plan económico. La crisis se abrirá cuando la clase trabajadora, dejará de ser la dócil fuerza de trabajo, cuando el mecanismo que permitía reabsorber la presión salarial (empujando a su vez el desarrollo según el ciclo anteriormente explicado.) empiece a fallar. He aquí la cuestión: Un cierto nivel salarial, dentro de ciertas relaciones de fuerza entre clases, puede resolverse de dos modos distintos: empujando la demanda o perturbando el proceso de valorización. Las circunstancias políticas determinan, en definitiva que un aumento salarial ayude o hunda el desarrollo económico. La consecuencia es importantísima. El peso político del proletariado durante el neocapitalismo crece extraordinariamente, ya que es el centro no sólo de la producción, sino también del consumo. En los últimos años se ha producido pues un robustecimiento de la clase trabajadora, parejo a la concentración y centralización del capital. ¡Menuda sorpresa para la burguesía! Cuando a partir de 1967-68 intenta aumentar el grado de explotación se encuentra con la resistencia de una clase trabajadora muy homogénea, numerosa y fuerte que ella misma había creado para sus necesidades. Lo realmente esencial es que este fortalecimiento de la clase trabajadora no es algo conyuntural, sino que es estructural. Es decir, la vida del modelo neocapitalista está subordinada completamente a la clase obrera. El capitalismo moderno no es más que un gigante con los pies de barro. Por esto como veremos, para superar la crisis, la burguesía debe cambiar de pies, es decir destruir esta clase y desplazarla de su posición central que ahora ocupa. UNA CRISIS HISTÓRICA Por lo que llevamos dicho, se comprende que no se trata de una crisis usual, un mera fase del ciclo económico. Precisamente, el mismo ciclo está en crisis. La depresión (una de las fases) ya no permite automáticamente la disminución del valor de la fuerza de trabajo. De aquí la necesidad de la inflación para corregirlo. Desde otra óptica llegamos a la misma conclusión, la posición privilegiada y de fuerza en que se encuentra la clase obrera. Será esta resistencia estructural, que le permite oponerse a la explotación la causa de la caída de la tasa de ganancia. La crisis afectará pues, al mismo proceso de acumulación capitalista y ¡como no! también a todos los mecanismos de control y dominación política. La fenomenología de la actual crisis, o sea el modo como se nos aparece a simple vista será el reflejo de su propia formación. La crisis se presenta bajo la forma de recesión productiva y de inversión, fuerte tasa de inflación y paro. Aunque parezca que coyunturalmente la situación económica mejora (reactivación USA), no son más que fases dentro de un proceso de crisis prolongada. ¿CÓMO SALIR DE LA CRISIS? La crisis actual, no permite muchas disyuntivas. O tiene una salida burguesa o una proletaria. Es así de sencillo: o la pagan los trabajadores, o la burguesía. Veamos por dónde pasa, aunque sin profundizar, la salida burguesa. El regalo que nos prepara el capital no es ni una catástrofe ni un ajuste conyuntural. Es algo más; se trata de una verdadera reestructuración mundial. El sujeto que la conduce es el capital financiero internacional, estructurado en empresa multinacional. Su objetivo general es claro: destruir la actual composición de la clase trabajadora, el obrero no cualificado. Para ello el capital monopolista internacional intentará cambiar las condiciones económico-sociales que han permitido el crecimiento político de nuestra clase. El aumento del coste de la energía (petróleo) está en esta línea, dirigida a producir un gigantesco cambio en el modelo de acumulación. Brevemente se trata de desarrollar los sectores industriales que no tienen a la clase trabajadora como consumidora (bienes de producción...) y convertirlos en rectores de la economía. En suma, reducir el salario a lo que había sido desde un principio, valor mínimo para subsistir. En este modelo evidentemente la clase trabajadora perdería su posición política privilegiada, que ha venido ocupando. Esta desvalorización vendría ocupada por un ataque tecnológico (introducción de maquinaria) destinado a descomponer la actual composición de clase, a crear un ejército de reserva... Por supuesto este proyecto de ataque al proletariado tiene unas consecuencias a nivel mundial ya que a este nivel se realiza. La primera consecuencia es una división mundial del trabajo, es decir, la formación de zonas jerárquicamente supeditadas y todas ellas en función de las necesidades del capital monopolista internacional. La salida proletaria es hacer frente a esta reestructuración. Abrir nuevos ciclos de lucha como única forma de defender las posiciones de fuerza, lo adquirido, como camino hacia la revolución comunista. PRIMERA PARTE: EL CAPITAL FRENTE A LA CLASE TRABAJADORA ESPAÑA, ANILLO DÉBIL DE LA CADENA En España se reproducen las condiciones generales que caracterizan esta crisis. Recesión, paro (más de un 6%) e inflación. El producto Nacional Bruto, dificilmente alcanzará el 0,5 % en 1975. Descienden las exportaciones, y si el consumo interior aumenta un 2%, la tasa de inversión registra un valor negativo elevado. Como en los otros países capitalistas, la burguesía se encuentra con el mismo problema. ¿Qué hacer? Si adopta medidas reactivadoras contra el paro (inversiones públicas, reducción del interés bancario...) se dispara la inflación. Si intenta frenar la inflación con restricciones monetarias (dar menos créditos, etc.) aumenta el paro, y la "paz social" se resiente. Pero España es diferente; además de la crisis económica propiamente dicha, el capitalismo "español", debe maniobrar teniendo en cuenta la crisis de las formas de dominación política. Por razones de su mismo desarrollo, la forma que adopta la crisis en nuestro país es crisis política, o sea, crisis de dominación del capital sobre el proletariado. Perder esto de vista, es no entender la realidad en sus aspectos principales (cuestión sindical...). A su vez ignorar la crisis económica, y ver únicamente la crisis política, no sólo lleva a negar el internacionalismo proletario sino a planteamientos democráticos que dejan para más adelante la necesidad de la revolución proletaria. España es un anillo débil de la cadena de países capitalistas, no tanto por que la crisis económica sea muy profunda, sino porque la clase trabajadora es fuerte. He aquí la cuestión clave para nosotros. En el modelo de desarrollo económico español, la clase obrera ha crecido políticamente, más deprisa que el capital, poniendo en crisis las formas de control y de dominio que teóricamente debían integrarla dentro del proceso productivo. "Gracias" al franquismo, este proceso que explicábamos a nivel mundial, se ha dado en un grado superior si cabe. Bajo este punto de vista, que nos parece auténticamente de clase, es fácil de entender muchas cosas que están pasando. ¿A qué viene hablar de un debate sindical, publicamente? ¿A qué viene leer continuamente la necesidad de un pacto social?... Nada de todo ello tendría sentido si al fondo no se levantara el peligro de la crisis de dominación política, manifestación de una crisis histórica más profunda. Ciertos sectores burgueses han intuido el carácter fundamentalmente político de la crisis en España. Son los que dicen en Cambio-16: "Desde los más altos despachos de la Banca y empresas privadas solo se ve una forma de romper el círculo vicioso: el "pacto social". Pero se trata solamente de una fracción del capital. PLAN DE ATAQUE A LA CLASE TRABAJADORA En el plan de reestructuración mundial, el capital monopolista internacional ha salido con éxito de sus últimas aventuras. Cada punto débil necesita su solución particular, parece ser la enseñanza general; Chile necesitó a Pinochet, Portugal a Soares, España a... Muchos quieren jugar este papel y ya empiezan a hacer méritos. Pero la estrategia del capital no está unificada todavía. El objetivo sin embargo es claro: destruir la autonomía de la clase trabajadora, evitar como sea, que España siga siendo un anillo débil de la cadena capitalista. Dentro de la burguesía nacional, como en el interior del capital financiero internacional, se distinguen dos opciones distintas en busca del mismo fin anterior: a.- La ruptura desde dentro y controlada, que nosotros llamaremos el reformismo del capital y que protagonizan Fraga y Arias básicamente. Cuenta con el apoyo USA. b.- La ruptura democrática desde fuera, alternativa propuesta por la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia, como organismos fundamentales. En cuanto participa el PSOE, cuenta con el apoyo de la socialdemocracia alemana, sueca, etc. Estudiemos la alternativa del reformismo del capital que es la que la burguesía está poniendo ya en marcha. LA ALTERNATIVA DEL REFORMISMO DEL CAPITAL El nuevo gobierno Arias, con la pieza clave Fraga, se define en su globalidad y en sus principales figuras como de centro-derecha o derecha "civilizada" (?). Por primera vez en la historia moderna española, un gobierno NO dice que está por encima de la lucha de clases, que no es de "derechas ni de izquierdas"; esto no es un detalle sin importancia, es fundamental. Sólo una burguesía que tiene conciencia de sus intereses propios, v por lo tanto antagónicos con los del proletariado, puede vencerle en unos momentos como los actuales. La burguesía española, como la mundial, es consciente de lo que se juega en España. Portugal ha sido una enseñanza determinante. El capital sabe que destruir la autonomía de la clase es la condición esencial para poder sentar las bases políticas que permitirán un relanzamiento económico. En nuestro país este tránsito significa a nivel de superestructura, pasar del Estado-régimen, al Estado represivo-integrador. Del Estado servidor y ligado a la burocracia fascista al Estado del Capital social, agente no ya de los capitales individuales, sino del Capital. Fraga es el que es más consciente de este cambio: "Entiendo mi tarea como un servicio al Estado". Los aditamentos más fascistas que todavía persistían como reliquias del pasado desaparecen poco a poco. El reformismo del capital quiere integrar el poder económico y el poder político avanzar hacia su proyecto ideal: una sociedad "democrática, o mejor permisiva, con un Estado autoritario. La estrategia para conseguir la derrota de la clase trabajadora, puesta a punto por el reformismo del capital, es doble y articulada: a.- la reforma constitucional, a nivel político. b.- un plan de austeridad, a nivel económico. LA REFORMA INSTITUCIONAL. El objetivo general que persigue la reforma institucional, es readaptar las instituciones del poder capitalista a una nueva situación de clase. Este cambio o readaptación no pudo ser hecho en vida de Franco, porque el dictador, ligado a la burocracia más fascista, constituía una verdadera traba institucional, que impedía toda innovación, por necesaria que ésta fuera... La reforma institucional consta de: reforma constitucional y reforma sindical, si así pueden separarse. La reforma constitucional se ha especificado bastante. Se trata de transformar las actuales Cortes en otras formadas por dos Cámaras, una de ellas elegida por sufragio universal. Fin del asociacionismo y reconocimiento de algunos partidos políticos, así como del derecho de reunión, manifestación, etc., dentro de unas condiciones bien especificadas. Hay que tener en cuenta que estas reformas vendrían a poner punto final a la situación inmediata al postfranquismo, que se podría caracterizar como de nueva legalidad-pseudo democrática, por lo ambigua aparentemente. Veamos por dónde pasa esta legalidad ya que en estos momentos no se ha definido más. * control y utilización en el momento conveniente de la ultraderecha. * tolerancia del Estado frente a los socialistas (PSOE, sobre todo) y la Democracia Cristiana, que celebran el primer Congreso de un partido político en esta pseudo-legalidad. * la nueva "legalidad" es la trampa para conseguir la social democratización de las fuerzas políticas, pretendidamente de izquierdas. * con esta pseudo-democracia se pretende, desde el principio dividir a la oposición antifranquista. El reformismo del capital persigue la asimilación de todo lo "asimilable" y el aislamiento del PCE y la extrema izquierda. Por esto el PCE, en la forma más agradable de PSUC, se junta con las fuerzas más derechistas en el Consell. * "Se distinguirá cuidadosamente entre el adversario que legítimamente defienda una opción de poder y el enemigo que hace la guerra a la causa de la sociedad.", nos ha explicado gentilmente Fraga. Quien avisa no es traidor. Hay que agradecer tanta sinceridad. Pero la división entre adversarios y enemigos es momentánea. El PCE, porque no podía ser de otra manera, aun se halla junto a la extrema izquierda. El reformismo del capital dice NO, al PCE y sus "aliados" ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuándo estará clara la división entre los que aceptan el Estado capitalista y los que luchan violentamente para abolirlo? La nueva legalidad pseudo-democrática que ha cumplido las funciones anteriores, corresponde necesariamentea una fase de transición. Su institucionalización en formas políticas concretas y definitivas (sufragio universal, partidos políticos etc.) así como la monarquía que ha sido el pivote central alrededor del cual gira este proceso, han sido bien aceptados. Sería iluso desconocer las esperanzas que ha despertado la operación monarquía - cambio, entre fracciones burguesas y pequeño burguesas. Evidentemente este es uno de los fines principales de la reforma constitucional. Ampliar la base social de apoyo, crear una nueva alianza de clases más estable. Esto supone la división del bloque de los trabajadores asalariados, la integración de ciertas capas. Evidentemente, detrás de una nueva alianza de clases existe forzosamente un nuevo pacto político. Las fuerzas políticas que están llamadas hoy a participar en este juego son la Democracia Cristiana, y los Socialistas. No son de extrañar las cenas Fraga - Tierno Galván, etc. Hoy en día la "alta política" se hace delante de un plato de caviar. Pero por desgracia de los socialistas, en la España actual, el pacto político anterior, que es el más probable, no se corresponde a un pacto social. Los socialistas serán muy útiles en su función de integración al nivel político (vía elecciones), pero son incapaces a causa de su poca implantación, de controlar los movimientos de clase y por lo tanto de integrar a la clase trabajadora. Una de las reformas prioritarias, es la sindical. Y a este respecto hay una cosa clara. No puede haber ruptura sindical si no es dentro de una ruptura más general a todos los niveles. Por lo tanto, dentro de la alternativa reformista la cuestión sindical recibe lógicamente, un tratamiento también reformista. Es curioso, aunque es perfectamente explicable, la claridad con que la burguesía enfoca la cuestión sindical. En este sentido, un editorial de "La Vanguardia" nos lo indicaba; después de analizar los sindicatos de distintos países y ver con alegría que "los sindicatos europeos comparten una mínima disciplina que permite articular unas negociaciones", concluye: "En relación con la realidad sindical española... la tarea del gobierno actual parece que deba estar encaminada a salvar tales diferencias". Hay que transformar la 0.S. (organización sindical). En definitiva el capital busca poner a punto unas formas más eficaces de control y dominación sobre la clase trabajadora. Pero la línea política que debe permitir la reforma sindical no está muy definida todavía. En el próximo número de LUCHA Y TEORÍA, abordaremos más directamente la cuestión sindical; por el momento nos basta decir que la evolución de la O.S. pasa por su transformación en un sindicato "separado" del Estado. Probablemente en el Congreso Sindical que se avecina, ya se formen "organizaciones puras de trabajadores y otras puras de empresarios", como les llama Martín Villa. Es el reconocimiento explícito de la existencia de la lucha de clases. Lo que pretende el capital es utilizar este antagonismo para su propio desarrollo. Por esta razón la 0.S. dispondrá seguramente de unos "órganos neutros" que permitan la negociación entre las organizaciones "puras". Es te proceso de transformación de hecho ya hace tiempo que ha empezado. La práctica sindical de los reformistas, utilización y copo de puestos, lo está transformando ya, en el sentido de un sindicato de clase, al menos en ciertas regiones. Por otra parte si la O.S. no quiere inhibirse, lo cual sería su muerte política, debe pronunciarse y tomar determinaciones concretas ante el momento actual. En resumen, parece seguro que la burguesía prefiere antes que nada, un sindicato único, domesticado, formado por la evolución de la O.S. desde arriba y gracias a la presión de abajo. Si esto no es posible y se hace difícil la integración de las distintas tendencias sindicales dentro de este organismo, la segunda opción burguesa será el pluralismo sindical. UN PLAN DE AUSTERIDAD La situación económica en que se encuentra el capitalismo español, ya la que debe de hacer frente el reformismo del capital, no es muy buena que digamos (para sus intereses). Estancamiento de la producción, recesión de inversiones, aumento del paro, incremento de la inflación, y desequilibrio en la balanza de pagos. Con este panorama presente, la burguesía debe maniobrar para cambiar las estructuras del poder capitalista. ¡Menudo momento! Con lo fácil que habría sido sustituir las antiguas formas de dominación política existiendo una situación de prosperidad. Pero no ha sido afortunadamente así. El período de transición que se abre lo hace en el interior de una larga y profunda crisis. Por esto el capital se encuentra a la expectativa, temeroso. "En dos años de dificultades hemos consumido más de lo que hemos producido, hemos trabajado menos y no más, como era necesario... Y hoy..." clama el empresario-ministro Villar Mir. El capital en estas condiciones, y a pesar de lo mucho que se juega, no QUIERE NI PUEDE ceder ante el ataque obrero en el terreno salarial. Por esto la estrategia capitalista a nivel económico, no será esperar sentado, sino que será bien simple: atacar a la clase trabajadora, atacar su autonomía de clase plegándola a las necesidades del desarrollo. ¿Cómo lo hará? En principio es sencillo; se trata de imponer un plan de estabilización. La burguesía ya sabe los buenos resultados que le dio el Plan Ullastres como respuesta a la ofensiva obrera. Era simple, congelación salarial, devaluación de la moneda, fomento de exportaciones, restricción de importaciones elevación del interés bancario, etc., les fue muy bien. Consiguieron frenar la inflación, nivelar los precios, mejorar, la balanza de pagos y sobre todo recuperar, gracias a la intensificación de la explotación, la tasa de ganancia. Sin embargo, aquellos eran otros tiempos, que por suerte ya no son. Actualmente el capital NO PUEDE imponer un plan de estabilización, por que es incapaz de integrar a la clase trabajadora dentro del plan. Esto es así ya que: 1º- Hoy día a diferencia de 1959, la composición de la clase obrera es más homogénea. Se halla más concentrada y sobre todo, tiene una práctica de lucha autónoma (solidaridad, representantes, asambleas, etc.) que si el reformismo no la destruye, será siempre muy peligrosa. 2º- Por razones políticas, imponer ahora, un plan de estabilización significa escoger la siguiente opción: paro, control salarial absoluto, sobreexplotación... con la secuela de "inestabilidad" social. Además sin poder utilizar la represión en la misma medida que en 1959, a consecuencia del memento histórico de transición que vivimos. Aunque lo necesita, la burguesía no puede aplicar completamente un plan de estabilización. De hacerlo, el éxito de la operación reformismo se podría ir al agua en dos días, ante la posibilidad de provocar un radicalismo en las luchas. En definitiva lo que querernos decir es que el nivel de la autonomía obrera alcanzado en España actualmente es demasiado elevado para plegarse ante un ataque en forma de plan de estabilización. Es decir, imponer en el presente momento histórico, un plan de estabilización, es posible solamente si: a - Se destruye físicamente al proletariado mediante una represión brutal. (Es el deseo escondido de los "bunkerianos"). b - Se desarma al proletariado integrándolo vía socialdemocracia. Se trataría de un "pacto social" sin mejoras reales (salario), ya que la burguesía no puede cederlos. La contrapartida o premio por apretarse el cinturón, serían ventajas de orden superestructural (legalización de ciertas organizaciones obreras, etc.,) El pacto social, en estos momentos, no puede ser más que un pacto político firmado a costa de la clase trabajadora. Por esto suena la hora del reformismo obrero. Para acercarlo, el PCE está ya interviniendo decisivamente. Pero el reformismo del capital no, se decide a responder a los cantos de sirena del PCE. El pacto político tiene que venir, aunque todavía está lejos. ¿UNA POLÍTICA ECONÓMICA CONTRADICTORIA? El capital hace la política económica que puede y no hay más. Pero muchos capitalistas no lo entienden: "A la política económica española le falta muy poco para entrar en una fase de esquizofrenia manifiesta!... anuncia de forma bastante pesimista una importante revista económica (burguesa, claro está). Y es cierto. ¿Hay reactivación o estabilización? No se sabe. Nosotros sin embargo sí sabemos algo bien cierto. Todas las medidas económicas aplicadas hasta ahora han tenido una finalidad común: crear unas condiciones más desfavorables para la clase trabajadora. Sin olvidar que la forma más eficaz para debilitar a la clase obrera ha sido la utilización de la crisis como ataque al puesto de trabajo y en función de una reestructuración a venir, lo menos costosa posible. (En el Baix-Llobregat están previstos más de 10.000 despidos). Debilitamiento de la clase trabajadora quiere decir aumento de la tasa de ganancia. Por ahí han ido las medidas económicas concretas del inefable Villar Mir. Congelación salarial. El capital intenta desde un primer instante recuperar la tasa de ganancia y para ello le es esencial frenar los aumentos salariales, imponiendo una tregua salarial de hecho. Frente a la ofensiva proletaria en el terre no salarial, la burguesía responde pues de modo duro e intransigente: represión, militarización... son las pruebas de su debilidad. Y en distintos frentes tiene que ceder. Pero incapaz de absorber los aumentos salariales con la intensificación de la explotación, los precios suben. Es el precio de la "democracia". La devaluación de la peseta, ha sido la otra medida concreta. Frente a ella hay una rara unanimidad. La devaluación va a tener unas consecuencias completamente directas sobre los precios interiores y unos efectos muy inciertos sobre la balanza de pagos, que ha sido el motivo por el cual teóricamente, se ha llevado a cabo. No nos interesa probar lo absurdas que son las razones que se han dado para tomar esta medida. Hasta los capitalistas lo reconocen. El hecho realmente importante para nosotros es que el único efecto seguro de la devaluación es la disminución del salario real, de nuestro poder de adquisición. Por lo tanto, la devaluación en el marco actual tiene una intención bien precisa: mantener y aumentar la tasa de ganancia al absorber las subidas salariales que dadas las circunstancias políticas no han podido ser contenidas como usualmente venía haciendo la dictadura capitalista. He aquí pues, por donde los trabajadores pagaremos "el cambio". Y si los precios suben, el crecimiento dificilmente alcanzará el 4% previsto. Lo que sí es seguro en cambio, es que el coste de la vida superará en mucho el 18 % del año 1975. Esta es la situación actual de la política económica. Posteriormente analizaremos la alternativa en su aspecto estrictamente político. Al nivel que ahora nos movemos las conclusiones serían las siguientes: A causa de las circunstancias políticas que vivimos, el capital puede atacar únicamente con medidas parciales (congelación, devaluación etc.) a la clase trabajadora. Por otra parte la respuesta obrera ha sido muy fuerte por lo que la burguesía ha tenido que recurrir a la espiral inflacionaria para desplazar hacia su favor la correlación de fuerzas. Incapaz de imponer un plan de estabilización coherente, el capital parece optar definitivamente (?) por una expansión momentánea que facilite la transición. Por esta razón renuncia a frenar la inflación, apoya un cierto relanzamiento y la progresiva absorción del paro. Por las especiales circunstancias políticas el capital parece renunciar a plantear directamente la batalla a la clase trabajadora. Sólo es un aplazamiento. Pero ha sido una victoria proletaria que nos indica el camino a seguir y que nos indica también algo fundamental: el valor político de la lucha salarial en este período que se abre. LA RUPTURA DEMOCRÁTICA Ya hemos visto que la izquierda del capital y el reformismo obrero (¿No será ya lo mismo?) son los promotores de esta alternativa. El tener que hacer frente al reformismo del capital ha ido alterando su contenido, hasta convertirla en una propuesta política ambigua. Cada grupo político de oposición entiende por ruptura democrática lo que le interesa. El banquero Pujol dice que no hay que confundir ruptura democrática con subversión. Ruiz Giménez, que no consiste en romper cristales sino en poder salir por la televisión. Y Felipe González Brandt, que "hay que renunciar a la dialéctica del todo o nada". No hay lugar a dudas. A pesar de la ambigüedad del término, ruptura democrática significa antes que nada ruptura, pero la mayoría de las fuerzas políticas la conciben sin alteración del marco constitucional, es decir en el interior de la monarquía. La alternativa más progresista del capital ha derivado hacia lo que era previsible desde un primer momento: un pacto político entre gobierno y oposición. No nos precipitemos. Los partidarios de la ruptura democrática, se ofrecen, a la burguesía reformista, como fuerza política capaz de controlar los movimientos de clase, con la pretensión de firmar un pacto político con ella. Si la oposición prosigue unida homogéneamente en torno de sus organismos interclasistas (Junta, Plataforma...) posiblemente tal reconocimiento vendrá vía pacto social. La ruptura democrática será el encuentro histórico entre el reformismo del capital y el reformismo obrero, contra la autonomía de la clase obrera. En definitiva, como tal fuerza política será asimilada. Aunque está por ver. RELACIÓN ENTRE LAS DOS ALTERNATIVAS DEL CAPITAL Nos referimos por supuesto al reformismo del capital y a la ruptura democrática. Ambas están en un primer plano, y por esto estudiaremos su relación. Nosotros afirmamos que entre el reformismo del capital y la ruptura democrática hay una oposición y a la vez una complementación, o sea una relación dialéctica. No tiene sentido hablar de reforma si no hay la posibilidad de una ruptura. Al revés, la ruptura no se puede entender si no es frente a la reforma. La ruptura necesita a la reforma, como ésta a la primera. En concreto, la ruptura democrática complementa y reafirma a la reforma. Dentro de ciertos límites la ruptura tiende a afianzar la necesidad de reformas para absorber la presión de la ruptura. En palabras más sencillas, la ruptura democrática en su forma pacífica en que se manifiesta, es el "coco" que da miedo, y empuja al reformismo. La complementación entre las dos alternativas, va mucho más lejos: fabricación mutua de líderes gracias a la propaganda (Camacho, F. González, Areilza, etc...); participación de los partidarios de la ruptura democrática en la O.S., en las elecciones a concejales, etc. Por ejemplo, Convergencia Socialista presentó ya un miembro para candidato a alcalde en una población catalana (Tiana). El PSOE se prepara de cara a las próximas elecciones de alcaldes... Gracias a esta participación la reforma cobra fuerza y los partidarios de la ruptura se reafirman publicamente también. Todas las fracciones del capital salen ganando. Pero el terreno fundamental donde se da esta complementación es en la fábrica, en la lucha de fábrica. Reformistas y rupturistas coinciden en la necesidad de frenar los movimientos de clase cuando expresan una verdadera autonomía, en utilizar a la clase trabajadora según sus necesidades. El reformismo obrero para demostrar que controla a la clase, al reformismo del capital para integrar el proletariado dentro de sus necesidades de desarrollo como una fuerza natural más, como capital variable. Esta complementación se expresa mediante la legalidad pseudodemocrática o tolerancia. El reformismo del capital nunca destruirá la alternativa de ruptura democrática, primero, por que ya ahora le es útil como hemos probado, y segundo porque es la solución de emergencia si se produjera una elevación incontrolada del nivel de lucha obrera. En cuanto a la oposición entre las dos alternativas, es mucho más visible y ya se encarga el reformismo obrero de mostrárnosla. El marco de la oposición es la lucha política y la lucha reivindicativa, ambas bien separadas. El reformismo obrero en cuanto partidario de la ruptura democrática, conduce siempre que le es posible, la oposición al terreno del interclasismo. Los domingos manifestaciones pro-amnistía y estatuto de autonomía. Los días laborables, reivindicaciones de clase: no a los topes salariales, solidaridad obrera, y la misma amnistía, que adquiere otro sentido, muy distinto. Para resumir, el reformismo obrero separa la lucha económica (que ya no es tal) de la lucha política o -general, porque es la única manera de conseguir sus pretensiones, plantear la oposición-batalla al reformismo del capital, no en términos de clase, sino dentro de un marco interclasista, de lucha democrática y pacífica. Por supuesto el reformismo del capital acepta este planteamiento y trata de ganar la batalla, que por la manera en que se da, consiste en ganarse al ciudadano y no al obrero. Y esto le es mucho más fácil. Por esto pone en marcha una reforma institucional. Esta es la situación actual. Nada está definido y el proceso de transición está abierto. Sin embargo, aparentemente nos hemos olvidado un detalle: el "bunker", o sea las fuerzas recalcitrantemente franquistas y opuestas a un cambio. ¿Por qué? Porque aún reconocemos que el reformismo del capital está frenado y mediatizado por la ultraderecha bunkeriana; la relación "bunker"-reformismo del capital ha pasado, desde la muerte de Franco, a un segundo plano. Sin embargo no se ha anulado. El discurso reciente de Arias nos lo recuerda por si lo habíamos olvidado. La fuerza del "bunker", y utilizamos esta palabra conscientes de que es un término periodístico, pero no sabríamos cómo reemplazarlo sin un análisis más profundo, es la gran incógnita. Los que tanto tiempo han disfrutado de privilegios, lógicamente se organizan para intervenir y defender sus intereses. Su entrada en escena puede desplazar la dialéctica que estudiábamos. Se trata de una hipótesis, de momento. Hoy por hoy, repetimos, la pugna principal se establece en torno a la relación ruptura democrática-reformismo del capital, que está en un primer plano. Veamos cuánto tiempo será así. "Proponemos hoy día un cambio en la prioridad histórica entre capital y trabajo. Comenzar a ver el capital como FUNCIÓN de la clase obrera, o más precisamente, el sistema capitalista como un momento (fase) en el desarrollo político de la clase obrera..." Tronti. En la primera parte hemos estudiado "El capital frente a la clase trabajadora", es decir, los planes de la burguesía en su ataque a nuestra clase, la reforma y/o la ruptura democrática. Por supuesto en el análisis estaba implícita la resistencia y en muchos casos la respuesta obrera. Por esto terminábamos diciendo que la burguesía trata, hoy por hoy, de imponer su línea política (la reforma controlada), en la medida que la clase obrera se lo permite. En esta segunda parte: "LA CLASE TRABAJADORA-FRENTE AL CAPITAL" (breve, ya que en el próximo número de LUCHA Y TEORÍA se ampliará), vamos a invertir nuestro punto de vista. Esto significa que primero es la clase obrera y lo fundamental las luchas obreras. UNA CUESTIÓN DE MÉTODO Analizar las luchas que estamos viviendo, extraer enseñanzas, leer en ellas el programa de la autonomía...¡que más quisiéramos!... No es nada fácil; la dimensión histórica extraordinaria de los actuales movimientos de clase, nos supera a todos, tanto a nivel de la teoría, como evidentemente de la práctica. Queremos analizar las luchas de la clase trabajadora y no sabemos nada de la clase misma. ¿Cómo vive?, ¿Cómo rechaza el trabajo?, ¿Cómo funciona dentro del capital? etc... Todo está por hacer. Nos faltan las herramientas de análisis, el método concreto. En resumen, actualmente somos incapaces de extraer de las luchas, ni una milésima parte de su riqueza. A pesar de ello, intentamos avanzar en esta dirección. LAS LUCHAS OBRERAS, HOY Antes de empezar el análisis, pensamos que habría que responder a una cuestión básica: ¿Tienen el mismo valor y efecto, las luchas actuales (postfranquistas) que las que se desarrollaban anteriormente? Para nosotros, no. La lucha obrera se sitúa siempre en un momento histórico (económico-político social) particular. Es innegable que las luchas obreras ponen en crisis las formas de dominación y en España lo hemos visto bien claro. Pero, no olvidemos que el primer interesado en cambiar dichas formas políticas de control es el capital. No nos podemos engañar, el capital puede utilizar las luchas de clases para sus propias necesidades. El ejemplo histórico y clásico que aclara lo que decimos, es la larga lucha por la jornada de ocho horas. Fue un éxito obrero conseguido con sangre, pero a la vez fue el punto de partida del desarrollo científico y técnico. En vez de explotar alargando la jornada (imposible ante la victoria obrera), se haría intensificando el trabajo gracias a la nueva maquinaría. El capital utilizó la lucha obrera para su propio desarrollo. Volvamos a lo nuestro. Con el franquismo la correlación de fuerzas políticas era tan favorable al capital, que este era capaz por lo general de absorber la presión obrera hacia sus propios intereses. Así por ejemplo la lucha obrera durante el convenio incitaba a los empresarios a introducir mejoras técnicas, en mejorar los métodos, etc., destinados a aumentar la producción por reducción de costes y sobreexplotación. La presión obrera actuaba como una selección natural con las fábricas poco productivas que o se modernizaban o se hundían. Claro esta que cuando la clase trabajadora lucha, no lo hace para mejorar la explotación. Lo que ocurre es que en ciertos momentos el capital puede utilizar en su propio beneficio, una lucha obrera que puede ser victoriosa, por otra parte, para los trabajadores. El caso más claro y más general, que marca la culminación de estas luchas desarrolladas durante el franquismo, ha sido el triunfo del reformismo del capital. Es decir la lucha de la clase obrera ha cosechado un gran éxito, imponer al capital la reforma. Frente a las posibilidades del inmovilismo y gracias a la presión obrera ha triunfado el reformismo. Pero como decíamos anteriormente, sabemos muy bien que para la supervivencia del capitalismo son necesarias las reformas, los cambios en las formas políticas de dominación. No es ninguna paradoja. Es así. Por razones múltiples, que no entramos a analizar, las luchas de los trabajadores habidas durante el franquismo, han sido utilizadas por el capital para autoimponerse la reforma. Se ha cerrado un período histórico para nuestra clase. Las luchas actuales tienen unas características que las diferencian de las anteriores. Se abre una nueva época y ya no puede volverse atrás. La correlación de fuerzas política, a causa del momento histórico de transición y la crisis (ver página 13) NO PERMITE la utilización capitalista de las luchas que se desarrollan. Esto quiere decir que el nuevo ciclo de luchas ataca directamente al capital en su mismo corazón: la alternativa de desarrollo, la planificación. Este es el punto fundamental que hay que tener presente en todo momento. En España ha aparecido un ciclo de luchas que no es integrable, y que impide la planificación, o sea que ataca al fundamento mismo del moderno capitalismo. No es casualidad, que el nuevo gobierno haya disuelto la secretaría de planificación. Sin embargo no podemos olvidar los límites del actual ciclo de luchas. Nosotros pensamos que hoy, la lucha obrera pone directamente en crisis el proceso de desarrollo capitalista y que el capi- , tal difícilmente, podrá integrarla. Aquí entra en juego el reformismo obrero, el PCE-PSUC a la cabeza, que tratará en todo momento de frenar, desviar y finalmente dar un carácter democrático (por la amnistía, catalanismo... etc.) a unas luchas que son anticapitalistas y de clase, tanto por su forma como por sus objetivos políticos, aunque estén lejos aún de plantear la cuestión del poder. Precisamente este carácter de la lucha obrera será la pesadilla del capital, que ya no puede responder con medidas económicas. Para hacer frente a esta presión de los trabajadores sólo son válidas las medidas políticas. Por ejemplo ante la huelga general de Sabadell, el gobierno cede y permite una asamblea masiva que impone la libertad de los detenidos, ante la huelga de los trabajadores de la construcción que no dudan en enfrentarse a la policía, esta vuelve a sus mejores tiempos represivos... y en última instancia, el pacto político preconizado por Fraga, cual moderno Cánovas, es la culminación más visible de lo que decimos. Por ser la respuesta del capital a las actuales luchas, necesariamente política, sus efectos sobre las alternativas políticas no se hacen esperar. Habría que demostrarlo mejor, pero nosotros pensamos que la consecuencia más evidente ha sido una cierta paralización del reformismo del capital, que balbucea ante la difícil situación económica, social y política con que se enfrenta. El discurso de Arias, el de Fraga, la actitud de la policía en los últimos enfrentamientos (Ramblas de Barcelona, acontecimientos de Vitoria, Elda etc.), la censura oficial, el retraso provocado por las Cortes en la revisión del Código Penal, de la nueva ley electoral, el alejamiento de Díez Alegría a Egipto... parecen ser pruebas de que la alternativa "reformismo del capital" está a la defensiva y además no unificada. Es ilustrativo que Fraga v Areilza encabecen dos partidos políticos distintas. Por otra parte el Bunker, que en todo momento ha estado unido al reformismo del capital, se encuentra aún en la sombra, aprovechándose de las vacilaciones y dificultades del gobierno reformista. El dilema de este reside en que para hacer frente a la actual lucha de clases hay que tomar opciones políticas, como decíamos anteriormente, y sólo hay dos: romper o no romper con el Bunker. Es el actual ser o no ser del reformismo capitalista. Sin embargo dudan. Fraga y acólitos parecen decididos en estos momentos, a no romper con el Bunker (ya que pueden necesitarlo más adelante), a apoyar ciertas fracciones del reformismo obrero (PSOE, UGT...) y mientras dejar que la situación se pudra, es decir, utilizar el actual avance de la lucha (anarquía y desorden, según ellos) para crear miedo en la pequeña burguesía, desconcierto en el campo obrero y todo ello, como un paso previo para avanzar hacia una amplia reacción favorable a la "paz y el orden".En estas condiciones, evidentemente, su proyecto de reforma política será mucho más fácil de aplicar. ¿Quiere decir esto que consideremos negativa la radicalización y extensión de las luchas? Por supuesto que no. Nosotros estamos por la profundización de la crisis, por una práctica de lucha autónoma y de clase capaz de bloquear el desarrollo capitalista, y cuyo programa está implícito en las actuales luchas. La actual crisis es una herida dentro del sistema que nos oprime, que no debemos ayudar a cerrar, como quiere hacer el reformismo obrero tenemos que mantenerla, evitando por todos los medios que la austeridad y las reestructuraciones permitan curarla. Si la crisis de dominación política queda abierta en un largo período de tiempo, se estarán sentando las bases objetivas y subjetivas para un ataque directo al Estado capitalista. En el próximo numero de LUCHA y TERORIA partiremos de un análisis más a fondo del actual ciclo de luchas, con el fin de avanzar en un análisis de los elementos estratégicos y tácticos fundamentales de nuestra tendencia: la experiencia de Vitoria, donde las formas de autoorganización han hecho posible este extraordinario proceso de lucha anticapitalista (con asambleas de fábricas en lucha, comisiones representativas, etc.), nos reafirma en la absoluta necesidad de seguir, con más fuerza si cabe con nuestro proyecto explicado en los últimos editoriales. Una vez más, llamamos a todos los compañeros para que colaboren con sus críticas. LUCHA y TEORÍA, debe ser un instrumento para todos los militantes que defienden la autonomía obrera. Si no es capaz de expresar sus necesidades, de ofrecer herramientas de análisis, hipótesis de trabajo... LUCHA y TEORÍA tiene que desaparecer. LUCHA Y TEORÍA - 6 marzo 75