LAS COMISIONES OBRERAS Marco económico La visión fascista de la economía que poseían los vencedores de la guerra civil española, y el bloqueo económico que los aliados impusieron a España desde 1945, son los dos factores que determinan la política económica de la autarquía, es decir, de la autosuficiencia económica que permitiera subsistir sin depender del exterior. Ello significa la intervención directa del Estado en el terreno económico, desde el control de la producción hasta el de la distribución de los productos elaborados, fijación de precios, etc. El empresario sólo tenía que preocuparse de encontrar un "padrino" en Madrid que le procurase un buen arancel, permiso de importación de las materias primas y los cupos de producción nacional. Es la época de los "enchufes" y de los viajes a la capital, los regalos y los favores. La mano de obra barata, las leyes represivas y el aislamiento empresarial simplificaban el problema de la productividad, creando una mentalidad suigeneris en los empresarios españoles, acostumbrados a las ganancias rápidas y sin problemas, ni técnicos ni laborales. En 1953 se firma el primer tratado oficial con Norteamérica y en 1955 España entra en la ONU. A medida que se normaliza el comercio exterior se abandona la política autárquica, insuficiente para el desarrollo de un capitalismo competitivo moderno. El desequilibrio de la balanza de pagos agudiza la inflación y el alza de los precios, lo que provoca el primer movimiento huelguístico importante en 1956. Son llamados los tecnócratas del Opus Dei, quienes sanean, aparentemente, la economía, fruto de su gestión será el Plan de estabilización de 1959. Pero la ley más importante de este periodo, que modifica todo el planteamiento de las relaciones laborales, es la Ley de Contratación Colectiva, de 1958, ideada como medio para incrementar la producción, estimulando la iniciativa patronal, excluyéndose el Estado en la fijación de los salarios, que serían el fruto de la contratación colectiva entre obreros y patronos. Desde este momento, una huelga deja de ser un delito de sedición o rebelión contra el Estado y, aun sin ser legales, son "negociables" dentro de ciertos límites. Los empresarios, para poder acumular más capital se ven obligados a modernizar su utillaje y a mejorar los métodos de producción, entrando de lleno en la fase competitiva típica del capitalismo liberal. Los obreros, por su parte, descubren que ahora sus peticiones pueden ser atendidas, según la fuerza de la presión que sean capaces de oponer. La organización se revela como el medio indispensable y más eficaz, siempre que se realice al margen del sindicato vertical (CNS), suficientemente conocido como instrumento estatal de represión, al servicio del capital. Nacimiento de las CC.OO Así empezaron a surgir las primeras comisiones de empresa, elegidas por los trabajadores al margen de los delegados oficiales, para solucionar un problema concreto, disueltas sin demora una vez cumplida su misión. El nombre de "comisión obrera" se utilizó por primera vez en un conflicto de la mina asturiana La Camocha. Serán necesarias las largas huelgas de 1962 en Asturias, País Vasco y Cataluña, principalmente, para que la idea de una organización permanente y coordinada tomara cuerpo entre los trabajadores más conscientes. Hay que mencionar, sin embargo, el Consejo Provincial que existía en Vizcaya en 1961, formado por representantes de varias empresas de la provincia. El verdadero impulso organizativo da las comisiones fue dado por un acuerdo entra varios grupos políticos o sindicales de oposición, que supieron valorar la nueva forma organizativa que se daban los trabajadoras espontáneamente. Entre estos grupos cabe destacar al PC, al USO y al SOC, en Cataluña. En Madrid también participaron socialistas "tiernistas" y falangistas de "izquierda". Posteriormente, por diferencias con el PC, todos estos grupos abandonaron las CC.OO, y al llegar las elecciones sindicales de 1966 al PC se encuentra prácticamente solo para prepararlas o para explotar su relativo éxito. Pero la idea de una gran organización unitaria ya había cuajado y el nombre de "Comisiones Obreras" adquirió gran popularidad. Solo faltaba el espaldarazo del sindicalismo europeo, lo que tuvo lugar en la I Reunión Nacional de las CC.OO, celebrada en Madrid en octubre de 1966, a la que asistieron representantes acreditados de centrales sindicales de varios países, conjuntamente con delegados de las CC.OO de varias provincias españolas. Desde entonces el PC no ha abandonado su liderazgo a nivel nacional, aunque le sea muy discutido a nivel provincial. Veamos con más detalle el nacimiento y desarrollo de las CC.OO en las principales provincias y regiones españolas, dejando para el final la valoración crítica. Asturias Es sin discusión la cuna de las CC.OO, que adquieren aquí unas características peculiares, conferidas por la gran tradición revolucionaria de la cuenca minera. En un principio, las CC.OO que, como hemos dicho, nacieron espontáneamente, fueron impulsadas por USO, con alguna fuerza en la región y el PC. Pero como sucede en el resto de España, aquella organización abandona pronto las CC.OO, lo que las debilita considerablemente. Hubo un intento unitario, el frente de Solidaridad, en base a la recogida de fondos para mantener a las familias de los presos y represaliados. Intervenían en él USO, UGT, CNT y CRAS. Poco después se incorporanon PC y CC.OO que posteriormente se excluyen del Frente para montar su propia solidaridad. Vuelven a incorporarse en enero de 1972, al no conseguir su intento. La lucha de los obreros y mineros asturianos tiene siempre una dinámica propia, caracterizada por su espontaneísmo (a causa muchas veces de la solidaridad), su duración y su violencia. Son dignas de mención en esta etapa el asalto a la Casa Sindical y Comisaría de policía de Mieres, para liberar a unos compañeros detenidos, el 12 de marzo de 1965; la huelga de 2.000 (dos mil) obreros de la Fábrica Mieres, el 22 de junio de 1966, con asambleas en las plazas y boicot a bares, espectáculos y periódicos. El mes siguiente, una manifestación en dicha ciudad enfrenta los mineros a la policía, resistiendo aquéllos detrás de la vía férrea durante más de una hora. El 26 de diciembre de 1969 empiezan unas huelgas que llegan a alcanzar a más de 30.000 trabajadores y duran hasta el 5 de febrero de 1970. En Gijón, la mina La Camocha, con 13.000 trabajadores estuvo en lucha desde marzo hasta diciembre de 1970. Puede decirse que cada año hay huelgas mineras de largan duración, que llegan a generalizarse (de octubre a diciembre en 1971; febrero en 1972, etc.). Ninguna organización puede apuntarse la dirección de estas luchas aunque todos los militantes organizados han jugado en ellas un importante papel. Guipúzcoa Una asamblea de trabajadores que tuvo lugar en Zumárraga en 1966 creó la Comisión Obrera Provincial de Guipúzcoa (COPG), que publicó una declaración de principios, entre los cuales destaca la afirmación de que la liberación nacional del pueblo vasco es el medio para eliminar la explotación del hombre por el hombre (punto 1); el punto 5 reivindica la independencia de la COPG respecto a cualquier coordinación exterior a Euzkadi. Como es lógico, la aprobación de estos puntos opuso la COPG a la Comisión Nacional de CC.OO, desautorizando aquella por escrito a dos trabajadores que se presentaron en nombre de Guipúzcoa a la convocatoria nacional de 1967, e impugnando el término "nacional" usado hasta entonces por esta coordinadora. La COPG con poca base obrera, desapareció. La represión, más aguda que en el resto de la península, a causa del nacionalismo militante de algunos grupos, imposibilitó durante dos años la coordinación. Cuando se consiguió de nuevo, en 1969, la coordinadora limitó sus funciones a la información. Recientemente, el MCE, constituido por ex-ETA y ex-ESBA, ha dado un nuevo impulso a las CC.OO de la provincia, donde el PC, casi inexistente hoy, no ha conseguido montar una coordinación que le sea adicta. Existen también "Comités de Fábrica" de carácter independiente con alguna base en las empresas más importantes, pero con poca organización. Cabe destacar la huelga de Orbegozo, de 2.800 trabajadores, en noviembre de 1969, que suscitó mucha solidaridad, incluso fuera de la provincia. La huelga de la Michelín, en Vitoria (1972), dio lugar a violentos enfrentamientos nunca vistos en la ciudad de los conventos. Vizcaya En 1961 militantes de la JOC y de la HOAC se incorporaron activamente al movimiento obrero y mantienen por primera vez contactos con compañeros del PC. Durante el movimiento huelguístico de la primavera de 1962 la colaboración se amplía y surgen en las empresas comisiones con carácter provisional, con militantes de ambas tendencias. Ello permite que el mismo año se establezca un comité con 5 miembros, encargado de coordinar la lucha a escala provincial, el Comité Provincial de Trabajadores de Vizcaya, que fue rápidamente desmantelado por la policía. Esta primera colaboración produjo ya disensiones importantes entre los sectores católicos y los comunistas, separándose una parte importante de aquél, que luego entraría en el USO, y tomaría sus distancias respecto a CC.OO. En estas condiciones, el empeño de rehacer las Comisiones de fábrica con carácter permanente recae exclusivamente en el PC, el cual, como en el resto de la península, decide preparar con decisión las elecciones sindicales de 1966. Cerca del 80% de las candidaturas presentadas o apoyadas por las CC.OO salieron elegidas, y algunos de sus hombres llegaron incluso hasta la presidencia de varios sindicatos. Si a esto unimos la huelga de Laminados de Bandas que mantuvo la tensión combativa desde noviembre de 1966 hasta mayo del siguiente año, tendremos las dos razones del extraordinario auge de las CC.OO y de la lucha en general durante este periodo. Y las de su decadencia posterior. En efecto. Los dirigentes reformistas de CC.OO, llevados por los eufóricos análisis de su partido, se lanzaron a la agitación permanente, sin preocuparse de consolidar sus bases. Algunos grupos independientes, minoritarios, preconizaban dotar a CC.OO de una estructura orgánica adecuada, abandonando el simplismo y la ambigüedad mantenida por los militantes del PC. Se crearon dos comisiones a nivel superior, una de estudios y otra coordinadora, que no desempeñaron su cometido hasta bien entrado el estado de excepción, por haber desaparecido -presos o desterrados- casi todos los "padres" de las CC.OO de Vizcaya. Tomando como pretexto la acción programada desde Madrid para el 27 de octubre de 1967, la policía completó su labor represiva y detuvo a los pocos luchadores destacados que aún quedaban en libertad. Una vez más, el liderismo, resultado de una determinada política, fue una causa que influyó en la decadencia de las lucha obrera en Vizcaya. Faltos de objetivos revolucionarios claros, muchos militantes se fueron apartando de las CC.OO, de las que durante mucho tiempo sólo subsiste el aparato: comisiones de estudio, propaganda, asuntos exteriores, económica y comité coordinador. Algunos grupos a la izquierda del PC (PCI, ETA VI, MCE) intentaron copar los puestos clave de estos organismos, y después de algunos forcejeos optaron por unos comités de empresa que trabajadores independientes iban creando en las fábricas, al margen de CC.OO, siguiendo el ejemplo de Laminados de Bandas. La Naval, Altos Hornos y la Babcock Wilcox han sido las empresas que más organización y combatividad han demostrado en sus luchas. Madrid En la capital las CC.OO nacieron en los propios locales de la CNS, creadas por enlaces y jurados del metal elegidos en las elecciones de 1963. También se reunían en el centro falangista M. Mateo. El primer organismo permanente fue la Comisión Provincial metalúrgica Madrileña, en 1964. Los líderes de CC.OO aprovechaban las asambleas sindicales para oponerse dialécticamente a los jerarcas verticalistas y arengar a los trabajadores allí presentes. Así se dieron a conocer Camacho y Ariza. El 31 de enero de 1966 las CC.OO dieron a luz un escrito titulado "Ante el futuro del sindicalismo". El análisis del documento es marxista y la crítica al capitalismo y al sindicato oficial alcanza cotas formales muy superiores a la que alcanzarían documentos posteriores. Para presentar el escrito a las autoridades se organizó una manifestación el 28 de junio de 1966, en la que fueron detenidos Camacho, Maeztu, Martinez Conde y Hernando, líderes más destacados entonces de las distintas tendencias de CC.OO (la marxista, falangista de izquierda, demócrata cristiana y socialista "tiernista"). El PC apoya a fondo esta nuera modalidad organizativa, para lo cual no duda en hacer desaparecer su OSO. AST, luego ORT, surgida de la organización apostólica Vanguardias Obreras se unen, en enero de 1967 a CC.OO, sin importarles la hegemonía del PC, que puede así enarbolar la unidad de católicos y comunistas en el nuevo movimiento obrero que se perfila. Pero los falangistas de izquierda, los socialistas y muchos cristianos abandonaron CC.OO cuando la preponderancia del PC se les hizo intolerables. Animados por su triunfo en las candidaturas sindicales primarias de 1966 (más del 70% de las presentadas salieron elegidas) los militantes de CC.OO se lanzan al "asalto" de la Organización Sindical y centran su lucha en conseguir puestos a nivel provincial y nacional. Cuando se inicia la represión, después del Referendum Nacional del 14 de diciembre de 1966, los dirigentes "semilegales" pasan del sindicato a Carabanchel, previo un interrogatorio especialmente duro en comisaría. Pero las CC.OO estaban muy lanzadas y aun quedan hombres prestigiosos en las empresas para organizar manifestaciones. Las del 27 de enero y 27 de octubre sorprenden al Gobierno por su amplitud (de 60. a 100.000 manifestantes en octubre) y por su violencia. Se decide intensificar la represión, aligerando las ficciones legales. Los tribunales colaboran con la policía para sacar de la circulación a los líderes obreros, condenando a 5 años de privación de libertad por el simple hecho de participar en reuniones de CC.OO. Las empresas despiden por simple paro o asamblea. (Pegaso, Perkins, Standard, Marconi, etc.). Con su obsesión por copar los sindicatos y por un exceso de liderismo, fruto de una política que luego analizaremos, se había descuidado el trabajo de organización en las empresas, y cuando los dirigentes que acumulaban todas las tareas (organizativas, ideológicas, de propaganda, etc.), estuvieron presos, parados o huidos, la capacidad de resistencia de las fábricas quedó prácticamente anulada. A partir de 1969 los únicos conflictos importantes que se registran son: la huelga del Metro, en julio 1970, que termina con su militarización; la huelga general de la construcción, en septiembre de 1971, con el asesinato de un obrero a manos de la Guardia Civil; y las luchas de la Standard en enero-febrero de 1974. La caída de los militantes del "proceso 1001" fue un duro golpe para las CC.OO de Madrid, donde la ORT con su nueva ideología maoísta ha dejado de ser la fiel colaboradora del P.C. Una reunión masiva organizada por ORT en Mariano de Cavia fue disuelta por la policía a mediados de 1974. Valladolid La huelga de los trabajadores de FASA-RENAULT que se extendió a otras fábricas llegando casi hasta la huelga general, en el verano de 1974, es el resultado de la experiencia adquirida por ellos en sus luchas del año anterior. Cabe indicar que esta empresa paga salarios muy superiores a la media en Valladolid, por lo que resultaba difícil para los obreros de esa factoría conseguir solidaridad activa. Esta vez, las reivindicaciones no fueron de mayor salario, sino de menos horas de trabajo, lo que, de conseguirse, hubiera beneficiado a todos los trabajadores del sector. También ha habido, recientemente, importantes huelgas en la construcción, Hipera, Indal, etc. Pero en todas ellas se nota la ausencia de una organización obrera medianamente estructurada. Las CC.OO de reciente implantación y poca fuerza en Valladolid, están impulsadas por las tendencias dirigidas por el PC y por las Plataformas Anticapitalistas, donde se han integrado algunos luchadores católicos. Navarra En esta provincia las CC.OO nacieron también con retraso, debido a la poca tradición obrera y a la ausencia de un grupo organizado que las impulsara. En 1962 militantes de organizaciones católicas deciden plantear la lucha desde el interior de la CNS. En 1965 se unen a ellos los militantes del "Centro Mariano" (Vanguardia Obrera Juvenil) y algunos de JOC. La lucha de Frenos Iruña, en esas fechas, provoca una manifestación de apoyo de 6.000 trabajadores. Puede considerarse como el inicio de la historia pública del movimiento obrero en Pamplona. A pesar de algunos éxitos obtenidos en el interior de la GNS, la mayoría de militantes deciden abandonarla en 1968 para llevar la lucha desde fuera. Se afilian a la AST y se convierten en el pilar de las CC.OO de Pamplona. Más adelante se van uniendo a ellos algunos militantes de MCE, muy pocos PCI y militantes independientes. Al no existir PC y ser la ORT navarra poco quisquillosa en materia ideológica, la unidad en CC.OO es sin fisuras, lo que ha permitido a esta organización dirigir con habilidad y decisión la lucha obrera en Navarra. Cuatro factores favorecen un clima conflictivo casi permanente en dicha provincia: - El espíritu independiente del ex-campesino, hoy obrero, que no está acostumbrado a que le manden, por haber trabajado toda su vida en una explotación agrícola familiar. - El relativo desahogo económico de la provincia. - La existencia de un movimiento obrero homogéneamente desarrollado y organizado. - La influencia de la Iglesia, que se ha pasado hoy a la "izquierda", con su jerarquía a la cabeza. Como prueba de la combatividad navarra cabe destacar las dos huelgas generales conseguidas en noviembre de 1971, y la más importante de junio 1973, en solidaridad con la lucha de Motor Ibérica. En ambos casos las CC.OO organizaron la solidaridad, la propaganda, la coordinación y la animación de las luchas. Nombres como SuperSer, Papelera, Potasas de Navarra, Eaton, Industrias Esteban, Authi, Imenasa, etc., suenan en el movimiento obrero como empresas combativas con fuertes comisiones organizadas en todas ellas. Zaragoza La actividad de CC.OO en esta ciudad se ha visto sometida a altibajos muy acusados. Al principio fueron impulsadas por la JOC y la HOAC. Pero ideológicamente Zaragoza siempre ha estado colonizada por Barcelona. El FOC influenció hasta su disolución, dividiéndose entonces la herencia entre PCI, LCR y COC, debilitándose así aún más la organización de los trabajadores. La huelga más importante fue la de las fábricas Fibras Esso, y Balay, de 750 y 1100 trabajadores respectivamente, que duró del 14 al 28 de mayo 1972. Hubo asambleas y manifestaciones en la calle, pero no se consiguió generalizar la lucha. Galicia Esta región ha sido últimamente el marco de dos huelgas generales, caracterizadas por su dureza, su extensión y su duración. El 9 y 10 de marzo 1972, la huelga que tenía paralizados a los 8.000 trabajadores de los Astilleros de la Bazán, en el Ferrol, se extendió a toda la ciudad. Los obreros lucharon en la calle a brazo partido con las fuerzas represivas, que asesinaron a dos trabajadores e hirieron gravemente a otros dieciséis. Del 9 al 23 de septiembre del mismo año fueron los 4.000 trabajadores de Citroen los que desencadenaron la huelga general en Vigo, que adquirió extraordinaria violencia. Hasta estas fechas, las CC.OO eran casi inexistentes en la región, y sus miembros se reducían, prácticamente, a los militantes del PO. Pero a partir de las experiencias de lucha y sobre todo de las dos huelgas generales, se desarrollaron CC.OO y otra organización compuesta principalmente de militantes católicos: Organización Obrera. Valencia En esta capital las CC.OO nacieron impulsadas casi exclusivamente por el PC, y se mostraron muy activas hacia 1967-68. En el mes de noviembre de 1968 la policía desarticuló buena parte de la dirección y varias células del PC, lo que repercutió en la marcha de las CC.OO de la región. Sin embargo, en la importante zona minera de Sagunto surgieron grupos de origen católico que defendieron una tendencia autonomista en CC.OO. Andalucía En esta región las CC.OO se mostraron siempre muy combativas, tanto en el metal como en la construcción y el campo. Su desarrollo en 1966 fue similar al de Madrid, pues también estaban dominadas por el PC, por lo que se siguió la táctica del "copo" del sindicato, y de la actuación abierta. Desde la presidencia de la sección social del metal, el líder Saborido arrastraba a las masas en nombre de CC.OO, hasta que la represión se cebo sobre él, viéndose obligado a pasar a la clandestinidad. En el proceso 1001 ha sido condenado a 18 años de cárcel. En Puerto de Santa María y Jerez, en Rinconada, donde el pueblo atacó los cuarteles de la Guardia Civil en 1968, actuaban grupos de comisiones campesinas, muy activos. En Málaga, las CC.00 estaban inicialmente en manos de la JOC que intentaban ayudar las esporádicas luchas de la Standard. Los sucesos de Granada en el verano 1970 donde murieron tres obreros de la construcción en un violentísimo encuentro con la Guardia Civil, fueron espontáneos; pero la organización posterior (difusión de los hechos, recogida de ayuda, sU distribución, etc.) corrió a cargo de la HOAC, que en esta provincia tampoco optó por CC.OO. Estas impulsaron la huelga de la construcción en Sevilla, el mismo año 1970. La época de la represión policial contra el PC y las CC.OO (1967- 68) coincidió con la llegada a Sevilla de varios militantes catalanes del recién construido PCI, que consiguieron algunos adherentes. Más tarde, en 1972, BR logró también introducirse apoyándose en los militantes católicos de Málaga. Esta desunión, además de la represión constante, ha debilitado bastante a las CC.OO de Andalucía. Cataluña Al comienzo de la década de los 60 existía en Cataluña una juventud obrera cristiana bastante combativa, la cual, utilizando como tapadera las organizaciones católicas oficiales, había creado sus propias organizaciones de tipo sindical (SOCC, USO). Por otra parte, existían algunos líderes del PC con experiencia y audiencia en algunas fábricas importantes (Roca, Hispano Olivetti, Seat, y el ramo del agua en el textil). Un acuerdo entre estas dos fuerzas reunió una asamblea de 300 trabajadores en noviembre de 1964, en la Iglesia de San Medín, acordándose la creación de una coordinadora de las CC.OO de Barcelona. Una nueva asamblea, en enero siguiente, decidió organizar una manifestación ante sindicatos, para entregar un texto firmado por 9.000 trabajadores. La mañana del día indicado es detenida toda la coordinadora (unos 30 trabajadores) pues se había introducido en ella un confidente de la policía. Pero la manifestación se llevo a cabo con numerosa asistencia, el 23 de febrero de 1965. La excesiva prisa del PC para hacerse con la dirección de este embrionario movimiento, le granjeó la enemistad de los grupos católicos, quienes solo esperaban una buena excusa para romper un maridaje que les inquietaba. Las CC.OO, desmembradas, no pudieron rehacerse durante año y medio. Las elecciones de setiembre 1966 proporcionaron también en Cataluña el motivo idóneo para preparar candidaturas unitarias, reorganizando así las CC.OO. Si no llegaron a tiempo para conseguir una victoria electoral, ni tan siquiera mínima, sí pudieron organizarse las coordinadoras de los respectivos ramos y de la coordinadora general o Local. El PC consiguió en todas ellas una holgada mayoría, dejando algunos puestos en manos del FOC, único grupo político que colaboró con él en esta etapa de reconstrucción. Al cabo de un año el FOC, atrayendo a católicos e independientes, dominaba la coordinadora del metal y poco después conseguía una ligerísima mayoría en la Coordinadora Local de Barcelona. El PC creó entonces una instancia superior: la Coordinadora Nacional de Catalunya, desde donde siguió impartiendo consignas y decretando manifestaciones. Estas se sucedieron con regularidad creciente, mientras el PC detentó la hegemonía absoluta: 7 diciembre 1966, 17 febrero, 30 abril, 1 mayo, 11 setiembre, 7 octubre y 27 octu bre de 1967) y se reducen notablemente cuando el FOC domina las coordinadoras. Pero ya las detenciones y despidos consiguientes había debilitado a las CC.OO de muchos de sus cuadros, a la vez que las tensiones internas entre los dos grupos hegemónicos crecían. El FOC, cada vez más sensibles a las críticas por su izquierda, decide a principios de 1969 separarse del PC y crear otras coordinadoras dirigidas exclusivamente por militantes adictos. Son las efímeras "Comisiones Obreras de Zona". La base obrera del FOC no quiso entrar en este juego burocrático de influencias partidistas, y crean otra coordinación que se llamó "Plataformas". Por su parte, los estudiantes de BR que habían ayudado a esta tendencia, deciden aprovechar la influencia adquirida por ellos en algunas comisiones de barrios y de empresa (San Andrés, Pueblo Nuevo, Pegaso) para montar una nueva coordinadora, con exclusivo control ideológico. Para diferenciarla de las otras la llamaron "Sectores". Estas tres coordinadoras coexisten cuatro años con suerte diversa. "Plataformas" deja rápidamente de ser la abanderada de la tendencia autonomista, al abrir sus puertas a grupos como AC, lucha de clases, LCR y UCL. Los tres primeros deciden (finales de 1972 principios de 1973) incorporarse a la Coordinadora Local, donde el MCE encabeza la batalla contra el PC, haciéndose fuerte en la rama del metal. Las "Plataformas", sin recobrar su originalidad, se disolverán definitivamente en octubre de 1974. "Sectores" va sobreviviendo sin grandes problemas con laS ventajas que proporciona el monolitismo ideológico. Pero también con los inconvenientes. Cuando la dirección del grupo político que lo dirige entra en crisis, su apéndice sindical recibe las consecuencias. No poseyendo vida propia, la crisis de la burocracia BR le tiene inmovilizado durante casi todo el año 1973. Actualmente (finales de 1974) la fracción continuista de BR lucha por reconstruir "Sectores"... sobre las mismas bases anteriores. En 1971 nacieron en el Vallés, comarca cercana a Barcelona, unas "Plataformas de las CC.OO anticapitalistas", que adquirieron gran predicamento en aquella zona, extendiéndose más tarde a algunos puntos de Barcelona e incluso de España. Están dirigidas por el grupo que se denomina "Izquierda comunista". Finalmente, la tendencia obrerista y autogestionaria "El Topo obrero", efectúa calladamente una labor de base, sin coordinarse con nadie. La representatividad de los organismos de las CC.OO de Barcelona ha sido siempre pequeña, desproporcionada frente a su capacidad de propaganda. En las elecciones sindicales de 1966, las únicas empresas importantes con comisión representativa eran Hispano Olivetti y la Maquinista, que quedaron así aisladas y fueron fácil presa para la represión. Seat fue el escenario de las luchas entre el PC y el PCI, a finales de 1967, consiguiendo este último copar la comisión, para abandonarla poco después deshecha. El reformismo consiguió algunos triunfos en esta empresa, pero la combatividad de los trabajadores siempre superó sus cálculos, como se demostró durante la ocupación de la fábrica el 17 de octubre de 1971. Todos estos años (1966-74) las luchas han continuado en diversas factorías de la ciudad (Pegaso, Harry-Walker, Macosa, Inter, Iberia, Mevosa, Phillips, Ossa, Rosselson. Construcción, Térmica, etc.), sin que nunca se consiguiera coordinarlas y extenderlas; muchas veces ni siquiera se intentó. Las últimas luchas habidas en Seat, en noviembre 1974 han demostrado el desesperante vacío organizativo existente en Barcelona, que parece ser el más grave de su reciente historia. En cambio, la periferia industrial -Vallés y Bajo LLobregat- ha conseguido generalizar dos luchas de empresa (Sintermetal, en mayo de 1973, y Elsa en Cornellá, julio 1974), ejemplo esta última de cómo se aborta la combatividad de los obreros gracias a los "buenos oficios" combinados de la CNS y de los representantes de los partidos reformistas (PC y BR en esta ocasión), a espaldas de los trabajadores. Valoración política Como hemos visto, las CC.OO surgen aprovechando la necesidad que tiene la burguesía, en un momento dado del desarrollo económico, de la negociación colectiva y diversificada, para redistribuir a la clase obrera en diferentes sectores y niveles salariales. Este papel negociador no lo puede llevar a cabo la CNS, por su rigidez burocrática, su poca representatividad y su desprestigio. La tolerante libertad concedida para preparar las elecciones de 1966 responde a ese interés de conseguir un sindicato más representativo, sin modificar sus estructuras. El PC ve la brecha y potencia las CC.OO como instrumento para ejercer una presión antifranquista decisiva, siguiendo su esquema de lucha por la democracia, al lado de las demás capas antifranquistas. Por esta razón, al PC y a los grupos reformistas les interesa sobre todo dominar el aparato de las CC.OO, a fin de que estas cumplan la misión de empujar a la burguesía antimonopolista para que se desembarace del franquismo. Para ello CC.OO deben adoptar objetivos puramente económicos que aglutinen a la masa obrera, y político-democráticos mínimos, para atraerse a los sectores de la burguesía liberal. Esta instrumentalización de CC.OO se plasma ideológicamente en el empeño de considerarlas como un movimiento, en contra de quienes defendían su carácter original de embrión de organización de clase. Un movimiento es algo amplio, donde cabe toda la gente de buena voluntad que esté dispuesta a celebrar asambleas, acciones pasivas, firma de cartas pidiendo la concesión de objetivos democráticos elementales, etc. Un movimiento necesita siempre que alguien, el partido, le dé forma (la sindical) y contenido (la lucha por las reivindicaciones económicas y democráticas más elementales). Una organización, en cambio, debe tener forma y contenido propios, sin limitaciones impuestas por instancias superiores, estructurando ante todo los núcleos de luchadores más conscientes. En esta perspectiva, es fácil comprender el burocratismo, para asegurar el control de los organismos de dirección; el liderismo, que asegura la transmisión y la obediencia de las consignas emitidas en los altos organismos de CC.OO; la no clandestinidad, porque no hay organización que defender contra la represión; el aprovechamiento de los cauces legales, pues el legalismo es el medio que utilizarán los reformistas para conseguir sus libertades en una democracia burguesa. La desproporcionada represión desencadenada por el Régimen frente a objetivos tan limitados (162 años de cárcel para 10 militantes de CC.OO en el "proceso 1001") demuestra que la burguesía no puede aceptar otra forma de gobierno que no le asegure las mismas ganancias; y al mismo tiempo, necesita de la clase obrera para el desarrollo del capitalismo, ya que sólo la fuerza de trabajo es productora de valor. La sobreexplotación ha venido garantizada hasta ahora por la más feroz represión. Pero es esta un arma de doble filo: momentáneamente logra controlar al proletariado, pero a la larga queda patente la debilidad del Estado y de sus propias estructuras de dominación (entre ellas la CNS). Incapaz de utilizar la lucha de clases para acelerar el desarrollo del capitalismo, la burguesía ve impotente el proceso de ruptura que se abre y la consiguiente independización del proletariado, pues ya importantes sectores del mismo renuncian a continuar siendo el motor del capitalismo. Toda la propaganda actual para modernizar la explotación -el famoso "aperturismo", no es más que un tímido esfuerzo del capitalismo inteligente para aumentar sus beneficios por medio de la persuasión, más rentable que la coacción. Frente a la postura reformista se está organizando, en el interior de CC.OO, desde 1969, una tendencia que propugna la creación de una organización de clase autónoma, respecto a la CNS y respecto a la tentativa de los grupos políticos de convertir a las CC.OO en una plataforma de su propia política. Esta tendencia se caracteriza: - por sus formas de lucha, más duras y largas, puesto que no se limitan a la consecución de unos objetivos económicos - por la diferente utilización de los cauces legales (convenios, jurados, sindicato oficial) que les sirven solo para elevar el nivel de conciencia y afianzar la propia organización que facilite la lucha contra el Estado capitalista - por el empleo de la violencia, no considerada como una "provocación" sino como un camino necesario para conquistar los derechos de la clase obrera, camino que no debe tener más limitaciones que las impuestas por la relación de fuerzas existentes en cada momento - por la atención prestada a la lucha por la represión, que no consiste en pedir gracia y amnistía, sino en defender efectivamente a los organismos coordinadores y militantes en acción - por la reivindicación de todos los derechos de la clase obrera y del pueblo en general, sin limitarse a la lucha dentro del marco económico de la empresa - por no entrar en el juego de alianzas con la burguesía para conquistar las libertades democráticas (Pacto por la libertad, Asamblea de Cataluña, Mesas democráticas, Junta Democrática, etc.), en cuanto colocaría a la clase obrera a remolque de las conquistas burguesas - por su lucha para afianzar una organización estable, abierta a todos los trabajadores conscientes, para que impulsen y extiendan la lucha de la clase por todos sus derechos. Esta tendencia autonomista dentro de CC.OO, que tuvo su primera expresión en el grupo Qué Hacer de Barcelona, está impulsada a la vez por los grupos no leninistas, y por algunos grupos leninistas, en evidente contradicción con su filiación política. Últimamente, su postura va ganando posiciones en toda España (Asamblea del Metal, de Barcelona, Plataformas anticapitalistas en diferentes puntos de España, Trabajadores textiles, en Tarrasa, Boletín gráfico de las Artes Gráficas de Madrid, Guipúzcoa Obrera, etc.). Ante la disparidad de los grupos en presencia, la unidad de las CC.OO sigue apareciendo muy precaria, pues incluso dentro de la tendencia autonomista los recelos entre leninistas y no leninistas son considerables, aquellos temiendo un rebrote del anarcosindicalismo y éstos no fiándose de la estabilidad de las "modificaciones" introducidas en el leninismo de los primeros. Pero al margen de estas diferencias el proletariado está construyendo su unidad en sus luchas diarias, en sus enfrentamientos violentos, en sus numerosas huelgas generales no anunciadas ni programadas por los manipuladores de su combatividad, en el uso de la auténtica democracia obrera, por la imposición de la representación directa, al margen de la tutela de la CNS. Esta autonomía es la principal amenaza para la burguesía, que intentará dividir la base social, pactando con los reformistas (ejemplo de la huelga general del Bajo Llobregat, en 1974) y haciendo recaer el peso de la represión sobre los revolucionarios. Paralelamente, utilizará la crisis contra la clase obrera, manejando la escala de salarios y puestos de trabajo de forma a dividirla en múltiples estamentos opuestos entre sí, con privilegios distintos. Las intenciones de la burguesía estarían abocadas al fracaso si la fracción izquierda del capital (los reformistas) no se ofrecieran para solucionar las crisis, actuando de forma que dificultan el desarrollo de la estructura organizativa autónoma de la clase en lucha.