1. VALORACIÓN CRÍTICA DEL DESMEMBRAMIENTO DE LOS CÍRCULOS Creemos que la originalidad y razón de ser de los C no ha sido todavía desarrollada. El no hacerlo, condujo a su disolución. Las razones que dieron nacimiento a los C se exponían en el "Trabajo hecho por el Circulo "Los rayas" para el esquema de discusión de la asamblea": "Surgieron los Círculos de Formación de Cuadros: a) Como respuesta a una necesidad La de profundizar teóricamente la práctica cotidiana, lo que asegura el carácter obrero de sus componentes, aunque de hecho se introdujo alguna gente con dudosas conexiones obreras. b) Como rechazo a unas formas organizativas existentes, los partidos políticos que se conocían en Barcelona. Lo cual no ponía en tela de juicio la necesidad de organización política del M.O., sino el tipo de organización leninista de esos partidos. El estudio histórico y el análisis critico de ese tipo de organización política era uno de los objetivos considerados urgentes. c) Como defensa contra el maniobrerismo constante en el M.0# por parte de grupitos de intelectuales poseedores de una teoría elaborada fuera del M.O., a la que nosotros, por nuestra menor preparación intelectual -fruto del condicionamiento que todos conocemos-, no teníamos capacidad crítica que oponer, quedando ideológicamente a su merced. d) Como exigencia universal del M.O. de que deben ser los mismos trabajadores quienes dirijan su propia lucha, lo cual exige un esfuerzo de interpretación crítica de la Hª del M.O., así como una capacidad para comprender y utilizar en lo que aún se consideren válidas, las aportaciones de los teóricos que el M.O. ha tenido hasta la fecha. Todo esto supone la posesión de un método de análisis que nos sirva de instrumento en este esfuerzo de comprensión crítica. " Estos objetivos no se llevaron a cabo, ya que si todo el mundo los aceptaba en abstracto, no todos estaban dispuestos a ir hasta el fondo del problema, es decir, hasta la crítica histórica al leninismo. Se impidió que esta se llevase a cabo (por métodos no siempre correctos), por lo que la crítica a la burocracia y al dirigismo de los intelectuales (la famosa distinción entre pensantes y ejecutantes) perdió toda su fuerza, pues no se fueron a buscar las causas últimas que engendran tales males, que se consideraron como accidentales o pasajeros. Sin una base histórica y crítica sólida, era imposible valorar las formas organizativas necesarias en el momento y situación actuales, por lo que no se pasó de la postura provisional inicial de rechazo a los partidos políticos existentes. Esta postura "anti" imposibilitó la definición mínima de los C, que los situara con unos criterios políticos y organizativos claros en el M.O. (con respecto a plataformas, grupos, etc.) A su vez, esta ausencia de criterios políticos abonó el terreno en el que fructificó el espíritu pequeño burgués de grupo, el subjetivismo y el maniobrerismo. La última conferencia significó el triunfo de estos 3 elementos, hábilmente explotados por los leninistas de los C, con los resultados que todos conocemos. Las últimas luchas habidas en Barcelona demuestran y confirman que el sectarismo no es un hecho aislado, sino que ninguna organización política conocida ha podido evitar el caer en él. La creación de una burocracia, en la dirección de cada grupo o partido, tampoco es un hecho esporádico o pasajero. El dirigismo por parte de los intelectuales es también la norma en los grupos políticos, donde la división entre pensantes y ejecutantes no es accidental, sino una consecuencia lógica de su funcionamiento interno. Quien tiene hoy acceso a la teoría son los intelectuales, que no están dispuestos -a menos que se les obligue-, a jugar un papel de servicio y no de dirección. El dirigismo dentro del partido o grupo engendra el dirigismo del partido con respecto a la organización de clase. No conocemos un solo caso de partido, incluido el bolchevique fundado por Lenin, en el que no sea así. Organizarse de una manera clásica, pretendiendo no incurrir en los errores clásicos, simplemente por buena fe inicial, es una utopía irresponsable. Seguimos considerando que la tarea fundamental de los militantes obreros es la de esclarecer el porqué de todo esto, y sacar las conclusiones que se impongan. Esto no se improvisa. Esto supone el llevar a término una tarea de reflexión y discusión, organizadamente, pero con unas formas organizativas provisionales -que ya expondremos-, que garanticen esa reflexión. Al mismo tiempo, esas formas organizativas garantizan una práctica, según unos criterios mínimos, que también expondremos. La relación combinada de la teoría iluminada por la historia, y de la práctica cotidiana permitirá ir avanzando en el terreno organizativo. 2. LA CRISIS DEL M.O. El resurgir del M.O. español tiene lugar en un momento de crisis profunda de las organizaciones, tanto políticas como de clase. Sin una tradición teórica, práctica y organizativa recientes (desde 1939) tenemos que resolver problemas teóricos, prácticos y organizativos de extrema importancia, que tampoco están claros en otros países donde esta tradición existía. Frente a este vacío, dos posturas son posibles: - admitir los esquemas clásicos y aplicarlos tal cual (P.C., P.C.I.) o dándoles una ligera capa de modernismo (B.R., Liga comunista) - Interrogar la práctica, procurando desarrollarla al máximo, estudiar la teoría, toda la teoría, partiendo de aquella práctica, sin adoptar formas organizativas que decidan ya la respuesta a nuestros interrogantes, y que faciliten en cambio la participación del mayor número posible de trabajadores a esta tarea, aunque esto suponga un cierto retraso en la toma de decisiones, se garantiza que estas surjan del sentir de la base, lo más amplio posible. Nosotros nos situamos en esta segunda postura. Partimos de que la crisis es total, tanto en el M.O.E. como en el internacional, y abarca los tres niveles. Crisis teórica. Frente a los dogmáticos marxistas, nosotros afirmamos que el marxismo es praxis, y como tal, cambio, adecuación a las nuevas realidades. La crisis teórica actual es una crisis de análisis, de sentido histórico de las nuevas realidades. Crisis práctica. El problema de la acción revolucionaria es el problema de su innovación permanente. Si luchamos por un hombre nuevo y una sociedad nueva, hay que adecuar a la novedad de los fines unos medios nuevos. Pero falta capacidad para proponer nuevas formas de lucha, que sean susceptibles de enfrentarse a la nueva fisonomía adoptada por el mundo explotador, que ha sabido -él- inventar nuevas formas alienantes e integra-doras. Crisis organizativas. Es, lógicamente, consecuencia de las anteriores. El proyecto revolucionario implica: a) el tipo de sociedad futura a la que se aspira, y b) los medios utilizados para conseguirla. ¿Cómo se puede realizar una auténtica dictadura del proletariado? ¿Es posible que una sociedad funciones sin estado (dictadura desde arriba), sino por el proletariado en armas (dictadura desde abajo) como la Comuna de París? Esto, que se realizó a nivel local, ¿puede realizarse a nivel nacional? ¿Porqué no se llevó a cabo la consigna "Todo el poder a los Soviets"? En la medida en que se restituya a la dictadura del proletariado su significación originaria, la clase obrera podrá comprobar su actualidad, y hará entrar en crisis cualquier modelo de organización que esté pensada para ejercer la dictadura sobre el proletariado, no para plantear la dictadura del proletariado. 3. NUESTRA POSTURA PROVISIONAL. Nuestra crítica a los sistemas organizativos actuales que se dan las CC.OO. (plataformas, coordinadoras, etc.) iría en el sentido de que no se han planteado estos problemas. Y no se los han planteado porque las organizaciones de clase, o sus embriones, sigue siendo algo secundario. Todo el mundo tiene otros centros de discusión y formación "aparte" de la organización de clase, y no para impulsarla, sino para desarrollar sus grupitos, como vanguardias dirigentes. Mientras los problemas que atañen al M.0. se discutan aparte de la organización del M.O., seguiremos haciendo elitismo, elaborando una teoría separada de la práctica. Nuestro inicio de respuesta lo desglosaremos en los 3 niveles expuestos: A nivel teórico: se plantea un esfuerzo permanente por la renovación de la teoría revolucionaria, por una interpretación de la historia que no nos encierre en esquemas del pasado, sino que nos sirva para reinventar estrategias adecuadas a la situación actual. Nuestro punto de partida es el análisis marxista, pero entendiendo al marxismo como praxis, como teoría que se va elaborando con la práctica, que nunca se acaba, que nunca se define de una manera definitiva. Rechazamos, pues, la definición teórica, porque eso significa encerrar a la práctica en unos moldes; eso sería convertir la práctica en ideología, que como tal es dogmática y sectaria. Cuando un grupo nace con la obsesión de la definición ideológica cae en el dogmatismo y en el sectarismo, subordinando toda su práctica a los principios inmutables establecidos. Un caso reciente lo tenemos en la Liga Comunista Revolucionaria. El difícil equilibrio entre la teoría y la práctica, nosotros creemos que se adquiere a lo largo de la lucha y del estudio unidos; no puede encerrarse en un texto. A nivel práctico tratamos de llevar a cabo un esfuerzo constante de imaginación, para poner en práctica las formas de acción revolucionarias capaces de atacar la nueva cara del capitalismo, que ha multiplicado su capacidad de integración y que ha desarrollado un aparato represivo sin precedentes. "La revolución revoluciona más rápidamente a la contrarevolución que a los revolucionarios", dijo Debray, con razón. ¿Porqué? Por falta de imaginación, de capacidad y de audacia. Por no aplicar las técnicas modernas a la acción subversivas, por actuar rutinariamente, prisioneros de la tradición y del pasado. A nivel organizativo creemos que para asegurar la independencia del incipiente movimiento de masas, los que pensamos que este es el principal, objetivo en estos momentos, debemos de organizamos separadamente. Pero hemos de tener bien claro: lº Que el objetivo de esta separación es para asegurar la consolidación del MO, no la de la organización de "defensa" que resulte. 2º Que esta organización es provisional. Para ello, hay que procurar que todos los problemas que conciernen a la clase obrera sean discutidos en las organizaciones de clase, a todos los niveles, para que sean solucionados por los propios interesados. Al mismo tiempo, habrá que poner al alcance de todos los trabajadores el máximo de documentos, escritos, libros, boletines, etc. que junto con los seminarios que se organicen faciliten el acceso a la teoría de todos aquellos que están llevando una práctica revolucionaria. Para asegurar, por otra parte, la provisionalidad de la organización, hemos de buscar formas organizativas que excluyan el dirigismo, el sectarismo y el burocratismo, las tres plagas de las que ningún grupo se salva. - La autonomía de cada grupo obrero imposibilita el dirigismo. La coordinación rotativa y federada dificulta el burocratismo. La no definición ideológica y el no intentar construirse y desarrollarse como organización aparte impide que crezca el sectarismo. Nuestra postura se irá precisando a medida que avancemos en la acción y a medida que vayamos precisando las dos cuestiones básicas que hemos apuntado más arriba (tipo de sociedad por la que luchamos y qué entendemos por dictadura del proletariado). Esto supone un trabajo previo de exploración histórica, de publicación de textos, que tanto la ideología capitalista como los intereses de las burocracias mantenían ocultos, de familiarización del análisis de la propia práctica, etc. Una de las tareas fundamentales de estos grupos autónomos será la de fomentar y facilitar esta triple tarea, previa a toda decisión sobre criterios organizativos superiores. Sobre estas futuras formas organizativas, no tenemos ninguna idea prevista, pero podemos avanzar los criterios que utilizamos en nuestro estudios Si el contenido esencial de la revolución consiste en que las masas tomen ellas mismas en mano la dirección de sus propios asuntos, la dirección de la producción y de la sociedad, se deduce de ahí que toda forma de organización que no permita a las masas dominar y dirigir por sí mismas es contra-revolucionaria y perjudicial; por tal motivo ha de ser sustituida por otra forma organizativa que sea revolucionaria, porque permita a los obreros mismos el decidir activamente sobre todo. La dinámica del movimiento obrero en España ha puesto en entredicho la forma clásica de organización política, el grupusculismo, el vanguardismo y toda forma de actividad separada de la lucha de las masas, ya adoptara la forma de partido político o la de central sindical (clandestina), así como sus normas internas (concepto de "revolucionarios profesionales", de "centralismo democrático", etc.). Cuando estas críticas se han hecho en nombre de otro partido o grupúsculo no han podido plantearse con toda su fuerza, pues se han limitado a sugerir posibles reformas al esquema leninista de partido (ideas de "proletarización" o "derecho de tendencia") Quien realmente puede expresar lo que está unido o no a la clase obrera es el movimiento mismo de la clase obrera. 4. UNA EXPERIENCIA HISTÓRICA: LOS CONSEJOS OBREROS Se trata de plantear una forma de organización distinta, no sólo formalmente distinta, sino en cuanto a su contenido. Por eso nos sentimos atraídos por el movimiento mundial de los Consejos obreros, como un movimiento de la lucha de clases. En la gran oleada internacional de 1917-21, los Consejos Obreros plantearon una revolución de alcance mundial; la nueva forma organizativa logró neutralizar los manejos de los políticos reformistas, de los oportunistas y de las falsas vanguardias, gracias a su lucha autónoma. Con diversas tendencias y formas, tal fenómeno internacional, además de plantearse en el movimiento de soviets de la revolución rusa de 1917 (y en la de 1905), en la de Krondstat en 1921, el movimiento de los Consejos sin vanguardia fue característico de la revolución en Alemania de 1918-19 y especialmente a partir de 1920 (movimiento de ruptura con toda vanguardia), pero se extendió también a Hungría, Austria, Holanda, Finlandia, Bulgaria, Italia. Experiencias de este tipo surgieron en la revolución española de 1936-37 (Comuna de Asturias de 1934, Comités de milicias, Consejos de fábrica, Colectivizaciones agrarias en el frente, Comunismo libertario), reaparecieron en las revoluciones anti-burocráticas del Este (motín de Berlín-Este en 1953, Consejos obreros de Polonia en 1906, Consejos de Hungría en el mismo año), o más recientemente en los motines de Polonia de diciembre del 1970 y enero del 71- También es esta la forma organizativa elegida en las huelgas salvajes (extra-sindical les) que con tanta frecuencia se dan en toda Europa, así como en los movimientos revolucionarios más amplios que las huelgas salvajes (Bélgica 1960-61, Grecia 1963, Francia mayo-junio 1968, Limburg 1969-70 etc.) que constituyen una irreversible radicalización de la lucha de clases. La fórmula de los Consejos Obreros se caracteriza por: - son elegidos por los obreros en el lugar de trabajo (democracia directa) - son controlados y revocables en todo momento por las masas que los eligen - incluyen a todos los obreros, sin distinción de edad, sexo, creencias, afiliaciones... - sus objetivos sobrepasan los de los sindicatos de clase - en vez de fragmentar a los obreros en distintas categorías profesionales los unen en una nueva organización de masa - nunca toleraron una burocracia en la que los delegados cesen de ser obreros y reciban por la ejecución de sus tareas cantidades superiores al salario de los obreros. Hay que tener en cuenta que el movimiento de los Consejos Obreros no es solo una forma organizativa que sirve de alternativa al sindicalismo o al militantismo de partido: el movimiento de los Consejos plantea la etapa transitoria o dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado es el poder de los Consejos; la dinámica de los consejos plantea pues la transición al comunismo, los contenidos y la lógica de la sociedad futura. Nuestro estudio va en ese sentido, porque al desenterrar la historia del movimiento obrero nos hemos encontrado con unas experiencias obreras que intentaban responder a los mismos problemas que nos planteamos hoy. No caeremos en el error de llamarnos consejistas, porque ninguna fórmula puede bastar cuando se trata de interpretar desde el punto de vista marxista un problema del socialismo, porque eso sería hacer del movimiento vivo de los Consejos, una ideología formal y sin contenido; sería una nostalgia del pasado, un consejismo sin consejos no tendría razón de ser y sería fácilmente recuperable por las burocracias de partidos y sindicatos. Los Consejos Obreros son una experiencia internacional que ha adoptado la clase obrera en los momentos de lucha revolucionaria más radical. Este movimiento habla de asambleas, de autonomía de base, de permanente revocabilidad de los cargos, de formas de lucha, etc., pero no aborda para nada la problemática de qué tarea debe de plantearse el movimiento de los consejos. Se presentan como una exigencia de emprender la fase de transición hacia el comunismo. Es algo que está aún por hacer. Es algo que debemos de estudiar, profundizar y poner en práctica, porque la experiencia histórica nos dice que la marcha hacia el comunismo pasa por los Consejos obreros.