1º. Es innegable que con el acto del día 7 las C.O han ganado autoridad y prestigio, sin contar la propaganda gratuita que nos han hecho la radio y la prensa. Estos días se ha oido hablar de C.O. en Barcelona. Por otra parte , y esto es triste pero debe decirse, cerque como veremos tiene consecuencias para nosotros, el día 14 las fuerxas políticos ni siquiera intentaron movilizar a nadie, porque vieron que no podían hacer- lo. Unos cientos de octavillas, eso ha sido todo. Este hecho demuestra concretamente: a) -Que las C.O. aparecen ahora sin la menor duda, como la vanguardia de la clase obrera. La clase obrera se agrupa y se organiza en un movimiento que propone soluciones de clase a problemas de clase; el único además que es capaz de llevarlas a la práctica. ¿Qué otro grupo de los que se muevan en la clandestinidad puede decir lo mismo? b) Y es que la originalidad específica de C/O es la de no ser clandesti-nas. (Citaré aquí como testimonio vivo y ejemplar la actitud de los tres militantes de C.O. que fueron cogidos el día 7. No dijeron, en Layetana, que estaban en la manifestación por casualidad. Se declararon valiente-mente miembros de C.O. por lo que sufrieron un "interrogatorio especial". Esta actitud abierta y decidida debe servirnos de ejemplo y estímulo. Así debemos comportarnos los militantes de C.O.) Por eso, por no ser clandestinas, por no querer encerrarse y pudrirse en la clandestinidad, C.O. aparecen como el único movimiento movilizador de masas (aparte el S.D.E. que consigue a veces movilizar a cientos de es-tudiantes). Sólo por medio de acciones masivas podremos conseguir nuestras reivindi-caciones. Nuestra fuerza reside en el número y en el lugar que ocupamos en la producción. Nosostros somos los que producimos, es decir, los que enri- quecemos al país. Tenemos pues el destino del país en nuestras manos. Unidos, masivamente unidos, alrededor de un mismo programa, en una cen- tral sindical única podremos imponer nuestras condiciones al capital. Un sindicato de élites, con muchos cuadros y mandos pero sin masas, sería como un proyecto de casa con hermosos planos pero sin ladrillos. De ahí la importancia irreemplazable del trabajo a nivel de fábrica y de taller, en los barrios, en todas partes donde haya concentración de tra-bajadores. c) En tercer lugar y como consecuencia de la impotencia de los partidos políticos tradicionales -como hemos visto al principio- C.O. aparece como el centro de la lucha por la democracia. Aquí voy a tener que explicarme con cuidado, porque no quiero que se in-terprete lo que voy a decir como un intento de querer politizar lo que ha nacido como puramente reivindicativo. Pero no podemos cerrar los ojos a las implicaciones políticas de nuestra lucha sindical. Como dijo alguien en esta asamblea hace varias semanas ¿quién es capaz de trazar exactamente la frontera entre lo sindical y lo político? 2.- Es un hecho relativamente nuevo, y muy alentador, la proliferación de comités de barrio, de comisiones de toda índole, de sindicatos clandesti-nos, de agrupaciones de mujeres democráticas, de técnicos, de intelectua-les, de profesionales. Nuevos grupos se están creando, buscando formas viables, intentando unirse entre ellos. Esto demuestra cual es el cauce por el que van a movilizarse las masas, es decir: independientemente; desde el punto de vista sindical y no a través de tal o cual partido. Esto significa por otra parte, que la unificación no será el he-cho de la suma de comités y agrupaciones, sino que se hará en torno a un programa, que sea capaz de responder a una serie de reivindicaciones in-mediatas. Ahora nos encontramos en esa fase, y el organismo que posee ese programa, o que puede poseerlo, no es otro que C.O. Por eso van sur- giendo alrededor de C.O. esos grupos que intentan de un modo u otro conec-tar con ella. Ahora bien, todos esos grupos, C.O. incluidas, no han nacido para luchar por unas ciertas reivindicaciones mínimas, y desmovilizarse después, sino que surgen también como expresión de la necesidad de la clase para participar alli donde se decide su porvenir. Es decir, la lucha se eleva y se eleva-rá cada vez más de nivel. De las reivindicaciones más elementales e inme-diatas, respetuosas aún con los principios del capitalismo, se va pasando a medida que la lucha avanza a un enfrentamiento con las trabas legales que nos impiden por ejemplo conseguir un sindicato libre, el derecho de huelga, o un salario mínimo decente. Y de esas trabas legales pasamos a enfrentarnos directamente con el sistema capitalista, que es en definitiva el que no puede permitir un sindicato libre, un derecho de huelga y un sa-lario de 300 pesetas. Por eso empieza a ser necesario ya que sepamos que pedir un simple aumen-to de sueldo significa en último término enfrentarse al régimen capitalis-ta vigente. Y si los fariseos nos acusan de hacer política tengamos en cuenta que todo acto tiene repercusiones políticas. Nosotros hacemos sindi-calismo. Si las repercusiones son políticas, a nosotros ¿qué? 3º Un día pediremos a un economista que nos venga a explicar porqué el capitalismo español no puede hacer frente a las necesidades materiales de las masas. No puede elevar el salario mínimo a 300 pesetas. Sería el desastre nacional, para ellos, claro. El capitalismo está en crisis. Los expedientes de crisis, los despidos, los cierres de minas están a la orden del día. (Leíamos ayer en la prensa que en los últimos seis meses habían sido despedidos 10.000 metalúrgicos en Madrid. La Renfe ha anunciado que en los 7 años que vienen cesarán en sus puestos 11.000 trabajadores, como con- secuencia del plan de modernización, y el director General de Empleo dijo tranquilamente que unos 10.000 mineros cesarán próximamente en su trabajo) Por eso: -Frente a la ausencia de solución burguesa a la crisis que se plan- tea, -Frente a la impotencia manifiesta de los partidos políticos, -Los sindicatos -las .C.0.- van a ir reforzándose, progresando en la elaboración de un programa que dé las soluciones que exigen los diversos sectores de trabajadores. . Es decir: frente a la crisis del capitalismo, solo hay una perspectiva o-brea, como única salida. Entonces yo pregunto: si sólo la clase obrera puede plantear soluciones a la crisis capitalista, si todo lo que afecta a la vida del país afecta a la clase trabajadora, ¿pueden C.O. encerrarse en sus reivindicaciones es-pecíficas e inmediatas? ¿Podíamos permanecer inactivos ante la represión? ¿Es que nos es indiferente que las leyes y las estructuras sigan favore-ciendo a quienes nos explotan? ¿Podía sernos indiferente la lucha de nues-tros compañeros estudiantes por un sindicato democrático libre, por una Universidad que ponga la enseñanza al servicio del progreso, que no sea de interés de clase, al servicio del capitalismo, sino de interés colec-tivo de toda la población? Pero los estudiantes no tienen una "solución estudiantil", de la misma mane-ra que los burgueses no tienen una "solución burguesa". Por eso se vuelven todos hacia la clase obrera. Hay que tener en cuenta sin embargo, que hay sectores burgueses que se llaman demócratas y que quieren apoyarse en la clase obrera, para lograr sus propios intereses. Son demócratas, que duda cabe, ¿pero de qué democracia se trata?. Todos luchamos por la democracia. Pero la demooracia es un concepto cada vez más vago y ambiguo (España es una democracia orgánica) y que a medida que nuestra lucha se precise se irá quedando cada vez más estrecho. Pronto será insuficiente. Nosotros somos el centro y el motor de la sociedad. Somos nosotros quie-nes vamos elaborando un programa, y somos nosotros quienes llamamos a otros sectores de la población -los más convativos y conscientes- a colaborar en la lucha que nosostros llevamos, por unos objetivos puramente obreros, de clase, anticapitalistas. Nosostros no queremos un nuevo capitalismo de estilo europeo, que no soluciona nada. Nosotros no queremos ser un instru-mento en manos de tal o cual grupo político o sector burgués de 1a socie-dad. Nosotros luchamos por nuestros intereses y no pensamos sacarle las castañas del fuego a nadie, para que otros se aproveohen una vez más de nuestro esfuerzo, dejándonos como siempre a media ración. Que esto quede bien claro . Coalición de todas las fuerzas, sí, pero por unos objetivos obreros, ex- presados en nuestro programa 4º. Por ello y a guisa de conclusión diré que nuestra tarea más urgente, además del trabajo cotidiano en las fábricas, consiste en la reelaboración de nuestro programa, adaptándolo al nivel actual de la lucha, preveyendo el desarrollo de la misma y dando soluciones obreras a los problemas o-breros. Y por otra parte, hay que poner a punto un órgano que permita la discusión la difusión y la aplicación del programa, entre los trabajadores y entre todos los sectores de la población, que sea capaz de elevarlos y de mo-vilizarlos. Entonces v sólo entonces, la coalición tendrá un fundamento sólido, habrá dejado de ser ambigua, los objetivos serán concretos y definidos. Y C.O. -junto con aquellos que acepten su programa- marcharan con paso seguro hacia una sociedad que eleve y mejore la condición social de los trabajadores, es decir: hacia esa sociedad socialista por la que todos luchamos .